El Presidente Juan Vivas anunció en su día la celebración de
este Congreso que llegará “mayeando”, en el mes de las
flores y con poco riesgo de grandes inclemencias
meteorológicas. Aunque los cambios del tiempo en plena
primavera son algo imprevisible y puede aparecer alguna
borrasca atlántica para aguar el invento.
Al menos 300 compromisarios, más los 60 miembros de la Junta
Directiva y al parecer dos candidaturas, la del Presidente
Juan Vivas y una segunda encabezada por el “ex” Gordillo que
al parecer abandonará sus palacios de invierno para intentar
otra incursión en la política local.
Lógicamente nadie puede negarle a ningún afiliado que vaya
respaldado por los avales de 90 afiliados y cumpla todos los
requisitos exigidos, el derecho a postularse cómo futuro
Presidente del partido. De hecho el derecho (hecho-derecho)
de presentarse para optar por la Presidencia es libre. Tan
solo hay que obtener 90 firmas, tener un programa cuidado,
riguroso y de cierta enjundia intelectual para presentar
ante los compromisarios, gozar de una trayectoria política y
personal intachables y poder presumir de energía, ideas
innovadoras, mucha retranca conformada por las mañas de la
Nouvelle Droite y del Partido Popular Europeo y una buena
dialéctica diseñada para exponer, encandilar y convencer a
los asistentes al Congreso con derecho a voto.
Personalmente contra Gordillo nada puedo tener, ya que no le
conozco e incluso carezco de ideas preconcebidas por no
frecuentar el establishment y andar por libre en la faceta
de aprendiz, politóloga, espectadora y analista de
realidades que, a veces, parecen irreales. Pero aún siendo
firme defensora de la evolución y las novedades que
impliquen crecimiento a todos los niveles, la aparición de
Gordillo carece absolutamente de carácter de novedad ya que
quienes tenemos ciertas edades somos más bien “reliquias” y
muchos podrían interpretar la postulación como una
injerencia en un partido político que, en su ausencia de
bicefalia, se desliza cómo la seda y siempre va en plan
“suma y sigue”. Nada de lucha de intereses ni de facciones
ni fracciones, porque cuando andan muchos en discordia el
patio de balcaniza y de balcanización ya hemos tenido en
exceso en la Europa del siglo XX.
Desde la perspectiva del análisis político me atrevo a
afirmar que la figura del Presidente Juan Vivas conlleva un
sólido factor de estabilidad, que en modo alguno enerva la
idea de la evolución ni del cambio. Ahí está su
adaptabilidad casi camaleónica a las más diversas coyunturas
y vaivenes políticos y la habilidad para desactivar, sin
perder en ningún momento los papeles, cualquier
confrontación interna en el Partido Popular ceutí.
Realmente ni es ahora ni será en mayo el momento de “hacer
experimentos” y menos aún de hacerlo en el seno de un
partido político al que todos reconocemos el carácter de
frágil ecosistema que cualquier factor externo puede
desestabilizar. No importa cuan sólidas sean las ideas y lo
claro que se tengan los principios y valores, porque además
de las ideas importa el factor humano, el individuo en sí
mismo considerado, pese a su carácter circunstancial. Así la
filosofía apunta a que las doctrinas y las ideas permanecen
cómo el crisantemo imperial del haiku, pero el hombre
desaparece como la flor de los cerezos de Kyoto. Pero pese a
su carácter temporal es en la voluntad del hombre en la que
radica la libre elección de sus dirigentes y de a quien o a
quienes eligen cómo punto de referencia y gestor de sus
expectativas.
Así resulta indiferente quienes puedan aspirar a ocupar la
presidencia del partido, porque sus ambiciones y deseos
siempre estarán condicionados por la capacidad de opción de
los compromisarios llamados a legitimar con sus votos las
aspiraciones del candidato que les ofrezca mayores garantías
de estabilidad, unidad, integridad y evolución positiva del
Partido Popular.
Desde la perspectiva de que “todo hombre son sus obras” tan
sólo habrá que analizar las trayectorias y a partir de ese
análisis, optar por lo mejor, desde la libertad.
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