Reportajes de hospitales saturados
y con pacientes amontonados en camillas por los pasillos,
mientras los ciudadanos se quejan amargamente de los
recortes en esa Sanidad “pública y universal”, que tan sólo
unos pocos contribuyentes costean con el sudor de la frente
de su trabajo, pero que todos han podido disfrutar hasta
ahora. Con España convertida en un país de emigrantes
(300.000 jóvenes excelentes en el último año) el que se
aprovechen de nosotros y nos tomen el pelo es algo muy
difícil de asumir.
Muchos hemos repetido que el INGESA no puede ser un coladero
para usuarios extranjeros, porque no se puede costear y con
lo que cuesta la consulta y el diagnóstico de un extranjero
se le da de comer a un par de nuestros 11.600.000 pobres
(las cifras son del Gobierno). Ni podemos ni queremos, por
decencia y por respeto hacia la España que pasa hambre, que
nuestro Hospital sea un “tócame Roque” donde acuden a parir
las extranjeras, cuando el parto es un proceso natural y no
una enfermedad mortal. Lógico que se pida un reglamento y un
acuerdo con las autoridades del país vecino que permita el
paso de nuestras ambulancias para devolver a las
parturientas a sus propios hospitales patrios, que los hay y
buenos.
Marruecos es un país emergente de grandes infraestructuras y
obras públicas que no necesita “vivir de la caridad” de
terceros, ni tampoco necesita que sus mujeres vengan a dar a
luz a Ceuta. De hecho el nuevo hospital psiquiátrico de
Tetuan tiene unas instalaciones que ya las quisieran para
ellas las ciudades españolas y en cuanto al asilo, reformado
y modernizado es de primer nivel en cuanto a prestación de
servicios, al igual que sus hospitales en general que los
tiene y buenos.
De ahí el abuso de venir a parir a esta ciudad porque es
gratis y con la peregrina idea de que, al nacer en España,
el niño va a tener algunos derechos y así comenzar a buscar
los certificados de nacimiento y a mover papeleo. Y en
efecto el niño marroquí de madre marroquí alumbrado
accidentalmente en España tendrá y gozará de todos los
derechos que las leyes del país vecino le otorguen, pero no
de las españolas.
Aunque lo más justo y equitativo aunque de entrada resulte
gravoso para los ciudadanos es evacuar a los extranjeros que
vengan a aprovecharse de nuestra Sanidad y en el momento en
que se corra la voz de que aquí no existe el “gratis total”
dejarán de acudir y usarán su propia Sanidad. Hay que
redactar reglamentos e ir cambiando la normativa según las
necesidades, hoy España no puede cooperar sino que nuestros
pobres necesitarían la generosa cooperación de algún
benefactor extranjero ¿No nos hemos pasado nosotros los
últimos lustros soltando el dinero del sudor de la España
que madruga en quijotescos proyectos de cooperación
internacional? Y gracias a Dios que no ha pasado como en
Valencia donde han pillado a los cargos solidarios
quedándose con los cuartos de los proyectos humanitarios.
¡Lo que habremos dilapidado en hacernos los rumbosos!
Ya no estamos para dar, sino para tener la humildad de pedir
que nos den, porque haciéndonos los altivos y los orgullosos
no vamos a darle el puchero a nuestros pobres, con grandes
dignidades no se alimenta el caldo, sino con buena carne de
gallina.
No podemos permitirnos ni que abusen y mucho menos
chanchullos, sencillamente de donde no hay no se puede
sacar.
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