La huelga general, que duda cabe,
no tenía razón de ser. España, en los momentos actuales,
ante la grave crisis económica que estamos padeciendo, a la
que hay que añadir los más de cinco millones de parados y
los más de dos millones de españoles que están comiendo,
cada día, gracias a Caritas, lo que menos necesitaba es una
huelga general, sobre todo por el impacto negativo que iba a
tener en el extranjero.
De ahí, nada que extrañar, que esa “huelga general” se haya
quedado en una “huelga de soldado raso”, auque las centrales
sindicales la hayan calificado de un gran éxito cuando,
realmente, ha sido un fracaso con la mayoría de los
establecimiento abiertos al público y los servicios mínimos
funcionado con toda normalidad.
La huelga es un éxito, cuando se consiguen lo fines por las
que se ha llevado a cabo. Pero según el Gobierno, la reforma
laboral va a seguir su curso con huelga o sin ella. En fin,
que la huelga no ha conseguido su objetivo. Y si ese
objetivo no se consigue esta huelga innecesaria, en la
situación en la que se encuentra nuestro país en los
momentos actuales, es un fracaso.
La huelga, indiscutiblemente, es un derecho del trabajador.
Pero, del mismo modo existe, indiscutiblemente, el derecho
del trabajador a ir a su puesto de trabajo, si no quiere ir
a esa huelga. Son dos derechos incuestionables que tienen
los trabajadores.
Pero si el escaso éxito de la huelga general, por mucho que
algunos se empeñen en decir que fue un auténtico éxito en
toda la Península, en nuestra tierra fue tan escasa la
incidencia que tuvo la huelga, que hasta se puede decir que
no hubo tal huelga general, más bien un conato de huelga con
una bajísima participación.
El malestar de la escasa participación fue reconocido por
los representares de las dos centrales sindicales en nuestra
tierra. El secretario general de UGT, Antonio Gil, dijo
“Otra vez nos van a sacar las castañas del fuego los
trabajadores de la Península”.
Sus palabras, sin duda alguna, suenan a sinceridad por el
bajo nivel de participación que la huelga general ha tenido
en Ceuta donde, reiteramos, más que una huelga general
parecía un ensayo de una posible huelga.
Quizás, estimado Antonio, no era el momento oportuno para
llevar a cabo una huelga general al Gobierno, que no había
cumplido ni los cien días que se acostumbran a dar a todos
los Gobiernos, sean del signo que sean.
También puede ser que España, en estos momentos no está para
llevar a cabo ninguna huelga y así lo entendieron muchos
millones de españoles.
El Secretario General de CC. OO, señor Aróstegui, tras la
huelga volvió a dejar una de sus grandes frases que, sin
duda alguna, como tantas otras que ha dicho la mayor
inteligencia política que haya dado el mundo mundial, pasará
a formar parte de las grandes frases que perdurarán por los
siglos de los siglos.
Ha dicho:”Ceuta da la imagen de una región parásita”. Yo soy
ceutí, luego soy un parásito. Esto creo que es un silogismo.
Digo creo, porque no soy un hombre muy instruido. Claro que
si todos los ceutíes somos unos parásitos. Usted, como
ceutí, con la cantidad de cargos que tiene, es uno de los
más grandes parásitos que hay en esta tierra nuestra. ¿O no?
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