El quid de la cuestión es “extraer los positivo de lo
negativo” y me estoy refiriendo a las quejas, bien
fundamentadas, de la UGT con respecto a los Bomberos de
Ceuta. ¿Que sus vehículos tienen veinte años de antigüedad?
Mejor, tiran un poco más y los llevan a alguna subasta de
categoría de “Coches Antiguos y de Época” donde pagan
grandes cantidades por las reliquias del pasado. ¿Ustedes
saben lo que se llega a pagar en las subastas de EEUU por
los coches policiales de la época de Elliot Ness y los
Intocables? Apuesten por lo alto y no se equivocarán.
Pero el caso es quejarse. Cuando Occidente entero apuesta
por la antigüedad y los muebles gustavianos con sus
elegantes decapados grises, que valen su peso en oro (si son
de la época), nuestros Bomberos encima se lamentan de tener
que acudir a desempeñar sus peligrosos menesteres con
camiones ululantes merecedores de figurar en un “Museo de
arqueología industrial” ¿Y qué ciudad que se considere
cultureta y distinguida no cuenta con un evocador Museo de
Arqueología Industrial lleno de máquinas de tiempos
pretéritos, con sus decimonónicas tuercas bien engrasadas
por los conservadores, los ingenios mecánicos del siglo
XVIII, infinidad de muñecos autómatas, Fords primigenios y
un buen péndulo de Foucault de por medio? ¡Y no digamos si
aparecen en las salas los camiones de Bomberos de Ceuta que
deben ser de los que funcionan con manivela! De hecho
subirse en lo alto y echar a correr para extinguir un fuego
puede resultar algo inquietante, pero es una experiencia
cultural y sentimental porque se va montado sobre el pasado.
Apasionante.
Bueno, transigiré en nombre de la calidad de vida en lo
relativo a que los uniformes están harapientos y tienen diez
años de antigüedad y los cascos por el estilo, lo que viene
a significar que nuestros Bomberos no se encuentran
“exactamente” equipados como aquellos heroicos Bomberos del
11S que aparecen como si los uniformes y los equipos
acabaran de retirarlos de un escaparate de Alta Costura
Bomberil. De hecho, cuando el jefe de los Bomberos de New
York abrió simbólicamente la Bolsa al son de su campana el
tipo iba vestido con tanta elegancia que, de no ser por el
casco, se le hubiera podido confundir con un alto mando del
Pentágono.
También es cierto que en Norteamérica y en Israel los
Bomberos están muy valorados y todo lo que sea mejorar sus
condiciones parece poco, porque no se trata de enchufar la
manguera y apagar el fuego sino que son enviados a lugares
de grandes catástrofes donde actúan con sus guías caninos,
son los primeros en llegar al escenario de cualquier
tragedia y los que antes se juegan los huevos en las tareas
de rescate. Por obligación, por vocación y por devoción. De
hecho ni a la Policía, ni al Ejército, ni a los Bomberos les
puede faltar gloria bendita y con ellos no se puede remendar
de viejo, como parece que se hace aquí, donde denuncian que
faltan efectivos y que van muy pobremente pertrechados con
sus uniformes usados y los cascos con la pátina del tiempo.
Eso sí, si a algún responsable se le reprocha que el Cuerpo
de Bomberos funciona con uniformes relavados, es capaz de
responder que no es así sino que se trata de que llevan
“uniformes vintage” y no se trata de ropa anticuada sino de
que la Ciudad prefiere que tengan una apariencia de
“descuidada elegancia”. ¿Y miren que bien le ha venido al
Gobierno de la Ciudad que se haya puesto tan de moda la ropa
“vintage? Pero como aquí nadie se chupa el dedo si no es por
haber achuchado la fresa en una copa con nata, todos sabemos
que la moda “vintage” no son trapos deteriorados por el uso,
sino modelos de veinte o más años, perfectamente conservados
y de buenas marcas. ¿Que mujer no ha soñado al menos una vez
en su vida con poseer embelesada un bolso “original” de Cocó
Chanel del modelo “2.55”? ¿Y quien no se desmayaría de
inmediato si tuviera el privilegio de ser la propietaria de
un “auténtico” Christian Dior de los años 50? ¿Ven? Un
Balenciaga no, al menos para mí y aunque tenga su propio
museo. Pero eso es “vintage” mientras que los ajados
uniformes de los Bomberos de Ceuta son sencillamente viejos
y encima sin el “charme” el encanto de la Alta Costura ni de
los delicados encajes victorianos. Lo que se dice “ir echos
unos zorros” y no lo merecen, porque están siempre en
primera línea y además son “de primera necesidad” y no
podemos vivir sin ellos y no es por los célebres y
codiciados “Almanaques de Bomberos” que hacen las delicias
del mujerío al ver tanto tío cachas en plan “musculitos de
gimnasio” pero al natural y sin riesgos de anabolizantes,
sino por la seguridad que nos da su presencia, porque se
sabe que siempre y en todo momento “van a estar” por la
feroz preparación física a la que se someten y porque son
valientes. Eso de poder utilizar la palabra “valor” y
exaltar esa cualidad que, a día de hoy, se tiene que buscar
con lupa y en determinados colectivos porque el resto de la
sociedad ha estado bastante amedrentada por la corrección
política como para hacer de la capacidad de asumir un claro
riesgo por los demás ya no sea considerada valor “normal”
sino heroicidad (por la falta de costumbre en un país donde
no existe ni la legítima defensa en condiciones), el hecho
de saberles valientes y capacitados para serlo a conciencia,
sin caer en la temeridad, pero sin vacilar en llegar los
primeros. Eso es un privilegio y no tiene precio.
|