El pasado 6 de marzo dos individuos de raza negra asaltaron
el establecimiento “Embrujadas” a punta de navaja, donde
inmovilizaron al joven propietario y se hicieron con varios
productos y el teléfono táctil de la víctima. Los ladrones
no pudieron hacerse con el “dinero” que repetían una y otra
vez en castellano, gracias a que el joven empresario logró
zafarse de su agresor y salir a la calle a pedir auxilio.
Según recoge la denuncia policial, los hechos se iniciaron
sobre las doce y media de la mañana del pasado 6 de marzo. A
esa hora dos hombres de raza negra accedieron al
establecimiento de “Embrujadas” que regente el joven
melillense Alejandro Alonso, con la intención de interesarse
por el precio de varios productos. El dependiente, que se
encontraba sólo en el local, fue respondiendo a las
consultas que le fueron formulando los dos individuos que no
concretaban compra alguna y que poco a poco se habían ido
situando en lugares opuestos de la tienda.
En un momento dado, uno de ellos se abalanzó por detrás
sobre el propietario del establecimiento rodeándole el
cuello con el brazo, apretándole fuertemente, al tiempo que
le golpeaba las piernas para que quedara tumbado en el
suelo. Allí, el agresor siguió inmovilizando a la víctima
con sus piernas, al tiempo que le amenazaba con una navaja
de unos 15 centímetros. Mientras el más corpulento le
gritaba en español “dinero, dinero”, el otro sujeto fue
apoderándose de algunos productos de la tienda, así como del
teléfono táctil del dueño de la tienda.
Pero el joven dependiente, a pesar del temor que sentía en
ese momento, no dudó en reaccionar para zafarse de su
agresor y, así, de improviso pudo erguirse y desestabilizar
a su agresor que se golpeó contra una estantería. Ya libre,
el empresario corrió hacia la caja registradora que cerró
con llave y logró salir a la calle donde comenzó a pedir
auxilio. Los dos asaltantes, al verse descubiertos, se
dieron a la fuga, perseguidos por algunos viandantes, pero
no pudieron darles alcance.
Alejandro fue conducido a la Jefatura Superior de Policía
donde elaboró la pertinente denuncia donde relató los
hechos. Allí también dio indicaciones precisas de las
características de los dos atracadores, que eran dos hombres
de raza negra, ambos de unos treinta años, uno más
corpulento que el segundo, que vestían de modo informal, que
uno de ellos tenía una cicatriz en la boca y otro llevaba
rastas en el pelo y un gorro de lana amarillo. La víctima
pudo reconocer a los dos asaltantes en las fotografías que
le mostró la policía con total claridad.
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