LUNES 27.
Con la que está cayendo últimamente en relación con los
jueces, ya sea por el caso Baltasar Garzón, ya por el
de Iñaki Urdangarin, me acuerdo de la siguiente
historia contada en sus memorias por Antonio Puigvert,
eminente urólogo barcelonés. Habla en ellas, entre otros
muchos personajes tratados por él, de un juez llamado
Carlos Calamita y Ruy-Vamba, cuya amistad entre
ambos se hizo realidad debido a la enfermedad de éste.
Cuenta así lo ocurrido: En los años de la República que
precedieron a la guerra civil que asoló al país, don Carlos
Calamita y Ruy-Vamba, en funciones de juez de guardia en
Madrid, procedió al interrogatorio de un joven abogado,
airoso y elegante, que había sido detenido con motivo de su
actividad en una manifestación callejera que degeneró en
conflicto de orden público. Durante el interrogatorio, el
joven abogado se insolentó y en un arrebato de furia tomó un
pesado tintero que se hallaba sobre la mesa del Juzgado y lo
arrojó sin contemplaciones a la cabeza del juez. El señor
Calamita incoó de oficio el correspondiente proceso por
desacato a la justicia y procedió al encarcelamiento del
detenido. El joven abogado se llamaba José Antonio Primo
de Rivera. Al término de la guerra civil, don Carlos
Calamita fue procesado, separado temporalmente de la carrera
judicial, y por temor a represalias personales, con motivo
de aquel incidente, abandonó Madrid trasladándose a
Barcelona, donde no era conocido y podría malvivir en paz en
la casa de su hermano político, que le dio cobijo. Años
después, aquel hombre, conservador, de amplia y exquisita
cultura, de justo criterio como correspondía a su formación
y a su carrera, fue repuesto en la judicatura, pero
postergado a la Audiencia de Madrid cuando por su categoría
y antigüedad le correspondía el Tribunal Supremo. Pasan los
años, pero los hechos se siguen repitiendo. Aunque se
emplean otras armas.
Martes. 28
Cada equis tiempo, María del Rosario Cenizo Rodríguez
viene a Ceuta con la misma ilusión de siempre. Pasa en la
ciudad dos o tres días y se vuelve a la Península con lo que
ella llama sus deberes cumplidos: que no son otros que haber
disfrutado plenamente de la ciudad. Charo es Vicedecana de
Ordenación Académica. Facultad de Comercio y Gestión.
Universidad de Málaga. Y es mujer siempre dispuesta a
conversar de cuanto haya que hacerlo. Como profesora de
Derecho civil, yo aprovecho sus estancias en esta tierra
para dármelas de saber algo del asunto. Pero pronto me quedo
sin recursos ante ella. Hoy nos ha tocado charlar sobre la
primera vez que ella vino a esta tierra con sus padres. Y lo
hacemos mientras paseamos por sus calles céntricas. De
aquella ciudad, finales de los setenta y comienzos de los
ochenta, queda ya muy poco. Luego, cuando compartimos
sobremesa con otros amigos, a mí me gusta enrollarme con
anécdotas de un pasado que ella no vivió y que le parece que
a mí me agrada sobremanera darles un toque de exageración.
Y, como siempre que nos vemos, acabo diciéndole que los
hechos no son como pasaron sino como uno los recuerda. En
fin, que una vez más he tenido la suerte, la misma que sus
otros amigos presentes en la reunión, de pasar unas horas
estupendas en su compañía. Charo, vuelve cuanto antes. Le
gritamos a coro sus amigos.
Miércoles. 29
No recuerdo si Aurelio Mata Padilla y María del
Carmen Godino han pasado ya por esta página donde mis
amigos tienen siempre cabida ni tampoco me voy a poner a
comprobarlo, así que vuelvo a hablar de ellos aunque me
repita, ya que ambos se merecen la insistencia del homenaje.
