El sábado sobre las siete de la tarde el sastre se marchó a
casa de su amigo Pajares, donde antes había mandado a toda
su familia. Pajares fue el promotor principal y uno de los
fundadores de la logia LIXUS, en 1.926. Antes, el sastre le
había dicho a Soto que fuera a preguntar a la Jefatura de
Policía por si le buscaban. Efectivamente no hizo falta que
Soto llegase a la Jefatura, antes, el muchacho que
habitualmente les llevaba el hielo a su casa se lo dijo.
El Teniente del Batallón de las Navas, nº 2 José Campos
Justo había recibido órdenes precisas. La muerte de Bozas y
de Reinoso no iba a quedar impune. Citó a todos los agentes
de policía y a todos los considerados extremistas. De la
Jefatura del Territorio le hicieron llegar los documentos
inculpantes. No le hizo falta mucho tiempo, entre el 27 y el
30 de julio les tomó declaración y para mejor proveer
registró la casa de los sospechosos. Entre ellos el sargento
de Ingenieros Crespo Andrade, el sastre Jiménez, el
veterinario Eulogio Fernández, el practicante Chacón, al
funcionario de telégrafos Victoriano Fuminaya, al maestro
Matamala y al exguardia civil Domínguez del Barrio. Pruebas
“evidentes” les inculparon. A los militares la
hoja-manifiesto de la UMRA (Unión Militar Republicana
Antifascista) en contra de un golpe militar. A los civiles
de casi todo: desde cartas de la logia masónica firmadas por
Jiménez, o por Matamala, cartas con propuestas antifascistas
de Domínguez del Barrio, a críticas contra el Casino Español
firmada por Fuminaya como miembro de la Agrupación del
partido socialista obrero español de Larache, calificándolo
de cueva fascista, o contra la institución de la Mehaznía
armada por su utilización contra los trabajadores y su coste
para España que cifraban en 12 millones de pesetas legado
según decían del verdugo del Comandante Doval. A Doval le
tocó la responsabilidad de la guardia civil en los sucesos
de Asturias de 1.934 y ahora la organización de la
Comandancia de la Guardia Civil de Marruecos. También
El teniente Campos no lo dudó: el 1 de agosto propuso elevar
las actuaciones por los indicios que dedujo contra el sastre
Jiménez, Victoriano Fuminaya, Antonio Chacón, César Gilardi
y Manuel Domínguez del Barrio a una causa militar en toda
regla. Y pidió por telegrama al Auditor de Guerra de las
Fuerzas Militares de Marruecos en Ceuta la aprobación. Y el
2 de agosto el telegrama fue taxativo: “El Auditor Guerra
Fuerzas Militares Marruecos. Al Teniente Juez Bon Caz, Las
Navas 2, José Campos. Apruebo elevación causa diligencias
previas instruye contra paisano Manuel Giménez Díaz y cuatro
más por infracción bando declarando estado de guerra,
significándole dicha causa queda registrada esta Auditoría
al nº 303 del año actual. Acuse recibo”. El teniente Campos
aprovechó para someter al procedimiento a 20 más. No hizo
falta mucho procedimiento. El día 4 de agosto Don Francisco
Allue Martínez y Don Tomás Romero Sánchez, capitán y
teniente médicos de Larache practican la autopsia a
Domínguez del Barrio que presenta varias heridas por arma de
fuego, siendo causante de la muerte una que tiene el
orificio de entrada en tercio superior de la cara anterior
de la región costal derecha y salida por la región lumbar a
nivel de la segunda vértebra atravesando el tejido pulmonar
con hemotórax correspondiente. Tal como declaró Buendía, que
había sido el anterior jefe de policía antes que Gilardi,
era un dirigente de filiación comunista por lo que fue
detenido en 1.934, nocivo para la sociedad y la Patria por
sus ideas y que aunque no tenía antecedentes punibles era
obvio que eran personas no gratas. A María la llamaron el
día 9 de agosto para devolverle los efectos personales de su
marido: 1 manta, sábanas y 1 colchón, 1 pantalón y 1
chaqueta, 1 mono blanco, toallas, camisetas y pañuelos, 1
servilleta, 1 par de sandalias y 1 par de zapatos de color,
1 tarro de mermelada y 1 lata de carne en conserva medio
vacíos, plátanos, varios pedazos de chocolate, 1 tenedor y 1
cuchara, 1 brocha de afeitar y jabón, 1 peine, 1 lápiz y 1
carterita con tarjetas y 1 libreta con documentos y
fotografías. Su destino, como el de varios millones de
españolas quedaría para siempre marcado con la muerte de su
marido para ella y para sus 2 niños y sus 2 niñas.
Solo quedaba vivo Gilardi, que tampoco duró mucho en ese
estado, el 27 de agosto le fusilaron también. Aunque el
Comandante de Caballería Domingo García Fernández,
continuaría la causa como Juez Permanente del Territorio de
Larache. Algunas de las actuaciones duraron hasta casi
finales del año 1936. Entre ellas las declaraciones de todos
los agentes de policía (Alcázar, Muro, Rodríguez, García
Viano, Buendía) y la declaración de Soto, el ayudante del
sastre. A Soto no hizo falta que le presionasen mucho. Lo
cantó todo y de todos. Inculpó al sargento de artillería
Manuel Bajo, al sargento de Ingenieros Montes, al capitán
veterinario, al practicante Chacón, al maestro Matamala, a
Pedrosa, a Subiza, a Vázquez empleado de la Junta Municipal,
a Cristóbal de Lora, y hasta un total de 16. Antes de la
vista del consejo de guerra había ya 21 fusilados, de entre
ellos todos los anteriores. Y todos localizados casualmente
frente a las tapias del cementerio cristiano.
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