“De nuevo caso omiso a las llamadas y requerimientos. De
nuevo falta de interés absoluto por colaborar en la
interceptación de inmigrantes. De nuevo mujeres, bebés,
menores y adultos hacinados en embarcaciones de goma, al
límite de su navegabilidad. De nuevo pateras en Alhucemas
para cruzar el Mediterráneo en un viaje que pone los pelos
de punta. De nuevo la sinrazón». Es la denuncia de un mando
de la Guardia Civil con algo más que tablas en la lucha
contra la inmigración ilegal.
Los informes que tienen los agentes sobre la mesa, a los que
tuvo acceso ABC, indican que más de un millar de
subsaharianos —unos 1.075— malviven en asentamientos al otro
lado de la frontera norte de Melilla mientras se preparan
para la llegada de la primavera, cuando el mar conceda más
oportunidades para llegar a la Península “con seguridad”.
Una seguridad que nunca existe y con la que juegan las
mafias de la inmigración y las autoridades marroquíes que
las consienten, según el momento.
Los inmigrantes están concentrados en núcleos más o menos
numerosos en las localidades marroquíes más cercanas a
Melilla, como Mariouari, Zaio, Berkan o Selouane, hasta
otras tan alejadas como Oujda, adonde los empujan las razias
de las Fuerzas de Seguridad alauíes como había ocurrido en
los dos últimos meses. En esta última población se calcula
que puede haber entre 600 y 700 personas.
“Hemos pasado de tener casi una patera diaria con una media
de diez inmigrantes por día, sin ninguna colaboración de
Marruecos, en ocasiones burlándose incluso de la Guardia
Civil —señalan fuentes de este Cuerpo— a una exquisita
colaboración; acudían a cada llamada e incluso han impedido
la entrada en España de embarcaciones a motor”. Pero otra
vez Rabat vuelve a su línea en las últimas semanas.
“De nuevo el chantaje, el soborno a las mafias y a las
víctimas”, advierten los mandos consultados: “Lástima que
esos acuerdos que firma nuestro país no estén condicionados
a la lucha contra la trata de seres humanos». Los agentes
alertan de que lo peor está por llegar.
Más del doble el año pasado
Tampoco el Ministerio del Interior las tiene todas consigo.
El año pasado entraron ilegalmente en Ceuta y Melilla 3.345
inmigrantes, frente a los 1.567 que lo lograron en 2010.
Ante estas cifras, el secretario de Estado Ignacio Ulloa
admitió el 3 de febrero, al presentar el balance migratorio,
que había que “mejorar las actuaciones en esta zona”.
“No sabemos cuántos pasarán, morirán o se prostituirán en un
futuro”, continúa la denuncia de los agentes: “Cuántos bebés
serán vendidos o cedidos para no ser deportados. Simplemente
serán una cifra más, pero no para nosotros. Nosotros, bajo
el estereotipo de bigote, capa y seriedad, nos preguntamos
una y otra vez por qué se permite esto”.
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