El fuerte refuerzo de efectivos y medios materiales llevado
a cabo en los últimos meses por parte de las autoridades
marroquíes en la frontera con Ceuta se puso ayer de
manifiesto con el freno de una avalancha formada por unos
120 inmigrantes.
En el lado español, la Guardia Civil asistió como mero
espectador a la actuación de las fuerzas de seguridad del
país vecino, que lograron contener el avance de los
subsaharianos.
En los últimos meses, en concreto, desde la última
avalancha, registrada el pasado 22 de diciembre, no se han
producido entradas masivas de estas características por el
perímetro fronterizo, en concreto, por el espigón del
Tarajal, como había sido habitual a lo largo del año 2011,
cuando 1.402 personas accedieron a Ceuta por esta vía o a
bordo de pequeñas embarcaciones de plástico.
Tal como informaba este diario el pasado 22 de enero, las
fuerzas de seguridad y el ejército marroquíes han reforzado
su presencia en la frontera con Ceuta de manera ostensible.
Con esta finalidad, se proyectó la reforma de un viejo
colegio situado junto a la valla para albergar una dotación
permanente de 200 miembros de las Fuerzas Auxiliares. Desde
entonces, se han construido además una nueva escollera y un
vallado que impide el acceso a la playa desde la que los
inmigrantes se lanzaban al mar. En la zona hay desplegado un
fuerte dispositivo policial y militar.
Un tunecino
Todo ello ha permitido que cesen las entradas clandestinas
en territorio ceutí. Una excepción fue la llegada, tras
rescatarlos en las inmediaciones de Perejil, de 14
subsaharianos que salieron de la costa marroquí el pasado
día 19 en una embarcación neumática.
La pasada semana se dio asimismo la entrada de un ciudadano
tunecino, que fue trasladado al Centro de Estancia Temporal
(CETI).
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