Sorprende conocer el contenido
íntegro de un Informe de Gestión elaborado por la Ejecutiva
socialista con motivo de la celebración de un Congreso
Regional en el que obvian cualquier referencia a los
resultados electorales cosechados en los últimos comicios
celebrados, la mayor derrota de la historia socialista. A
pesar de todo ello, el documento en cuestión presenta al
partido socialista como la única fuerza política de progreso
capaz de dar un nuevo impulso a esta ciudad obviando
responsabilidad alguna en la delicada situación que
atraviesa un país que supera los cinco millones y medio de
desempleados y un déficit público que alcanza el 8,51%.
Los españoles somos plenamente conscientes de la negativa
del partido socialista a reconocer en los prolegómenos de
las Elecciones Generales de 2008, por intereses
electoralistas, las advertencias realizadas por prestigiosos
expertos relativas a la aparición de los primeros síntomas
de una crisis que atenazaría meses después a la economía
española. Unos dirigentes socialistas que reconocieron
tardíamente los efectos de una recesión económica que nos
llevaría a nuestra actual situación sin adoptar las medidas
conducentes a aliviar sus efectos. El partido socialista no
fue responsable de la crisis mundial que nos afecta, pero sí
de no actuar con sentido de responsabilidad.
El documento elaborado arremete duramente contra una
militancia popular a la que acusa de estar inmersa en luchas
fratricidas en la búsqueda de nuevos líderes obviando la
realidad de una formación política que sufrió las
consecuencias de un proceso de disolución tras el vacío de
poder surgido tras la dimisión de su anterior secretaria
general. Una formación política sumida en el desconcierto
más absoluto como consecuencia directa de las sangrantes
luchas internas por ir posicionándose de cara a la sucesión
tras los paupérrimos resultados electorales cosechados en
las elecciones autonómicas de 2007. Debo recordar que este
proceso absolutista dejo fuera de esta formación política a
un sector crítico compuesto por militantes históricos que se
oponían al intervencionismo de la Ejecutiva Federal.
Por tanto ¿Qué credibilidad podemos dar a una Ejecutiva que
elabora un documento que señala el final de ciclo de un
partido político que hace pocos meses revalidó la confianza
mayoritaria de los ceutíes al obtener el mayor porcentaje de
votos de su historia democrática? La respuesta es sencilla,
ninguna. En definitiva, la que debería ser una cita crucial
para el futuro de quienes han obtenido los peores resultados
electorales de su dilatada historia política se disuelve
como un azucarillo al estar sustentada en un Informe de
Gestión argumentado en mentiras.
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