Cuenta que en su país, Camerún, también hay Semana Santa,
que las calles se llenan de pasos y que él ha participado
algún año en su traslado. Por eso cuando en el CETI (Centro
de Estancia Temporal de Inmigrantes), donde reside,
preguntaron quién se animaba a ser costalero en la Semana
Santa ceutí, él no dudó un instante en inscribirse. Es uno
de los veinte chicos inmigrantes cuyos nombres tenía Rocío,
la trabajadora social del centro, apuntados en una lista.
Armand Didie, Seigui Hamsa, Denis Bakedek, Thomas Ruffin
Mango, Serti Tanko, Jerry Kotto... Estos son algunos de los
inscritos en esta primera remesa de participantes. Todos
aseguran profesar la religión católica. En cualquier caso,
ser costalero es también una oportunidad para ver la Semana
Santa española desde otro punto de vista.
La selección se ha hecho apenas un mes antes de la
procesión. Desde el CETI explican que no pueden hacerlo con
más anticipación porque los residentes están constantemente
entrando y saliendo y haría imposible organizarlo. Cinco de
ellos lo harán en la tradicional ‘Madrugá’, con la hermandad
de ‘El Descendimiento’. Es la segunda vez que residentes del
CETI participan de manera activa en estas fiestas. Carlos
Torrado, vicehermano mayor primero de la hermandad, fue
precisamente quien se puso en contacto con el director del
CETI, Carlos Bengoechea, para proponer la idea, que se
materializó a través de Rosa, vinculada también a la
cuadrilla.
“Propusimos la participación de residentes del CETI, un
número que fuera suficiente, pero tampoco una cantidad de
personas que supusiera un impacto”, explica Torrado a este
medio. “Que ayudasen a la cofradía, pero además les sirviera
a ellos, buscábamos con esta idea que se creara un clima
agradable, en el que compartir vivencias”, agrega Torrado.
El cofrade destaca la experiencia del año pasado durante los
ensayos, a pesar de que al final, debido a la lluvia, tuvo
que suspenderse la procesión. “Los ensayos -un par de días
durante dos o tres semanas- unen mucho a los costaleros”,
sostiene Torrado, quien explica que para los miembros de la
Cofradía supone entrar en contacto con “una realidad
diferente”, ya que los inmigrantes “cogen confianza con los
hermanos y cuentan cómo llegaron a Ceuta, a quiénes han
dejado en sus países, cuáles son sus esperanzas, etcétera”.
Torrado resalta además que después de haber vivido juntos la
Semana Santa se establece cierto vínculo entre los
costaleros. En el caso de los cinco inmigrantes del año
pasado, destaca a Víctor, un cubano con el que han seguido
manteniendo el contacto después de su traslado a la
península. Así, cuenta que estos días recordaban juntos la
experiencia y Víctor le relataba a Torrado que este año
participa como costalero en la hermandad de la sevillana
barriada de Montequinto. La Semana Santa ceutí había
despertado su vocación ‘capillita’.
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