Si nos atenemos a las noticias que aparecen en prensa, las
Fuerzas de Seguridad que actúan en Ceuta presentan unas
altísimas estadísticas de intervenciones y detenciones de
individuos por su implicación en hechos delictivos. Cuentan
que la Policía Nacional va por unas 7.000 intervenciones, la
Guardia Civil menos y la Policía Local va en un puesto
intermedio. Pero ¿Para qué?.
Existe un clamor popular que exige el endurecimiento tanto
de las leyes como de los criterios a la hora de determinar
la procedencia de la prisión incondicional sin fianza.
Porque parece que la normativa va por un lado y el sentir
ciudadanos por otro. En estas páginas se publicó un modesto
análisis sobre la necesidad de penar los hurtos con dureza,
porque el robo de los únicos cincuenta euros que le quedan a
un desempleado, nunca, jamás, pueden ser calificados como
una simple falta, atendido el daño que produce. Un mes más
tarde aproximadamente los de CIU mantuvieron el mismo
criterio, porque la epidemia de robos sufrida en Barcelona
va a conseguir espantar a todos los turistas, cuatrocientas
detenciones en el último pillado “in fraganti”, trescientas
detenciones... Indignante e injusto.
Porque ni los legisladores ni la Fiscalía parecen entender
ni atender al grado de alarma social que provocan
determinados delitos, de los considerados cómo “poco
lucidos”. En los procelosos tiempos anteriores la dureza ha
sido para los delitos económicos y el narcotráfico. Pero el
trajinoso que malversa y va de delito financiero, ni va a
quemar los coches en el aparcamiento de un bloque de
viviendas, ni tampoco el de la goma con motor fueraborda va
a apedrear un autobús urbano, con el riesgo de que el
conductor pierda el control del vehículo y haya una
desgracia, ni a salir con una navaja a atracar a
adolescentes para robarles el móvil dándoles un susto de
muerte.
Los delitos graves, amen de los delitos contra las personas
cómo homicidio o asesinato perpetrados o en tentativa y los
pervertidos pederastas, son aquellos que hacen de las calles
de las ciudades lugares inhóspitos, inseguros y peligrosos.
El tirón de bolso o cualquier robo con violencia, las quemas
de los vehículos, los destrozos de los lugares públicos son
actos vandálicos. Porque apedrear un autobús es algo más que
“daños” sino que ha de acabar por convertirse en un “delito
de riesgo”, es decir, que más que el hecho en sí mismo
considerado ha de atenderse a las graves consecuencias que
ese hecho puede provocar.
Lógico el resquemor de la ciudadanía, cuyo eco llega a este
diario, ante la puesta en libertad del presunto incendiario
cuando la única prueba que le faltaba a la Policía era una
foto con el tipo con la garrafa vertiendo la garrafa de
gasolina al tiempo de encender el mechero. ¿Y en qué piensa
la Fiscalía? Para mi extrañeza la opinión desfavorable no
alcanza a los jueces sino que es la Fiscalía ceutí el blanco
de todas las iras. Será que los ciudadanos se están
volviendo expertos en temas jurídicos gracias a la
televisión y todos saben que son los fiscales quienes piden
prisión o libertad, que el criterio lo marca el Fiscal Jefe
de turno y luego ya hay que ir ascendiendo, hasta llegar al
Fiscal General del Estado que ya no es Conde-Pumpido,
gracias sean dadas a Dios Todopoderoso, sino Torres Dulce en
el que confiamos para que remueva fiscales, refuerce
criterios, cambie condiciones y adecue “su gente” a lo que
la sociedad demanda, que es que aquellos capaces de generar
miedo e inseguridad en los ciudadanos con sus delitos, estén
en prisión y allí permanezcan por la alarma social que
generan los hechos y por el riesgo de reiteración delictiva.
Auténticos indeseables socialmente muy peligrosos quedan en
libertad por más que la Policía se haya roto los cojones por
detenerles. ¡Mejores eran las leyes en la España del
landismo!. La Fiscalía va según le da el aire, los
ciudadanos que antes rabiaban contra la policía y la acusaba
de “no detener” ahora están que trinan y culpan a los
fiscales de no meter en la cárcel más que a los traficantes
y a los trapisondistas de los blanqueos, pero no a los
cabrones que le roban el bolso a una jubilada. ¿Y que pasó
con los criminales que trataron de cegar a una señora con un
líquido corrosivo para robarle el bolso? Que puedo ser yo, o
pueden ser ustedes, o nuestras madres, o nuestras hijas
¿Están esos tíos en libertad?.
¿Que pasa entonces? ¿Se le va a indicar a la Policía que no
se moleste en detener a los ladrones, los incendiarios, los
vándalos o los hijoputas porque no merece la pena el
esfuerzo? ¿O es dureza policial y blandura fiscal? Fallos
estrepitosos que han hecho que la opinión pública comprenda
que el problema no es de quien les detiene, porque lo hace,
sino de quien les pone en la calle para que sigan
delinquiendo y siendo consciente de que van a reincidir.
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