Sin lugar a dudas, Barcelona tiene un no sé qué que la hace
extremadamente cosmopolita y entrañablemente acogedora.El
primer sábado del mes de marzo no se presenta con buenos
augurios sobre la estabilidad climática.
Un esbozo de nubes, del orden picassiano, cubre buena parte
del cielo barcelonés y, en un momento crucial como es el de
disponerse a salir uno a la calle, un par de nubes “tontas”
se hacen las locas y, abriendo sus vientres, depositan una
chorreada de agua mientras sus compañeras la miran coléricas
por adelantarse tanto al concierto común del tiempo.
No dura mucho el ‘libertinaje’ de esos dos nubes “tontas” y
segundos después les da por recuperar el agua soltada
mediante evaporación.
Muchos ciudadanos barceloneses, con un buen número de
caballas residentes en la ciudad condal, se aprestan con sus
mejores vestimentas para asistir a la XVI Cena de Gala de la
Federación de Casas Regionales y Entidades Culturales de
Catalunya, que preside el ceutí, nuestro buen amigo, Julio
Ríos Gavira.
Una zona, aledaños del Parque de Montjuic lugar habitual de
ferias y congresos, donde resulta casi imposible aparcar,
más que nada por el cercano cuartelillo de la Policía Local,
y un lugar, el cosmopolita Hotel Fira Barcelona (Fira, en
catalán, quiere decir Feria) totalmente copado de clientes
–turistas y asistentes a los actos de las ferias y congresos
que con frecuencia se celebran, en último relacionado con
los móviles- y un rincón, el Salón Verdi, donde se celebra
la Gala.
Instantes previos a la cena propiamente dicha, el cronista
se encuentra con una sorpresa de la que nadie, obviamente no
sería sorpresa, le ha avisado: la presencia de uno de los
hombres más carismáticos y populares del país: el
seleccionador nacional de fútbol, campeón del mundo en
Sudáfrica 2010, Vicente del Bosque González, marques del
Bosque.
Después de los saludos de rigor, este cronista se dirige al
responsable de semejante sobresalto, Julio Ríos, y le espeta
sobre la presencia del seleccionador en el hotel.
Me dice Julio que estaba anunciado hace tiempo y que era por
el homenaje al reconocimiento de su labor, la del Bosque, y
que ya había avisado a Rafa Corral , el presidente de la
Casa de Ceuta y enlace permanente con el cronista, de ello.
Centrémonos en la crónica
Comienza el acto. Una sala dispuesta para ofrecer unos
aperitivos basados en el diseño culinario más que en el
intento por dar sabores raros a una tapas diseminadas por
las mesas de tablero circular; una larga y rectangular mesa
copada por vasos, copas y botellas de diversas bebidas
espirituales y no tan espirituales, desde la que un afanoso
camarero va sirviendo bebidas a los asistentes. Pasa unos
minutos y el pobre camarero no puede más por lo que solicita
la ayuda extra de una de las camareras del hotel.
Entre los asistentes, que permanecen de pie a la espera de
entrar en el salón Verdi, otros camareros remolonean con
bandejas apoyadas en la mano derecha y, con perfecto
equilibrio, vas sirviendo tapas a diestro y siniestro. A
destacar la crema de mariscos servida en un pequeño tubo,
que parece uno de esos tubos de ensayos analíticos, que
siempre deja ganas de pedir más. Un sorbito de esa crema
enciende el deseo pantagruélico.
En una esquina de la zona VIP, a la que se accede siendo
alguien un poquito importante, se encuentra el seleccionador
nacional de fútbol y, al mismo tiempo, marqués del Bosque
acompañado por Julio Gavira y por José Donaire, el
secretario general de la Federación, pendientes de que el
ilustre marqués escriba algo en el libro de honor, cosa que
hace de manera sosegada a pesar de la insistencia de
algunos, sobre todo algunas, en hacerse la foto.
Ya sentados en sus respectivos sitios, los comensales dan
comienzo a la cena que estaba compuesta por un entrante de
pomposo nombre pero de vulgar presencia: ensalada de láminas
de bacalao (en intentos de imitar al salmón) y gambas
marinadas en aceite de nueces, para dar paso al segundo:
Lomo de lubina salvaje horneada al estilo tradicional (si se
puede encontrar un estilo tradicional en un hotel
supermoderno) para rematar todo eso con el postre
configurado en una banda hojaldrada de frutas.
Lo que extraña al cronista es que denominaran a las lubinas
salvajes. Nunca lo había oído, si bien por el sabor y el
tacto se comprenden los intentos de los artistas culinarios
del hotel en presentar una imagen que peca de artificiosa:
son lubinas de criadero, por cuanto atrapar a cientos de
lubinas, que colmen las ansias culinarias de cerca de 200
personas, al curricán resultaría imposible. Aunque con
palangre pudiera ser. Además son peces solitarios, excepto
cuando son jóvenes.
Después de los postres y el consabido café, comienza el acto
en sí con la presentación de las Reinas de las diversas
casas regionales, lamentando la ausencia de la representante
de la Casa de Ceuta en Barcelona por encontrarse
indispuesta.
Después del nombramiento de la Reina de la Federación, se
procede a otorgar a nuestra entidad representativa, la Casa
de Ceuta en Barcelona, del galardón mediante el cual se la
reconoce como entidad ejemplar por sus relevantes méritos en
el campo de la Cultura Popular y Social en Barcelona y en
Catalunya. Un poco raro ve el cronista que se trate de
diferenciar Barcelona de Catalunya.
El galardón, una placa artísticamente grabada, lo recoge
Rafael Corral, presidente de la Casa, de manos de otro
ceutí, Julio Ríos, presidente de la Federación con lo que
todo parece quedar en casa.
Después de recibir el premio, y con la vena que le
caracteriza, Rafa habla a los presentes con palabras
emocionadas y engrandecidas por el agradecimiento “… Quiero
dar las gracias, ante todo, a la Federación por este
nombramiento, a las instituciones catalanas y a la Ciudad
Autónoma de Ceuta, por el apoyo tan necesario para nuestra
andanza. Pero sobre todo a los socios, pues sin ellos no
existiríamos y, por último, nombrar y agradecer a estas
mujeres y hombres que me acompañan en la Junta Directiva,
trabajando y luchando para hacer posible las actividades que
desarrollamos, tanto culturales como lúdicas, y de expansión
del conocimiento sobre nuestra ciudad…”
Terminado este acto se pasó el testigo a Vicente del Bosque,
a quién se le entregó un obsequió en forma de mano como
reconocimiento por una vida dedicada al deporte, con el
telón de fondo del Campeonato Mundial obtenido en Sudáfrica
2010.
Regresa a su silla en la mesa el seleccionador nacional y,
desde ese momento, se ve asediado por casi todos los
asistentes a esta XVI Cena de gala que culmina una noche
plagada de éxitos en todos los aspectos.
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