Estamos tocando con las puntas de los dedos el límite de lo
que debe estar permitido y de lo que no, y nos estamos
encontrando con la defensa del derecho a la paternidad o
maternidad por encima del derecho a la libertad de tantos y
tantos menores que viven bajo el umbral de la presión
ambiental del maltrato. Desde la Asociación Búscome estamos
observando a unos niños y a unas niñas que describen una
agresión con normalidad, de forma natural “Mi hermana tiene
una ropa muy chula y cuando crezca dice que me la va a
dejar” y al rato “y mi padre no para de cerrar la puerta a
mi madre cuando ella no quiere hablar con él” ¿Sabes? Nos
dicen, “yo cierro la puerta de mi cuarto o me pongo la
música y así no escucho nada, aunque a veces tengo que salir
para abrazar a mamá”.
El problema viene cuando esa mujer decide poner fin a largos
años de tortura, consigue salir del círculo de la violencia,
el hombre es condenado de la misma manera que es sentenciado
a ejercer un derecho de visita hacia su hija y entonces, lo
que parece ser el fin de una historia que acaba en denuncia,
se convierte en la repetición de los mismos patrones de
conductas hacia su nueva pareja. La hija lo vuelve a
presenciar todo, con la única diferencia que a quien
insulta, pega, coacciona e intimida ya no es a su madre.
Algo estamos haciendo mal, nos estamos olvidando de proteger
a quienes lo necesitan de igual manera o más que a las
mujeres. Éstas que en su mayoría deciden cerrar puertas a la
Violencia de Género recuerdan la campaña de “Hazlo por ellos
y por ellas” y piensan, lo hice, lo logré, estoy bien,
tranquila, superando cada día las marcas de quien me quiso
controlar, pero, ¿Y ahora? ¿Quién cierra la puerta a mi
hija? El maltratador no deja de serlo, el machismo andrógeno
le persigue y su dominio es tal, que a veces deciden pasar
por encima de sus propios hijos e hijas que son usados como
medios de control hacia las madres.
Habrá quién a leer esto piense ¿Y las mujeres que impiden
esas visitas? Y les diremos, también. La asociación está en
contra de todo aquello que sobrepasa la cordialidad,
mediación, objetividad y coherencia de unas relaciones
positivas y sin censuras, pero también sabemos, que nuestra
defensa tiene nombres y apellidos: Violencia de Género y
ésta es la que ejerce el hombre hacia la mujer simplemente
por serlo.
En la actualidad hay más de 800.000 menores que sufren esta
violencia y ¿Qué valores pueden enseñar esos padres? ¿Y cómo
se va a recuperar la mujer que tiene que seguir manteniendo
un contacto con la misma persona que ha intentado quitarle
la vida? Algo va mal, y en ese camino tenemos que estar
todos y todas para decir que tolerancia cero, justificación
nula y compresión en suspensión. Hemos trabajado el previo a
la denuncia, nos queda el después. Lo lograremos, creemos en
ti.
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