La playa de la Ribera tuvo su
puesto de Cruz Roja del Mar, algunos mejores y otros peores,
las buenas actuaciones, las intervenciones épicas y los
luctuosos sucesos, que te marcan de por vida, entre muchos,
hubo uno que vagamente lo tengo en la retina, pero no fué
ningún sanitario ni socorrista, eran los brazos de un
magrebí, al que a veces vemos como un bicho raro, porque
pensamos, “ la que estará tramando” y fué como subía las
escaleras antiguas de la playa, con un joven herido en sus
brazos, un simple pañuelo envolvía un pie, que sangraba a
borbotones, Mustafá por ponerle un nombre, fué el unico
aquel día, echandole cojones que se prestó a llevarse en
brazos, mientras los lamentos y suplicas de sus padres,
sacaban llaves y dinero del monedero, bien esperando un
taxi, o bien meterlo en su coche, eran los tiempos, donde
los móviles y despliegues del 112, todavían eran un proyecto
embrionario.
-Mustafá, nunca más supe de ti, si cruzaste al otro lado del
Estrecho, si fuiste mejor o peor después de aquel hecho ,
que no tuviera ningún reconocimiento ni recompensa, sólo tu
ante Dios.
-Que te lo pague y recompense, por tu socorro y auxilio.
-Rendirme a la fantasía salda de mi tierra, que es la
alegría de esta ciudad, que me quemen las espaldas con la
Bandera Roja y Gualda, que ya me lloverán los tópicos y
cuestiones, por la forma de hablar de mis bendiciones, aquí
tienes mi mano, un hermano caballa, para servirte en ayuda
en la playa, que sólo vacilamos de poder bañarnos entre dos
aguas, que aquí en Ceuta las guapas caballas, no piropean la
ropa, sino al hombre que va dentro, y una vez más vaya donde
vaya, sentirme orgulloso de ser caballa.
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