Son algo más de las nueve de la mañana y en el aula de 4ºB
del Colegio Público Santa Amelia se encuentran, además de la
profesora y los niños que habitualmente conforman la clase,
cinco adultos más. Entre ellos se encuentran tres madres de
alumnos de la clase, la tía de otra alumna, un joven
contratado en el centro por el Plan de Empleo y una
periodista. Nuestro objetivo durante esta mañana es
participar en la formación de estos niños mediante lo que se
denomina ‘grupos interactivos’, una actividad formativa
integrada dentro de las prácticas habituales de los colegios
que funcionan como Comunidades de Aprendizaje, una
metodología educativa desarrollada por el catedrático de
sociología catalán Ramón Flecha y del que forman parte cerca
de 100 centros repartidos por toda España.
La apertura del Centro educativo hacia su entorno es una de
las prioridades del proyecto, que busca el apoyo de
familiares, vecinos y otros agentes sociales y su
participación activa en la educación de los niños como un
objetivo común. En Ceuta, el centro pionero es el CEIP
Vicente Aleixandre y, gracias al apoyo y orientación del
Centro de Profesores y Recursos (CPR) de Ceuta, Santa Amelia
sigue su camino de cerca.
“Planteamos la iniciativa al claustro del centro como una
opción para mejorar los resultados académicos y desde el
principio hubo mucho entusiasmo”, explica la directora del
colegio, Loli Villodres, que supervisa el desarrollo de las
nuevas actividades en las que ya participan prácticamente la
mitad de las aulas del centro.
“No es obligatorio, cada tutor elige si quiere desarrollar
estas actividades, y cada vez son más los que se están
animando”, afirma.Tanto los ‘grupos interactivos’ como el
que se desarrolla en el aula de 4ºB como las ‘Tertulias
literarias’, buscan el contacto de los alumnos con agentes
educativos externos como los familiares u otros voluntarios,
algo que favorece un tipo de aprendizaje distinto y que
fomenta la participación del alumno.
Los estudiantes rotan en pequeños grupos de cuatro o cinco
que van realizando actividades diferentes enfocadas a las
competencias básicas, sobre todo lengua y matemáticas.
Lectura, dictado, problemas y otras actividades se practican
así en pequeños grupos en los que los alumnos aprenden a
ayudarse unos a otros, bajo la atenta mirada de los
denominados agentes externos (madres, padres u otros), que
simplemente vigilan que la clase discurra con normalidad.
Son los propios niños quienes, acostumbrados a este tipo de
sesiones (aunque solo llevan cuatro) e ilusionados a partes
iguales, integran al agente externo en la clase explicando
cómo funciona la actividad. “Para los profesores es más
relajado, y para los niños es casi un regalo”, dice la
profesora África Alonso.
¿Qué es lo que más te gusta de los grupos interactivos? Le
pregunto a uno de los niños, que responde: “Trabajar con las
madres” . Y es que, tal y como confirman los tutores del
centro, en esta y otras aulas, para los estudiantes, ver a
su padre o a su madre en clase supone una auténtica
motivación. “Son ellos quienes les piden a sus padres o
familiares que vengan a clase y hay lista de espera para
participar”, argumentan.
La familia en el ‘cole’
La mayoría de quienes acuden a estas sesiones, que se
desarrollan una vez a la semana son madres; muchas de ellas
no trabajan fuera de casa y pueden disponer de un par de
horas, tras dejar a los niños en el colegio para permanecer
en el centro.
Según explica la secretaria del Santa Amelia, Pepi Lardín,
aquí reside otro de los aspectos clave de la transformación
del centro. “Habíamos visto que uno de los problemas de los
niños es que recibían poco apoyo para realizar las tareas en
casa”. Pero Lardín explica que no es por falta de interés,
sino porque muchas de estas madres no hablan castellano, con
lo que, aunque quisieran, no podrían hacerlo.
Para contrarrestar esta carencia, el centro trabaja también
desde el inicio de curso y con el apoyo del Ministerio de
Educación en un proyecto de competencia lingüística. El
programa consiste en ofrecer clases de castellano a madres
musulmanas, profundizando en la terminología necesaria para
interactuar fácilmente con el centro y apoyar a los niños en
sus tareas. Esto, según explica la directora del centro
constituye una auténtica transformación en la vida de estas
mujeres, muchas de las cuales, con un alto número de hijos a
su cargo, no disponen de tiempo para sí mismas.
“Les encantan estas clases, muchas dicen que es el único
momento del día donde se pueden dedicar a sus cosas, algunas
incluso se han comprado una chilaba nueva para asistir a las
clases, como una especie de evento social”, comenta la
responsable del taller, Suad Maimón.
De vuelta en 4ºB, en menos de dos horas los alumnos han
realizado cinco talleres diferentes, trabajando con
intensidad actividades que refuerzan las competencias
básicas educativas. Al final del circuito, los alumnos dicen
ordenadamente cuáles han sido sus actividades favoritas,
cuáles han considerado más difíciles y qué opinión les
merecen los agentes externos. Entre ellos, varias de las
madres no hablan castellano. No importa, su mera presencia
en el aula es positiva tanto para ellas como para los
escolares.
Para Naya Mojtar Ahmed, que sí habla un perfecto castellano,
esta es una oportunidad de sentirse útil. Acude a la clase
con su sobrina y se muestra satisfecha por el tiempo
invertido. “Estoy separada y acabo de volver a Ceuta después
de trabajar durante muchos años en Barcelona y Tarifa. Me
gusta sentirme parte de esto, y además me ha permitido
reencontrarme con mi colegio, yo misma fui alumna del Santa
Amelia”, explica.
Es pronto para comprobar resultados, pero después de dos
intensas horas de actividad los alumnos de 4ºB terminan su
grupo interactivo con amplias sonrisas y un gran aplauso. Un
aplauso que podría interpretarse como, “gracias por
ayudarnos a aprender”.
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