Fue el día tres del mes que corre,
martes por más señas, que a mí me dio por contar, por
encima, lo que está ocurriendo en la cúpula de la Policía
Nacional. Que no es otra cosa que unos enfrentamientos entre
facciones por motivos políticos y que están sirviendo como
coartada para dirimir soterradamente la lucha entre quienes
están a favor de José Luis Torres -jefe superior- y los que
son seguidores de Jaime Castellví. Segundo jefe hasta el
momento.
Ni que decir tiene que cuando yo decidí opinar del asunto,
conocía ya a quienes están enfrentados y no cesan de arrimar
el ascua a su sardina para salirse con la suya. Pero entendí
que no era conveniente publicar sus nombres. Máxime cuando
el motivo de la discordia es político.
Torres ha gozado siempre de la simpatía de Juan Vivas. Lo
cual es algo tan sabido como que Ángel Gómez ningunea a este
periódico cada vez que puede. Algo que, sin embargo, nunca
entorpeció mis buenas relaciones con él.
En cambio, Jaime Castellví, con quien no sé si habré hablado
en alguna ocasión, parece ser que hace buenas migas con
Pedro Gordillo. Relación adquirida por medio de un compañero
del Cuerpo que daría lo que no tiene por ver a Gordillo
convertido en presidente del PP.
Los miembros de las dos tendencias, la favorable a Castellví
y la seguidora de Torres, no se pueden ver ni en pintura. La
primera quiso, en su momento, evitar el bochorno del vídeo
que se le hizo a Gordillo, de aquella manera; la segunda, no
admite bajo ningún concepto que Vivas deje de ocupar la
presidencia del partido. Y ambas son conscientes, además,
que en juego está el que siga Torres o éste sea reemplazado
por Castellví. Cuyos partidarios no se cansan de airear que
es comisario principal. Y, por tanto, tiene una categoría
superior.
En medio de esta riña de la cúpula policial, se encuentra un
delegado del Gobierno que hace ya mucho tiempo decidió qué
postura tomar en relación con el llamado ‘Caso Gordillo’. A
estas alturas del tema, sería absurdo creer que Francisco
Antonio González pudiera ponerse de parte de quien fuera
todopoderoso vicepresidente del gobierno local y mandamás en
la sede sita en la calle Ainara.
Torres, no sé si aconsejado por alguien, o bien tras
consultarlo con su almohada, le ha presentado su dimisión al
delegado del Gobierno. Verbalmente. Lo cual no deja de ser
una patata caliente. ¿La aceptará Pacoantonio? Si es así,
Castellví se olvidará de Gordillo y de cuanto está
aconteciendo. Habrá paz de boquilla. Y el cainismo seguirá
latente.
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