La pelota está en el tejado de la Policía, eso se comenta en
los mentideros en lo relativo a los mangantes que han
aparecido en las televisiones alardeando de sus delitos sin
ningún pudor en una especie de zafia provocación que no va a
quedar sin respuesta. ¿Si las cámaras de televisión llegan
cómo es que la Policía no llega? Pues ahora “debe” llegar
sin los remilgos de que al día siguiente salga algún vecino
de algún enclave acusando a los operativos de “exceso” o de
“brutalidad”.
No es para “rasgarse las vestiduras” pero sí para considerar
si se ha actuado con demasiados miramientos por mor de
concepciones erróneas y desfasadas. De hecho las leyes
penales van a endurecerse y la desobediencia y atentados
contra agentes de la autoridad van a imitar a la normativa
francesa que es de órdago. Una pedrada a un policía van a
representar años de cárcel así que habrá que plantearse por
parte de los delincuentes el hecho de que la tolerancia 0 de
los nuevos tiempos va a conllevar “impunidad 0” cómo en
Europa donde son capaces de desalojar a cientos de vecinos
por tal de detener a un sospechoso. ¿Y pasa algo por actuar
con rigor? Sí, pasa que los buenos se alborozan y los malos
se lamentan, como ha sido toda la vida desde que el mundo es
mundo.
La erradicación de la delincuencia en Ceuta cuenta con el
apoyo sin fisuras de la ciudadanía y cualquier iniciativa
será recibida de manera positiva siempre que implique una
demostración de que Ceuta es un lugar “muy incómodo” para
delinquir ¿Un ejemplo? Lo pondré muy cercano ¿Existe alguien
lo suficientemente estúpido como para ir a cometer delitos a
Marruecos? Opinarán conmigo que el mérito de los vecinos es
que no tienen complejos a la hora de actuar.
El reportaje televisivo sobre la barriada del Príncipe,
creador de tamaña polémica en esta ciudad no ha hecho sino
seguir la línea habitual de los entretenidos reportajes de
“Callejeros” siempre dispuestos a retratar ágilmente una
realidad marginal existente y que es real, a lo largo y a lo
ancho de toda España.
Cómo somos España no íbamos a ser una excepción a la hora de
filmar el reportaje-denuncia con sus pinceladas de morbo,
los kíes o los calorro-macarras de los respectivos enclaves
alardeando de conductas delictivas, un toque de
autoflagelación social. ¿Y cuantas barriadas y enclaves de,
por ejemplo, Andalucía, han servido de tema para
“Callejeros”? Docenas o un centenar directamente y voy
apuntando bajo. Así en las pantallas hemos visto imágenes de
trapicheo con drogas en cada esquina de cada barrio
“dificultoso”, prostitución poligonera de desgraciadas
mujeres ateridas en las carreteras más el correspondiente
proxeneta vigilando, poblados chabolistas con supermercados
de drogas cómo las Barranquillas madrileñas que, a falta de
transporte público gozaba de un servicio de coches-cunda
(llamados así por las conducciones de los presos de cárcel a
cárcel) donde se apiñaban los drogadictos, a precios
económicos, para ir a pillar sus dosis. El mundo es así y
hay de todo, ni existe la Arcadia ni se encuentra el Mundo
Feliz en parte alguna del globo, ni en los mismos paraísos
fiscales.
La realidad española es como es, con sus buenas personas y
con el contingente de “malos” inevitable en toda sociedad
que no sea la de Corea del Norte, porque allí hay más
control y los ciudadanos son cómo fotocopias o la de los
duros regímenes totalitarios donde los malos no se
encuentran en los suburbios sino en los palacios. Pero en
todas partes hay marginales y drogadictos y poligoneras y
bandas y mafias. ¿Y por qué en Ceuta íbamos a ser una
excepción?
Tampoco merece la pena “dramatizar” el reportaje del
Príncipe, porque hay menos de lo que se encuentra en otros
puntos de la geografía. “El trapicheo”, los mangurrinos que
queman y desguazan los coches y un imprudente que habla con
su colega por el móvil y resulta que el colega está en
prisión y eso va a motivar que se realicen registros,
cacheos, incordios y perjuicios para los presos, que
bastante tienen ya con lo que tienen . ¡Cuanta zafiedad!
Pero la ciudadanía se sigue preguntando cómo llegan las
cámaras y no la policía a determinados enclaves ... El
reportaje del Príncipe refleja una milésima de la realidad
de Ceuta, pero el punto de España que está libre de una
pincelada marginal que tire la primera piedra. Porque no lo
hay.
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