Ayer comenzó una Primavera de tiempo incierto y que nos ha
pillado desprevenidos. Atrás han quedado unos meses
especialmente movidos con un cambio de Gobierno y una
avalancha de reformas y de recortes antes de haber ni tan
siquiera cumplido los cien primeros días. ¿Bajón de moral
generalizado? Más bien una epidemia de estrés postraumático
tras la auténtica zapatiesta que han sido los años del
zapaterismo y el trauma de ver el desmoronamiento de la
economía española y el aumento del número de pobres bajo el
manto de silencio cómplice de los sindicatos que permanecían
amodorrados por el banquete de privilegios desdiciendo así
la abominable leyenda urbana que les define cómo de
“insaciables tragaderas”.
Empezar la Primavera con frío no es un regalo y hacerlo bajo
la amenaza de una huelga general diseñada para “domesticar”
a la mayoría absoluta del pueblo español, no hace tampoco
excesivamente apetecible la estación. Psicológicamente nos
haría falta alguna buena noticia, algún acontecimiento que
despertara a la ciudadanía de la amargura de estar
padeciendo esta situación de estrés cronificado. Y encima
los ciudadanos con riesgo colectivo de agotamiento adrenal y
la Sanidad haciendo recortes por una parte y contratando a
médicos extranjeros por otra. Lo que no representa ningún
inconveniente ya que la ciencia y la medicina no entiende de
nacionalidades, pero el pueblo soberano exige, sin mirar
otra cosa, que el facultativo haya hecho la carrera de
Medicina en España y que tenga el MIR en uno de nuestros
hospitales, a partir de ahí es indiferente que el galeno sea
sueco, de Valladolid o de Guinea Bissau.
¿Alguna noticia capaz de optimizar el ánimo de la
ciudadanía? Bueno, yo la viví hace unos días al comprobar
personalmente y observar con estos ojos miopes que Dios me
ha otorgado, que los primeros naranjos que florecen y rompen
en azahares en Ceuta son los del Centro Penitenciario de los
Rosales. Normal y natural, la Madre Naturaleza que es un
fragmento de la piel de Dios consuela a sus hijos que sufren
privados de libertad cómo buenamente puede, en este caso
haciendo reventar de flores los añosos y bellos naranjos del
recoleto patio de entrada de la prisión ¡Y cómo huele! Les
digo que un rey en toda su riqueza no conseguiría jamás ese
perfume puro de azahar, por más que compre colonias de
postín y precios abolengosos, siempre olerá mejor el patio
de entrada de la cárcel de Ceuta cuando se anuncia la
Primavera. Pero también tiene truco y lo descubrí hablando
con el director que me anunció la próxima visita de Nuestro
Señor de Medinaceli que va al rescate de uno de sus hijos
para llevárselo con Él y cómo los naranjos lo saben, se
impacientan y florecen antes de tiempo, para disgusto del
director al que le gustan las cosas bien hechas y con orden
y desearía hacer coincidir la floración con la llegada de
Nuestro Padre. Y también que esos árboles que se tendrán que
llevar a la nueva cárcel porque no los van a dejar
abandonados después de lo mucho que han visto pasar bajo sus
ramas, también que los naranjos se acoplen al resto de las
plantas que rebullen en las macetas.¡Más bonita está la
entrada de los Rosales! Reluciente de limpia. Parece que a
ellos, en su microcosmos no les ha llegado la oscuridad de
la crisis y los presos se afanan en hacerse albañiles para
hacer obras de albañilería en el interior y estar mejor y en
ser pintores para pintar y ensoladores para ensolar y
jardineros para cuidar las plantas. ¿Y eso nos lo van a
joder los sindicatos el 29? No pueden, eso se les escapa,
porque pueden asustar a las criaturas y obligarles a no
trabajar, pero no a las plantas para que no florezcan, ni al
preso que se irá con el Señor de Medinaceli para que no se
le caigan las lágrimas de alegría, ni a sus familiares para
que no anden alborozados pensando que, además, van a
ofrecerles una merienda con chocolate y dulces allí en la
misma prisión y si abren la ventana les entrará una vaharada
de azahares cantarines que son el alma misma de una
Primavera en libertad. ¿Y si algún familiar enferma de la
emoción? Pues irá a nuestro Hospital donde no han llegado
recortes ni copago y la gente no anda por los pasillos,
pobrecitos, acostados en camillas. Todo lo expuesto, como
comprenderán son noticias positivas de esta estación y todas
ellas, las flores, el chocolate y los dulces, las lágrimas
del liberado, el guiño del Señor de Medinaceli al director
de la cárcel, todas estas noticias buenas y bellas
trascienden con mucho a la destemplada huelga general con la
que la izquierda trata de acojonarnos y castigarnos por
haber vencido en las urnas. En las urnas y en el Universo
porque nosotros tenemos al de Medinaceli y los naranjos en
flor y ellos no.
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