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cultura - DOMINGO, 11 DE MARZO DE 2012


Una de las aulas del CEIP Santa Amelia. ep

Educación / Comunidades de Aprendizaje
 

La educación que
viene, desde dentro

El CEIP Santa Amelia está embarcado
en un proyecto de transformación hacia la ‘Comunidad de Aprendizaje’, un modelo educativo que supone un importante cambio metodológico y de apertura al que asistimos desde sus propias aulas
 

CEUTA
Cristina Rojo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Son algo más de las nueve de la mañana y en el aula de 4ºB del Colegio Público Santa Amelia se encuentran, además de la profesora y los niños que habitualmente conforman la clase, cinco adultos más. Entre ellos se encuentran tres madres de alumnos de la clase, la tía de otra alumna, un joven contratado en el centro por el Plan de Empleo y una periodista. Nuestro objetivo durante esta mañana es participar en la formación de estos niños mediante lo que se denomina ‘grupos interactivos’, una actividad formativa integrada dentro de las prácticas habituales de los colegios que funcionan como Comunidades de Aprendizaje, una metodología educativa desarrollada por el catedrático de sociología catalán Ramón Flecha y del que forman parte cerca de 100 centros repartidos por toda España.

La apertura del Centro educativo hacia su entorno es una de las prioridades del proyecto, que busca el apoyo de familiares, vecinos y otros agentes sociales y su participación activa en la educación de los niños como un objetivo común. En Ceuta, el centro pionero es el CEIP Vicente Aleixandre y, gracias al apoyo y orientación del Centro de Profesores y Recursos (CPR) de Ceuta, Santa Amelia sigue su camino de cerca.

“Planteamos la iniciativa al claustro del centro como una opción para mejorar los resultados académicos y desde el principio hubo mucho entusiasmo”, explica la directora del colegio, Loli Villodres, que supervisa el desarrollo de las nuevas actividades en las que ya participan prácticamente la mitad de las aulas del centro.

“No es obligatorio, cada tutor elige si quiere desarrollar estas actividades, y cada vez son más los que se están animando”, afirma.Tanto los ‘grupos interactivos’ como el que se desarrolla en el aula de 4ºB como las ‘Tertulias literarias’, buscan el contacto de los alumnos con agentes educativos externos como los familiares u otros voluntarios, algo que favorece un tipo de aprendizaje distinto y que fomenta la participación del alumno.

Los estudiantes rotan en pequeños grupos de cuatro o cinco que van realizando actividades diferentes enfocadas a las competencias básicas, sobre todo lengua y matemáticas. Lectura, dictado, problemas y otras actividades se practican así en pequeños grupos en los que los alumnos aprenden a ayudarse unos a otros, bajo la atenta mirada de los denominados agentes externos (madres, padres u otros), que simplemente vigilan que la clase discurra con normalidad. Son los propios niños quienes, acostumbrados a este tipo de sesiones (aunque solo llevan cuatro) e ilusionados a partes iguales, integran al agente externo en la clase explicando cómo funciona la actividad. “Para los profesores es más relajado, y para los niños es casi un regalo”, dice la profesora África Alonso.

¿Qué es lo que más te gusta de los grupos interactivos? Le pregunto a uno de los niños, que responde: “Trabajar con las madres” . Y es que, tal y como confirman los tutores del centro, en esta y otras aulas, para los estudiantes, ver a su padre o a su madre en clase supone una auténtica motivación. “Son ellos quienes les piden a sus padres o familiares que vengan a clase y hay lista de espera para participar”, argumentan.

La familia en el ‘cole’

La mayoría de quienes acuden a estas sesiones, que se desarrollan una vez a la semana son madres; muchas de ellas no trabajan fuera de casa y pueden disponer de un par de horas, tras dejar a los niños en el colegio para permanecer en el centro.

Según explica la secretaria del Santa Amelia, Pepi Lardín, aquí reside otro de los aspectos clave de la transformación del centro. “Habíamos visto que uno de los problemas de los niños es que recibían poco apoyo para realizar las tareas en casa”. Pero Lardín explica que no es por falta de interés, sino porque muchas de estas madres no hablan castellano, con lo que, aunque quisieran, no podrían hacerlo.

Para contrarrestar esta carencia, el centro trabaja también desde el inicio de curso y con el apoyo del Ministerio de Educación en un proyecto de competencia lingüística. El programa consiste en ofrecer clases de castellano a madres musulmanas, profundizando en la terminología necesaria para interactuar fácilmente con el centro y apoyar a los niños en sus tareas. Esto, según explica la directora del centro constituye una auténtica transformación en la vida de estas mujeres, muchas de las cuales, con un alto número de hijos a su cargo, no disponen de tiempo para sí mismas.

“Les encantan estas clases, muchas dicen que es el único momento del día donde se pueden dedicar a sus cosas, algunas incluso se han comprado una chilaba nueva para asistir a las clases, como una especie de evento social”, comenta la responsable del taller, Suad Maimón.

De vuelta en 4ºB, en menos de dos horas los alumnos han realizado cinco talleres diferentes, trabajando con intensidad actividades que refuerzan las competencias básicas educativas. Al final del circuito, los alumnos dicen ordenadamente cuáles han sido sus actividades favoritas, cuáles han considerado más difíciles y qué opinión les merecen los agentes externos. Entre ellos, varias de las madres no hablan castellano. No importa, su mera presencia en el aula es positiva tanto para ellas como para los escolares.

Para Naya Mojtar Ahmed, que sí habla un perfecto castellano, esta es una oportunidad de sentirse útil. Acude a la clase con su sobrina y se muestra satisfecha por el tiempo invertido. “Estoy separada y acabo de volver a Ceuta después de trabajar durante muchos años en Barcelona y Tarifa. Me gusta sentirme parte de esto, y además me ha permitido reencontrarme con mi colegio, yo misma fui alumna del Santa Amelia”, explica.

Es pronto para comprobar resultados, pero después de dos intensas horas de actividad los alumnos de 4ºB terminan su grupo interactivo con amplias sonrisas y un gran aplauso. Un aplauso que podría interpretarse como, “gracias por ayudarnos a aprender”.
 

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