Por quince o veinte euros llenan la cabeza de trencitas a
quien quiera lucir un ‘look’ africano. Entre compañeros, lo
hacen gratis, en un intercambio de favores. Así lo explica
Gracia, una joven del Congo que lleva cuatro meses
residiendo en el CETI (Centro de Estancia Temporal de
Inmigrantes) de Ceuta. Gracia era peluquera en su país, así
que cuando llegó a Ceuta decidió seguir desarrollando su
profesión con el resto de inmigrantes del centro.
“Si el pelo es muy largo, puedo tardar unas dos horas”,
explica mientras intenta ‘venderse’ a cualquiera que esté
interesado en tener peluquera, también fuera del CETI. “Hago
muy bien las mechas”, agrega. De hecho, le gustaría poder
trabajar de ello, aunque prefiere -explica la chica- ser
peluquera fuera de la ciudad autónoma. Nunca ha cruzado el
Estrecho, pero no piensa en otra cosa que en viajar a la
península. Está convencida de que una vez allí será más
fácil encontrar trabajo y ganarse la vida haciendo peinados.
Simo Bertrand El Ramzy es otro de los ‘peluqueros’ del CETI,
aunque su especialidad son las rastas. Este joven
centroafricano no se dedicaba a ello en su país, pero
sostiene que son muchos los que tienen maña con la
peluquería. Uno de sus amigos lo avala: Sack Yoes Patrick,
de Chad, explica que él también sabe hacer estos peinados,
pero que, además, cuando no es uno, es otro. En cualquier
caso, el ‘look’ de los chicos y chicas del CETI no deja
indiferente.
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