El Pleno Extraordinario de hoy tendrá su punto ‘caliente’ en
la deuda con los proveedores que asciende a cerca de 80
millones de euros, según la relación detalla de facturas a
la que ha tenido acceso ‘EL PUEBLO’.
Lógicamente se espera la polémica por parte de cierto sector
de la oposición con lanzamiento de rayos y centellas,
criticando la gestión económica de Vivas y acusándole de
despilfarrar y endeudar a la Ciudad, mientras que del
Gobierno de la mayoría absoluta dimanante de las urnas se
espera la más estricta contundencia. Sin vacilaciones y
menos aún dejaciones.
Lo que resultaría excesivamente mezquino es pensar que los
opositores se enfrentaran al legítimo derecho de los
proveedores a recibir el dinero de sus facturas, porque esa
postura resultaría tan acérrima cómo impopular e insolidaria.
¿Qué se esperan sobreactuación y teatralidad? Es inevitable,
los excesos verbales y las disquisiciones alevosas son muy
difíciles de controlar y requieren un importante ejercicio
de paciencia y de caridad hacia el prójimo, por más que ese
prójimo haya hecho de la pura confrontación un “modus
vivendi” y de crecerse ante las cámaras un “modus operandi”.
De hecho es seguro que idéntica Asamblea Extraordinaria pero
sin medios de comunicación no pasaría de una exposición por
parte de Guillermo Martínez con alguna pequeña escaramuza
verbal como respuesta y sin más exhibiciones escénicas. El
problema es así una cuestión de lucimiento y de afán de
protagonismo en nombre de una minoría y en contra de una
mayoría que estará representada por la fría y metódica
capacidad natural de respuesta del Portavoz Guillermo
Martínez.
El Gobierno de Vivas debe a llevar adelante una serie de
medidas imprescindibles para el desarrollo de la ciudad, no
es una opción sino una obligación. ¿Política de rodillo?
Puede ser, pero mejor definirlo como exaltación de la
soberanía popular legitimada por los sufragios, quienes
votan es para que se gobierne de una manera concreta, sin
abaratamiento de tipo alguno y sin renuncios. Ni se debe
renunciar a los Planes diseñados, ni a los ajustes, ni a la
contención, ni a optimizar los recursos, ni a cumplir con la
obligación irrenunciable de pagar a los proveedores y
cumplir con las obligaciones asumidas. Cada factura impagada
es una obligación que, por decencia, tiene que ser cumplida
y hay no se puede dar pábulo a la negociación ni al “sí pero
no”.
Las empresas, las pymes, los autónomos, todos aquellos con
quienes la ciudad arrastra una deuda tienen que ver sus
expectativas satisfechas porque así se ha prometido y ese es
el compromiso a afrontar sin más dilaciones y cómo
instrumento de crecimiento porque cuando el dinero se mueve
la economía florece. Esto se debe, esto se paga y esto se
ajusta, ni más debate ni más leches, porque se ha votado al
Gobierno para que cumpla con su función de gobernar y no
para que compadree ni apacigüe a los rechazados por el
pueblo soberano. ¿Qué la oposición se solivianta, patalea,
despotrica o se subleva entre feroces imprecaciones? Sí,
todo sea por el espectáculo, se presencia la puesta en
escena y se ignora educadamente y sin muestras de hilaridad
manifiesta ni burlas innecesaria. Lo importante es que el
Gobierno, gobierne, ese es su deber.
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