Puede existir algo más vergonzoso para un Sistema que ver a
los ciudadanos pidiendo justicia o caridad en los platós de
televisión? De pedir justicia poco puede decirse en un país
que, en los últimos años, ha visto las tertulias del corazón
convertidas en improvisados tribunales donde se barajaban la
vida y la honra de los imputados en procedimientos
judiciales. Los juicios paralelos han dado mucho juego y no
todos los salpicados han tenido el tratamiento, la
deferencia y el respeto a la presunción de inocencia del
Urdangarín, sí el que compra en “Mango” y de su cónyuge.
Pero, sombras del Sistema aparte, ahora parece haber
irrumpido con fuerza una nueva modalidad televisiva en
España que, aunque cuenta con algunos precedentes no se
encontraba “oficializada” cómo ahora lo está en el programa
de la sobremesa de Jorge Javier y Belén Esteban, “Sálvame”,
que no es precisamente el ágora de Sócrates, pero que
resulta a veces entretenido, sobre todo cuando los
tertulianos pierden los nervios y se ponen al borde de
llegar a las manos.
Pero el espectáculo del nuevo apartado del programa de Tele5
es de la España negra que retratara genialmente Luis Buñuel
y sin duda dará lugar a alguna película de cine
costumbrista, porque hasta el plató acuden en peregrinación
padres desesperados con sus hijos enfermos para pedir ayuda
públicamente. Algo dantesco para la Europa del siglo XXI y
que parece bastante incompatible con los faustos olímpicos
en Madrid a los que aspiraba, el hoy solemne Ministro de
Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, que digo yo que si, siendo
tan solo alcalde de Madrid se apañó un “despachito” en
Nuestra Señora de las Telecomunicaciones en plena Plaza de
Cibeles, hoy Ministro se habrá instalado al menos en la
catedral de la Almudena. Pero gustos suntuosos de nuestros
políticos aparte ayer en el “Sálvame” y en su sección de
tragedias humanas compareció una pobre madre con su niñita
síndrome de Down para pedir ayuda y poder operarla porque la
pequeña se está quedando ciega y antes otra madre de otra
niña enferma y hace un par de fechas los padres de tres
hermanos parapléjicos y con daños cerebrales y antes otra
madre de parapléjico.
Las familias cuentan sus historias entre sollozos ante un
público consternado, las cámaras enfocan a los enfermos y
casi siempre se recibe una llamada providencial de algún
médico o de alguna clínica de buen corazón que se ofrece
para atender a los afectados de forma gratuita. Precisamente
en el país que presume de tener una sanidad pública
“gratuita y universal” y de haber desparramado centenares de
millones de euros en esa “cooperación internacional”, que ya
está comprobado que consiste en quitarle el dinero a los
pobres de los países ricos para dárselo a los ricos de los
países pobres.
De hecho dicen que España fue el principal donante de ayuda
para Haití, mientras en nuetro suelo cerraban las pymes y se
multiplicaban los parados y María Teresa Fernández de la
Vega, prodigiosamente rejuvenecida tras su paso por la
estética y con nuevos y elegantes modelos, preside una
especie de asociación para dar dinero a las mujeres
africanas así que se avecina viaje a África con reportaje
fotográfico y fotos solidarias bailando con las nativas y
disfrutando de las expresiones de gratitud de las
beneficiadas. Todo moviendo mucho dinero.
¿Y se figuran a la de pobres que se podría ayudar en nuestra
España con el porrón de millones dilapidado en
“cooperación”? Pero se ve que ni los pobres ni los enfermos
sin recursos de la Península “salen bien en la foto de las
revistas” así que hay que ir a buscar a necesitados ajenos y
nuestros necesitados se van a pedir al plató de Belén
Esteban. Sombras e hipocresía del Sistema.
Al menos en Ceuta tenemos a Chergui, a Mohamed, a Leila y a
las mujeres de “Enfermos sin fronteras” que llegan hasta
donde tengan que llegar de forma callada y discreta,
medicinas, tratamientos, pañales, mantas, sillas de rueda,
aparatos ortopédicos rascando de la buena voluntad de la
gente que hace caridad sin que se entere su mano izquierda
de lo que hace su mano derecha y no llevan a sus enfermos a
que exhiban sus tragedias en los platós de las televisiones.
La enfermedad no es espectáculo de masas, ni las lágrimas de
las madres tampoco. Pero todo sea por la audiencia. En la
Península recurren a “Sálvame” en Ceuta “Enfermos sin
fronteras” llega y está en los lugares más insospechados y
con los más desamparados, sin cámaras, público ni
espectáculo.
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