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OPINIÓN - SÁBADO, 3 DE MARZO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Los problemas del gobernante
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La última vez que crucé unas palabras con Juan Vivas fueron para darle el pésame por la muerte de su madre. Confío en que la memoria no me falle en esta ocasión. Aunque qué importancia podría tener si acaso yo estuviera equivocado en la fecha.

Aquel día, en el tanatorio, y desde sitio adecuado, pude observar al presidente, sin caer en la indiscreción, y me di cuenta de que el paso del tiempo no envejece tanto como permanecer en el poder, sea este impuesto o no (la frase no es mía, pero no haré el menor esfuerzo en levantarme para buscar el nombre de su autor).

Debo confesar, aun exponiéndome a que le dé al presidente Vivas un ataque de coquetería maltratada, que lo hallé desmejorado, venido a menos en su lenguaje corporal, y las bolsas acentuadas debajo de sus ojos delataban el estado fatigoso de un dirigente que había perdido la lozanía de quienes acceden a los cargos y son capaces de conservarla durante varios años.

Fue en aquellos momentos, cuando dije para mí: a este hombre hace ya mucho tiempo que los problemas del gobernante le van minando la salud sin solución de continuidad. Seguro que lleva mucho tiempo padeciendo el mal del despacho en el cual tomar decisiones es tarea ineludible.

De cualquier manera, le di respuesta a mis pensamientos: dicen que gobernar es el costoso resultado de habilidad, paciencia, inteligencia e imaginación. Y, tras analizar todas esas cualidades, no tuve el menor empacho en reconocer que una media de todas ellas redundaría a favor de Vivas en un promedio de condición por encima del aprobado.

Luego, dejando volar mi imaginación, que a veces me da buenos resultados, desdeñé que la inspiración formara parte de la forma de actuar de Vivas, e incluso comprendí que era mejor así, por más que ésta pueda intervenir en ocasiones concretas y hasta consiga réditos. Eso sí, del carisma ni hablo. Nada tiene que ver el encanto con que un político se afane en aparecer afable y educado y haga de la llaneza su escudo de armas ganador de elecciones por mayoría absoluta.

A propósito: a veces obtener mayoría absoluta llega a ser motivo de descuido por parte de quienes las consiguen. Quizá porque hacerlo con mayoría relativa requiere más cacumen, más seriedad y más sabiduría política. Pero lo dicho es cuestión de gusto. Todo político lo que desea fervientemente es ganar las elecciones como las ha venido ganando JV. De hecho, ahí está Mariano Rajoy: antes vilipendiado por periodistas afines a la derecha y ahora a los mismos les importaría nada y menos abrocharle la cremallera de la entrepierna. Si así lo reclamara.

A lo que iba, que los tiempos han cambiado, para mal, y esos tiempos han cogido ya a Vivas saturado de problemas, lógicamente estresado, y necesitado de ayuda de los suyos. De todos los suyos. Pero, ay, muchos de ellos se quedaron a mitad de camino. De un camino que le tocará recorrer a él con las personas que en su momento obtuvieron su confianza. Si acertó o no, el tiempo lo dirá.

Así pues, cada día que pasa va creciendo la alegría compartida por Juan Luis Aróstegui y Mohamed Ali; convencidos ambos de que la crisis económica les está proporcionando la oportunidad de apabullar al presidente de la Ciudad. Alí y Aróstegui, por más que se rían a carcajadas, tienen el mismo destino: ser lo que son…
 

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