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OPINIÓN - DOMINGO, 8 DE ABRIL DE 2012

 

OPINIÓN / SNIPER

Jag ha´Pesaj Kasher Ve´sameaj
 


José Luis Navazo
yebala07@yahoo.es

 

El sonoro eco mediático de la Semana Santa, la Pascua Cristiana, ha eclipsado una vez más con su colorido vestido a caballo entre la religión y el folkrore, el recogimiento de la comunidad judía alrededor de su emblemática fiesta de liberación, la Pascua original o Pésaj, que este año se celebra entre el 6 y el 14 de abril (un día más en Israel), con la aparición el viernes de la primera estrella. No es el caso ahora de indagar sobre la historicidad de este hecho (sabido es que en el Pentateuco y particularmente el libro del Éxodo, atribuido según la leyenda a Moisés, confluyen varias fuentes), pero según apuntan los Sabios, “En este día de la salida de Egipto, se convirtieron los hijos de Israel en pueblo”. La diferencia entre Pascua y Pésaj son profundas: así, mientras el cristianismo conmemora el paso de la muerte a la vida (resurrección de Jesús/Cristo), el judaísmo celebra el tránsito de la esclavitud a la libertad conmemorando el fin del yugo al que, durante dos siglos, fue sometido el pueblo hebreo (¿los “habiru?) en Egipto. Otra diferencia importante es la fecha: en el judaísmo la celebración de Pésaj es fija, el 15 de Nisan (según el calendario hebreo, mes entre marzo y abril), mientras que en el cristianismo fue el Concilio de Nicea (325 EC), actual Iznik en Turquía, quien determinó que la Pascua debía de conmemorarse el primer domingo después de la primera luna llena tras el equinoccio invernal, no debiendo coincidir nunca con la Pésaj judía.

Por éstas fechas está prohibida la ingesta de alimentos derivados de cereales (“jametz” en hebreo), consumiéndose en su lugar pan ácimo o “matzá”, recordando con ello la apresurada salida de Egipto. También y durante las dos primeras noches de Pésaj se celebra una cena familiar cargada de simbolismo, Séder, en la que según la tradición se relata y comenta la salida de Egipto y otras historias del Éxodo, abordando dos temas principales: por un lado las penurias de la esclavitud (avdut) y por otro la epopeya de la liberación (las 10 plagas, el paso del Mar Rojo…), pues no en vano el paradigma de la festividad de Pesaj es precisamente la libertad (jerut). También durante el largo Éxodo el pueblo recibe en el Sinaí la Ley (la Toráh), los Diez Mandamientos (en la Tanak o Biblia hebrea, Antiguo Testamento para el cristianismo, coexisten dos formulaciones con ligeras pero significativas diferencias). El mismo Talmud y la Misnah abordan las regulaciones inherentes a esta fiesta en su tratado “Pesajim”.

Pésaj es la primera de las tres fiestas de peregrinaje judías, marcando además el comienzo del Año hebreo y siendo también conocida como Fiesta de la Primavera (Jag Haaviv): así cómo por estas fechas el suelo desnudo se vuelve tierra llena de vida y colorido, así el antiguo esclavo se vuelve individuo libre y dueño de sus actos. Pero Pésaj no es solo una fiesta individual, sino la festividad de todo un pueblo, una ancestral fiesta nacional que resuena en el acervo común con una proyección universal y un marcado sentido ético, representando valores permanentes y universales inherentes a cualquier época y lugar, proyectando en primer lugar la libertad humana, la liberación de los oprimidos, la igualdad de los nacidos en el país con los extranjeros, la no discriminación… Pésaj es pues un canto a la solidaridad y la esperanza que, desde sus raíces judías, se proyecta desde Israel al conjunto de la humanidad narrando, en definitiva, que la libertad de individuos y pueblos es deseable y, sobre todo, posible.
 

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