PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - LUNES, 26 DE MARZO DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

El pregón cofradiero de un hombre de Dios

Por Nuria de Madariaga


La piel de la tierra de España ha sido, es y será esta idiosincrasia arquetípica que nos lleva a sacar a nuestras Vírgenes y a nuestros Crucificados para que recorran calles, plazas y callejones en cada primavera, pasear a las sagradas imágenes en un espectáculo que es puro misticismo artístico. Ciudades, pueblos y aldeas se convierten en museos de arte sacro en movimiento, espiritualidad celtibérica que es decir espiritualidad cristiana y ancestral.

Y a quien no agrade esta definición ya sabe por donde le pueden dar. Así, aludiendo a cuestiones de ADN y de raíces ibéricas (Portugal nos pertenece por derechos históricos y razones sentimentales) puedo decir que ni se esperaba menos, ni tampoco llegar a “tanto” en el poético pregón de Jorge Pérez exaltando tanto la Pasión de Jesús el esenio, cómo la esencia misma de la Semana Santa vivida y mamada en Ceuta. Recuerdo a las cofradías y a sus Sagrados Titulares, gratitud al abuelo que ayer debió andar henchido de orgullo en la Gloria de Dios Padre, ufanándose de la labia del nieto, de las tripas que se gasta el nieto y del verbo vibrante a la hora de ensalzar y exaltar el sentido más profundo de estas fechas. Ni se esperaba menos del hijo de su padre y del nieto de su abuelo, ni en verdad, se esperaba “tanto” porque fue un despliegue dialéctico barroco, usando y abusando de este idioma de Santa María con el que rezamos cientos de millones de criaturas, ensartando frases cómo quien ensarta las cuentas de un rosario ¿Tal vez sobreactuó en su oficio de pregonero? En absoluto, para pregonar hay que “sentir” cada palabra y hacerlo con una intensidad casi dolorosa o más que dolorosa, es una intensidad desgarrada donde se funden imágenes de la infancia que son recuerdos dormidos que despiertan con la luz de los cirios y de los velones, intensidad del apego inmenso a la tierra y a su piel. Cosas de esta enfermedad incurable que todos padecemos ¿Desde hace cuanto? ¿Desde hace cinco mil años? Una dolencia genética y distintiva que se denomina “ser español” y quien la padece de nacimiento, desde aquel antepasado que se contagió en Atapuerca o ahondando por Altamira, ese no la suelta.

Al pregonero es fácil diagnosticarle el mal celtibérico que es una patología religiosa, sentimental y espiritual y que le hace declamar, que no hablar ni contar, un poema inmenso e inédito de cuarenta folios en negro sobre blanco, proclamando el amor al Hijo y a la Madre, un amor casi delirante que es común a toda la Hispanidad en cuanto nos ponen delante a María, la judía morena que ha sido musa de los más grandes artistas de la Historia Universal. ¿Y la querencia por Nuestro Padre Jesús Cautivo, aquí Medinaceli? Silente, doliente y capaz de soportar encierro, dolor y humillación cómo quienes pertenecen al Pueblo de Dios siempre han sabido y saben hacerlo. Y ahora debería aludir a con qué parte de la anatomía se padece el martirio sin inmutarse, pero no lo hago por respeto a la temática de esta crónica de gratitud hacia Jorge Perez, bendita sea la madre que le parió y bendita la leche que le dieron a mamar, porque contribuyeron a crear y a criar a un hombre de Dios capaz de remover conciencias con la palabra, de describir la esencia misma de la Pasión con la agilidad del verbo hispano, capaz de rezar hablando y de hablar rezando. Porque no fue pregón sino larga plegaria, revulsivo para los corazones, exhibición oral del barroquismo semanasantero con su increíble parafernalia labor de orfebres primorosos y de imagineros inspirados por el Espíritu Santo, de bordadoras y bordadores lanzando oraciones con cada puntada del hilo de oro o de plata. ¿Y cómo atufan los incensarios y nos devuelven a los vientres de piedras de nuestras catedrales? Alma mater, icono de la tierra, dermis y epidermis entrelazadas en la voz de un pregonero ceutí, numen de la España con eñe, rama del tronco común del Ejército, ”bendita sea la rama que al tronco sale”.

Profesión de fe emocionada, evangelización al cuadrado porque ha sabido llevar el alma de la Palabra a todos los cristianos e implicarnos en una acción de pregonar que era una oración colectiva y hermosa. Cierto que luce mucho ser judeocristiano y celtíbero, que es decir de la leche de la España que florece cada primavera al aroma de los azahares, que es la Patria que acuna al Cristo y que seca las lágrimas de su Madre Santísima con un pico de la roja y gualda y al son de nuestro himno español, cómo siempre ha sido, porque es cómo Dios manda.

Por eso el Padre esclareció la sesera de algún mandamás y mandaron a llamar a Jorge Pérez para que nos recite en plan pregonero, con cadencia de saeta, a Jorge, un hombre de Dios.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto