Recuerdan la grave alarma social generada por los hechos?
Una persecución policial y un policía motorizado que cae al
suelo, según la primera versión, por haber sido pateado por
el menor a quien perseguía. Claro ejemplo de atentado a
agente de la autoridad con helicóptero de evacuación
incluido y gran consternación en la ciudadanía que se temía
lo peor por el traumatisco craneoencefálico y el autor de
los hechos internado por el Juzgado de Menores. Algo lógico
y hasta exigible si hubiera sido un atentado.
Pero el relato de la gravedad de los hechos comenzó a quedar
desvirtuado desde el mismo instante en que, la víctima,
concedió su primera entrevista a un medio escrito, creo que
fue a las 48 horas de su ingreso en un centro hospitalario.
Testigos directos, que más tarde resultaron no ser tan
directos, mantenían una secuencia que se iba desmoronando
conforme pasaban los días. El perfil psicológico del menor
era absolutamente contrapuesto al de un sujeto violento
capaz de perpetrar una agresión, un chico estudioso y
responsable, con un entorno familiar favorable, deportista,
con muchos amigos, nada de marginalidad ni de procedencia de
entornos con riesgo de exclusión social y ni una conducta
delictiva con anterioridad a los hechos por los que fue
internado en el Centro. Sobre los hechos planeba cada vez
más la sombra de las indemnizaciones y las compañías de
seguros.
Pero, ¿cómo es que la Fiscalía de Menores, cuando las dudas
y las versiones contradictorias corrían cómo la pólvora no
se interesó en investigar y en aclarar los hechos? ¿No son
los fiscales los garantes de la Legalidad? Cortitos
estuvieron ¡Vive Dios! y trabajo costó al letrado conseguir
la libertad del que hoy se ha demostrado que era inocente y
ha padecido injustamente la experiencia traumática de un
encierro injusto que ahora se debe compensar e indemnizar,
amen de empapelar de oficio a los culpables de tamaño
disparate y en plan “caiga quien caiga”.
Lógico que se consideraran ciertos los primeros testimonio
pero a partir de que este recibió el alta hospitalaria la
versión comenzó a tambalearse y no obstante el joven seguía
internado, con el sufrimiento añadido de la familia, sobre
todo de la madre, porque las madres de los presos son las
mujeres que más sufren en el mundo. Sólo supera ese dolor la
pérdida de un hijo.
Suponemos que la investigación interna en el seno de la
Policía Local sería automática, con un instructor del
expediente y demás requisitos.
Porque lo cierto es que no ha existido delito de atentado y
el tema pudiere ser encauzado por la vía de una primera
denuncia falsa, lo que conlleva innumerables dolores de
cabeza para los denunciantes que comparecieron en primer
lugar y luego han visto desmentidas su declaraciones. De
hecho el menos damnificado es precisamente la víctima que
sufrió una caída con resultado de lesiones que no son graves
y que al ser un accidente laboral por efectuarse en el
desempeño de sus funciones, ha de ser indemnizado por el
seguro
¿Se conformará la familia del menor con una absolución y
alguna que otra excusa? Cuentan que quienes sufren
injustamente privaciones de libertad o quienes habiendo sido
imputados resultan absueltos, acaban tan agotados tras el
calvario del procedimiento judicial que ya ni ánimos les
quedan para protestar, reclamar o proceder.
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