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OPINIÓN - SÁBADO, 3 DE MARZO DE 2012

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Torres Dulce, Fiscal General del Estado,
tendría que ‘poner las pilas’ en Ceuta

Por Rachid Hamed


El Libro Blanco de la Fiscalía recogerá, en el plazo de un año, una “radiografía” de la institución realizada por los propios fiscales, de arriba abajo, que permitirá movilizarla y someterse a un examen de conciencia crítico y autocrítico sobre la situación actual que atraviesa.

El Fiscal General del Estado, Eduardo Torres Dulce tiene claro que la Fiscalía debe modernizarse y contar con unos fiscales muy implicados en la tarea que les debe ocupar como Ministerio Público.

Este examen, ‘autocrítico’, que pretende ser la base para una mejora sustancial de la labor a desarrollar llega, sin duda, porque la Fiscalía hace aguas y se hace necesario recuperar las esencias innatas de un órgano que debe ser el azote de quienes atentan sistemática contra las leyes y contra el estado de derecho.

Torres Dulce deja entrever, con esta acción, que hay mucho por hacer y que en todos los lugares cuecen habas. Al Fiscal General del Estado le convendría darse una vuelta por Ceuta, a ser posible de incógnito, para examinar personalmente el estado de su institución y de un personal que parece haber perdido el ‘punch’ profesional y la garra necesaria para instar a los jueces, con su labor constante, a que paguen los que la hacen.

Si hace unos días supimos que unos catorce detenidos por actos vandálicos-delictivos (quema de coches, contenedores, apedreamientos a autobuses o vehículos policiales…) se encuentran ya en sus casas habiendo salido de ‘rositas’, el desánimo social provocado es absoluto y los jueces, que tampoco parecen con mayor interés, también ayudan a ello.

Ni fiscales por un lado, ni jueces por otro, están demostrando que viven en Ceuta. Existe una verdadera alarma social por lo que ocurre en las calles sin que ello esté sirviendo para adoptar medidas especiales. No es normal el ingente número de quema de vehículos, ni de apedreamientos a la policía o vehículos de servicio público.

Ni que decir tiene, que los primeros -que han de lidiar con la delincuencia: Policía y Guardia Civil- andan con un nivel de desmotivación clara provocado por eso mismo, porque en este escenario donde se concita la labor de varios actores fundamentales, hay unos que muestran verdadero profesionalidad e implicación, y otros que se dejan ir. La desidia y la indolencia, que raya la negligencia, es peligrosa si la que paga tamaña falta de interés es la población.

Los fiscales en Ceuta sufrirán, como todos los profesionales del sector de la Justicia en esta ciudad, la falta de instalaciones adecuadas, y de una mejor organización si se quiere. Nada nuevo bajo el sol en otros sectores, sobre todo del privado en el que los trabajadores han de dar mucho de sí para mantener el nivel de competitividad exigido por un módico precio, muy ajustado al salario mínimo. Por lo tanto, dadas las circunstancias, conviene que los profesionales del Ministerio Público en la ciudad autónoma vuelvan a entusiasmarse con su profesión y ser los garantes de la tranquilidad de los ciudadanos de bien.

Tienen que ser los azotes de los delincuentes y los primeros colaboradores con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que son los que forman la otra pata de la Administración General del Estado en estos temas de seguridad ciudadana. Pero también deben ser los que no cejen en el empeño ante cierta laxitud judicial.

Los ciudadanos de Ceuta, de verse desprotegidos, pueden remitir a Torres Dulce sus quejas. Asociaciones vecinales y sociales y, por qué no, los sindicatos y asociaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Queridos fiscales, no hay que bajar los brazos. En serio, se nota demasiado.
 

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