El Gobierno ha recortado los
salarios de los jefes de las entidades bancarias, sobre todo
a aquellos que pertenecen al consejo de las Cajas de
Ahorros, algunas de las cuales el Gobierno le ha debido
prestar ayuda económica para salir de la situación de
desastre en las que se encuentran.
Quizás si tuviese algún mando en el Gobierno, yo hubiese ido
más lejos por el bien de esas Cajas, suprimiendo de esos
consejos de Administración de las Cajas, aquellos políticos
y sindicalistas que forman parte de los mismos sin tener, en
la mayoría de la ocasiones, ni la más remota idea de cuál es
el funcionamiento de las misma.
Ahora, es sí, se llevan anualmente una pasta gansa que les
hace vivir a cuerpo de rey, que diría la sabia de mí abuela,
en una de esas frases que acostumbraba a decirme.
Nada importa a nadie que las Cajas tengan perdidas que les
lleve a tener que recibir dinero de todos los españoles para
que algunos señores, sin mérito ni conocimiento, se lleven
de ese dinero de todos los españoles una pasta gansa por
haber llevado con su ”magnifica” gestión la Caja a la
quiebra. Manda… la cosa.
Para todos ellos la crisis no existe. Esos millones que se
llevan, en cuanto la Caja tiene que recibir ayuda del
Estado, dinero de todos los españoles, les permiten tener
una vida de aquí te quiero ver, mientras dos millones de
españoles tienen que recibir alimentos de Caritas.
Menos mal que para la mayoría de esos que sin mérito ni
conocimiento alguno reciben millones de las Cajas en
quiebra, todos somos iguales y ni te cuento, serrana del
alma mía, como defienden a capa y espada a todos aquellos
que no tienen trabajo o que no tiene ni que llevarse a la
boca y viven de la caridad. Son, todos ellos, de una bondad
exquisita.
Y algunos de todos esos que tan defienden a los
trabajadores, entregándose en cuerpo y alma a ello e
incluso, si es necesario, sacarlos a la calle a protestar en
una huelga, en defensa de sus derechos, cuando se sientan a
explicar por qué se van a tirar a la calle a protestar para
mejorar las condiciones de esos trabajadores, llevan en sus
muñecas un “peluco” de alta gama que cuesta una jartá de
parné.
Muestra indiscutible de que ellos también son unos
trabajadores que lo están pasando mal, a pesar de llevar en
sus muñecas esos pedazos de relojes que cuestan un ojo de la
cara y el otro también. Nada más por ese insignificante
detalle de sus relojes, vienen a demostrar lo mal que lo
están pasando y lo que les cuesta llegar a final de mes.
El movimiento se demuestre andando, según dicen. Y ellos lo
demuestran a cada momento, andando hasta sus bancos o Cajas,
a ver cuánto le han ingresado en su cuenta corriente, por el
esfuerzo que hacen y realizan diariamente en defensa de los
que menos tienen.
Luchemos por esos pobres trabajadores que por no tener no
tienen, ni tan siquiera uno de esos relojes de alta gama que
cuestan un ojo de la cara. Hay que luchar para que todos los
trabajadores tengan uno de esos relojes y que todos sean
consejeros de alguna Caja, que esté a punto de quebrar.
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