No soy yo muy dado a escribir
aceradamente de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Porque
tengo un enorme respeto por todos los organismos que se
dedican a mantener la seguridad pública. Respeto que no me
impediría poner como chupa de dómine a cualquiera de sus
miembros que errara a sabiendas en sus obligaciones. De
hecho, aún tengo grabado a fuego en la memoria lo muchísimo
que padecí por denunciar actuaciones lamentables de la
Policía Local, hace ya muchos años.
Pero el paso del tiempo me ha enseñado la inconveniencia de
estar todos los días dando la tabarra acerca del
comportamiento de tal o cual agente; o buscándole las
cosquillas al jefe superior de la Policía Nacional, José
Luis Torres; al jefe accidental de la Policía Local,
José Antonio Sorroche; o al jefe de la Comandancia de la
Guardia Civil, teniente coronel Andrés López García.
Como a otros jefes anteriores a los citados. Forma de actuar
que ha venido prevaleciendo en la ciudad, debido a la falta
de noticias y por la que los periodistas han estado siempre
receptivos a contar rencillas internas; motivadas por
envidias, celos, desencuentros y rencores crónicos entre
miembros de los diversos organismos.
Es más, creo recordar que, no ha mucho, salí en defensa de
José Luis Torres, jefe de la Policía Nacional, cuando desde
otros medios lo estaban breando a críticas acerbas. Por no
sé cuáles desórdenes habidos en el Poblado Marinero y otros
asuntos de los que ya ni siquiera me acuerdo.
De José Luis Torres, desde hace ya mucho tiempo, me hablan a
mí bien, mal y regular. Algo que es muy normal. Pues no en
vano es jefe de la PN. Que no es moco de pavo. Y, claro
está, aunque yo preste atención a lo que me dicen y escriben
de él, al instante me olvido de todo ello. Ya que me importa
un pito lo oído en relación con las malas actuaciones que le
son adjudicadas.
No obstante, yo no tengo inconveniente en airear que José
Luis Torres me parece persona voluble, veleidosa, cambiante,
y propensa a olvidarse del buen trato recibido en momentos
complicados para él. Una forma de ser, sin embargo, que no
empaña su labor como profesional. En absoluto. Porque no
existe ley alguna que condene a los desagradecidos. Y, mucho
menos, semejante comportamiento puede reducir su capacidad
de buen policía.
Dicho lo dicho, me veo obligado a comunicarle a José Luis
Torres, jefe superior de la PN, que el mayor problema que
tiene en el seno del Cuerpo, actualmente, es la división que
se está generando por mor de la política. De la política
local. Y voy al grano.
Es más que sabido que Pedro Gordillo está dispuesto a
presentarse a las elecciones como presidente de su partido:
el Partido Popular. Motivo más que suficiente para que en el
instituto policial se haya desatado una guerra entre los
funcionarios más destacados. Guerra entre quienes están a
favor de Gordillo y entre los que suspiran por Juan Vivas.
Un enfrentamiento absurdo. Pero no porque los policías
afiliados al PP no tengan derecho a mostrar sus
preferencias, sino porque están creando un mal ambiente por
un pleito para el cual no se les paga. ¿Lo sabe el delegado
del Gobierno? Esa es mi pregunta. Sin ánimo de entrar en
debate ni de buscar protagonismo. Pero sí de que alguien
ponga fin a la trifulca.
|