Lo decíamos ayer y lo tendremos
que repetir cuantas veces sean necesarias, el programa de la
Cuatro ha levantado ampollas, no porque haya dicho cosas que
no se sepan del Príncipe, sino porque salir a la luz pública
con tanta crudeza no estaba siendo lo normal.
No podía ser de otra forma, y ese eco de Callejeros ha
llegado al corazón de la Ciudad Autónoma, donde el
presidente hace su interpretación que no todos tenemos que
compartir con lo que él piense, sobre unas imágenes que dice
que son “sesgadas” o que no se ajustan “a la realidad”.
Me parece muy bien que Juan Vivas tenga su propia opinión
como político, opinión que no sé si coincidiría con la que
tiene como ciudadano, simplemente, de a pie.
Tapar la situación, sea la que sea, no ayuda a enmendarlo o
a corregirlo y aquí, especialmente, por la “casta política”
desde hace muchos años se ha preferido matar al mensajero,
antes de atender y solucionar una realidad, cada vez más
degradada.
Naturalmente, y sin que sirva de precedente, no puedo estar
de acuerdo con el presidente de la Ciudad, en este aspecto,
en casi nada de lo que comenta sobre lo que ha salido a la
luz por parte de Callejeros.
Juan Vivas se lamenta de que cuando los medios de
comunicación vienen a Ceuta, saquen de la ciudad y
transmitan los aspectos más negativos y de conflicto,
confrontación y exclusión.
Tiene razón Vivas a la hora de quejarse, pero tendría más
razón si desde hace años, por parte de la Ciudad y de la
Delegación del Gobierno se hubiera hecho todo lo posible
para ir corrigiendo aquello que todos veían y nadie atajaba.
Y el medio de comunicación, en este caso Cuatro, no vino a
hacer un reportaje de la “Ceuta Florida” o del Revellín,
vino a dar una información, su información, sobre una
barriada que “no es Ceuta” pero que “está en Ceuta” y a la
que las autoridades de Ceuta no supieron atajar para que
llegara a lo que ha llegado.
Hasta aquí las matizaciones que se me ocurren al presidente
de la Ciudad en una situación como esta.
Para Juan Vivas “es lamentable que esto ocurra” y también
tendrá sus razones para esa afirmación, pero lo
verdaderamente lamentable es que en más de 30 años no haya
habido “ninguna voz piadosa” que haya incitado a que el
Príncipe no creciera de la forma que ha crecido. Y si los
principales responsables no hicieron nada, posiblemente
fuera porque creían que esa barriada quedaba lejos y su eco
no se iba a acercar al centro. Pues se ha acercado al centro
e incluso fuera de los dominios de Ceuta.
Hasta ahora podría admitir alguna de las manifestaciones del
presidente Vivas, pero lo que no podemos admitir es que “se
trasmite una imagen sesgada que no se corresponde con la
realidad”.
Aquí, el señor Vivas no parece conocer el Príncipe, que es
algo más que lo que se ve cuando llega una campaña electoral
en la que se enseña lo que sí interesa ver, se oculta todo
lo demás, y se nos presentan a ciertas personas que darán
luego su voto o no, pero allí son amables. Naturalmente, el
Príncipe lo forman esas gentes amables, pero también esos
otros que aparecieron en Callejeros y todo el estrato social
que estos representan.
No cabía la menor duda, Callejeros iba atener su eco, y lo
ha tenido, como no podía ser de otra forma.
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