De Aurelio Matas, arquitecto él, debo decir que me era más
conocido por ser fan destacado de la Asociación Deportiva
Ceuta que por su profesión. Hasta que un día estuve en el
sitio justo y con las personas apropiadas y pude enterarme
de que también él cuenta con muchos admiradores como
arquitecto y, desde luego, hablan y no acaban de sus valores
personales. De modo que aprovecho la ocasión, durante una
larga sobremesa, para hacerles el artículo de palabra y
ahora repetirlo por escrito. A fin de que lo dicho pueda
quedar para siempre registrado en la hemeroteca. AM, memoria
prodigiosa donde las haya, me premia cuando saca a relucir
pasajes de mi vida como entrenador, allá en los años de
Maricastaña. Más o menos cuando él estudiaba la carrera en
Sevilla, gracias al sacrificio de sus padres. Una carrera de
arquitectura que ejerce de manera brillante. Tampoco hace
ninguna falta que yo lo diga. Puesto que así lo manifiestan
los edificios que se yerguen en la ciudad con su firma y,
sobre todo, con su estilo.
Jueves. 1
En el mes de octubre, del año pasado, le dediqué una columna
a Alfonso Conejo, merecida en toda regla, por un acto
que puso de manifiesto su categoría personal. La que siempre
ha tenido. Pues bien, desde aquel día nunca más tuve la
oportunidad de pararme con él a charlar un rato. Tal y como
ha sucedido esta tarde en la avenida del Alcalde
Sánchez-Prado. Y hemos vuelto a conversar sobre asuntos
locales que nos interesan, y lo hemos hecho con la franqueza
consiguiente. Debido a que ambos sabemos que nuestro
conversar no se traduce en materia de correveidiles. A mí, y
creo haberlo resaltado no pocas veces, AC me parece un
político desaprovechado. Y no veo ninguna necesidad en
ponerme a enumerar ahora sus cualidades. Que son más que
conocidas por cuantos lo trataron cuando participaba
activamente en ella. Y, aunque las comparaciones sean
tenidas por odiosas, válgame el tópico para recordar que uno
suele preguntarse cómo es posible que Conejo lleve mucho
tiempo viviendo su ostracismo político mientras otros siguen
yendo en el machito y sin dar un palo al agua.
Viernes. 2
Al margen del desdichado arbitraje de Salvador Alcaraz
Yáñez, en el partido de la Copa de Federación entre la
Asociación Deportiva Ceuta y el Lemona, leo que el primer
equipo de la ciudad juega tres partidos seguidos en el
Alfonso Murube. Además de estar de por medio una de las ya
clásicas jornadas de descanso por retiradas de equipos. Ay,
cuántas veces conté lo que pensaba Pablo Porta,
presidente de la Real Federación Española de Fútbol,
respecto a la Segunda División B: “Esta categoría nace
muerta”, dijo. Y explicó los motivos. Motivos que yo me he
hartado de airear. En fin, a lo que iba y perdonen la
digresión: que a Sergio Lobera, debido a la bonanza
del calendario, se le presenta la oportunidad de situar a su
equipo entre los que cuentan con aspiraciones de jugar la
promoción de ascenso. Está en su último tramo de
oportunidades. Y debería ser capaz de influir en sus hombres
para conseguir lo que sería un logro ansiado. En realidad,
la plantilla que tiene es de las mejores del grupo IV.
Sábado. 3
Día primaveral. Tras darme mi paseo por el centro de la
ciudad, acabo tomando el aperitivo en los lugares de
costumbre. En uno de ellos, de lo mejorcito que hay ahora
mismo en Ceuta, coincido con una pareja con la que me pongo
a pegar la hebra. Pasado un tiempo, ella va y me dice que es
sobrina de Carlos García Bernardo. Y a mí me agrada
sobremanera tener la oportunidad de hablarle de su tío,
cuando pronto se van a cumplir tres años de lo suyo. La
sobrina de Carlos se llama Mercedes, y a fe que
charlar con ella y con su pareja me resulta la mar de
agradable. Mercedes quiere saber de su tío y de cómo se
forjó mi amistad con él. Y yo no tengo el menor
inconveniente en ponerla al tanto de unas relaciones que
fueron de menos a más. Y que acabaron siendo entrañables. A
Carlos, le digo, lo conocí yo en El Puerto de Santa María.
Sucedió en el Hotel Puerto Bahía, sito en la Playa de
Valdelagrana, un domingo de primavera de principio de los
ochenta. Y a partir de entonces nunca dejamos de hablar de
fútbol y de cuanto se encartara. Mercedes, mujer agradable,
educada, y magnífica conversadora, supo prestarme toda la
atención del mundo.
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