Con las angustias que no llevamos
ni tres meses de año, y tenemos los tifones y huracanes con
los políticos, ya va saliendo el sol, entre vientos de
levante y de poniente, atrás se quedaron mis Carnavales, y
ya estan limpiando las candelerías de los pasos de bulla y
de misterio y por eso me acuerdo, que mi playita mi Ribera
es para mi como una bendición.
Claro está en estas páginas de opinión, que cuando nos
reunimos en nuestros foros de interés social y cultural como
no vamos a expresarnos y conlleva, que el respeto para todos
y la libertad de expresión y de cátedra. Yo me explico aquí
con los míos, los amantes de la playa, y para mí es como la
poesía al lugar, la cuarteta del popurrí sin terminar, los
suspiros y las pasiones, los lamentos y emociones, al ronear
de las olas y rumor de gaviotas, siempre estará allí.
Y respetando a esos que practican con total libertad, el
puenting, el alpinismo, el buceo, los parapentes y la barra
de bar, con esas cogorzas olímpicas, creo que a mi edad y
que el libro de los gustos, está en blanco, para mí la playa
es una necesidad, el salir airoso de toda la semana y
aprovechar el finde... esperando el buen tiempo a esas
alturas del año, ya he vuelto a batir mi record, doce años
después otra vez por febrero, el sumergirme en sus aguas
cristalinas.
Bajando a mi Ribera, mi rincón emblemático de mi Ceuta, es
como una promesa, una devoción el poder estar en la arena,
cuanto antes, año tras año, entrar en sus aguas, besandolas
y santiguarme con ella antes del baño, afición que como fiel
caballa, me sale del alma.
Si por mi fuera estaría con ella entre sus aguas, hasta una
eternidad, y con la mente cansada y el cuerpo extenuado, sus
frías aguas hacen el reposo y me hacen entregarme al brillo
de tu mar, cuan latino y mediterráneo, no podemos ignorar
que tenemos ese aire africano...
-Ignorante, el que está en la casa con el pijama, la
camiseta de dominguero de tirantes, con el marca y el
cigarro, yo que no olvido que fuí socorrista de la Cruz
roja, me siento orgulloso de haber ayudado a tantos
caballas, y a otros tantos de fuera, en muchos percances
habidos en la playa.
-Este que se ponía antes a jugar al futbol, los años han
pasado , pero que pena el entusiasmo no se ha perdido, y
recuerdo aquel día con el camerunés Guillerme, si aquel
morenito que nos hicimos un “mano a mano” echándonos una
partida de tiritos y quien paraba mejor... el se fué para su
tierra, entre abrazos y lágrimas de sus colegas caballas,
solidarios con los de otras costumbres, que vienen por
supuesto no a imponer... sino a integrarse en esta tierra.
Continuará...
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