Estoy volviendo a leer ‘Vidas
Mágicas e Inquisición’. Escrito por Julio Caro
Baroja. Libro que trata de brujas, nigromantes y astrólogos
(por cierto, se lo recomiendo al presidente de la Comunidad
Romaní de Ceuta, Miguel Francisco Jiménez). Y he
recordado, inmediatamente, lo que el escritor dijera en su
momento sobre los políticos: “Si hoy existiera la pena de la
hoguera, los políticos serían los más sujetos a ella”. Frase
dura, tan dura o más como esa tan descarnada que reza así:
“La que sea puta que cruja”.
Aunque hemos de reconocer que los políticos se han ido
ganando con creces el descrédito y la hostilidad de
innumerables votantes. Incluso de los propios políticos.
Ejemplo: la mayoría de los políticos son analfabetos. Lo
dijo Julio Anguita y se quedó tan pancho.
Tampoco se quedó corto Iñaki Anasagasti (del que
dicen que cuando habla lo hace con tal precisión que a los
contrarios les gustaría estar en otro sitio. Y que además
perdona poco la imbecilidad) cuando dijo que en política, lo
verdaderamente importante cabe en la punta de una
servilleta.
Y así podríamos seguir sumando dicterios, palabras o frases
insultantes dichas contra una casta que cada día es más
odiada y, por tanto, vilipendiada a cada paso. Pruebas de
imbecilidad ha dado recientemente Francisco Camps.
Haciendo unas declaraciones a las que Rita Barberá,
otrora su valedora, ha salido al paso para decirle al ex
presidente de la Generalidad valenciana que haga el favor de
no seguir haciendo el idiota.
En ocasiones, uno no sabe si preferir a un político
corrupto, con la gravedad que ello acarrea, que a un necio,
memo o zoquete. Aunque a veces los hay que, además de
llevárselo calentito, lucen también la etiqueta de tontos
con balcón a la calle (¿verdad, maestro Burgos?).
Pues bien, Mariano Rajoy ha anunciado, días atrás,
que hoy viernes cuando escribo, va a ser aprobado en el
Consejo de Ministros la Ley de transparencia. Para que “la
gente sepa en qué se gasta su dinero”. Y que si se enchufa a
alguien “salga el nombre y apellidos y se explique cuáles
son las razones por las que se contrata”.
Menos mal que la ley no se aplicará con carácter
retroactivo. Porque de haber sido así, sí, ya se que es
hablar por hablar, los ayuntamientos y las empresas
municipales habrían empezado a quedarse escasas de personal.
Y, por tal motivo, no habría problemas de recortes ni nada
por el estilo.
Y, desde luego, sería una gozada ver a presidentes
autonómicos, alcaldes, monterillas, y delegados del Gobierno
dando fe por escrito de las cualidades que atesoran sus
asesores, sus colaboradores, sus hombres de confianza. Amén
de tener que demostrar las habilidades de todos los
parientes y amigos que fueron colocados por algo tan
ejemplar cual es la dedocracia.
Sistema del cual el secretario general de CCOO de Ceuta
podría, en cualquier momento, dar una conferencia. Basada en
cómo con el simple envío de un fax, cuando no se usaban los
correos electrónicos, se tenía la certeza de que el
recomendado pasaba a formar parte de la plantilla de
cualquier organismo municipal.
En fin, bienvenida sea la Ley de Transparencia -siempre que
se aplique-, por más que mueva a risa leer cómo la vienen
celebrando quienes fueron colocados a dedo. Ay, Señor…
|