Hana, Sara, Ana María, Bouchra, María, Pablo, Sufian,
Zacarías, Shekir, Liber, Guillermo y Sabah han aprendido que
las gallinas americanas son las más ponedoras. También que
en Flandes (Bélgica) hay una especie gigante de este animal
avícola. Son los alumnos de la Escuela Taller ‘Jardines del
Taray’ y, durante dos años (de diciembre de 2010 a finales
de 2012), aprenderán el oficio de técnico agropecuario.
El curso, que se imparte en las instalaciones de la
Federación Hípica de lunes a viernes en horario de mañana,
surge de un convenio entre la Ciudad Autónoma -en este caso,
a través de la Consejería de Economía y Empleo- y el
Servicio Estatal de Empleo Público (SPEE). Por ello, la meta
principal de estos doce alumnos es conseguir tras el curso
un puesto de trabajo. La inserción laboral es, precisamente,
uno de los objetivos de este tipo de formación, aunque no
está garantizada. Con este objetivo, gran parte del programa
del curso es práctico, aunque también tienen una parte
teórica.
Además, todos los alumnos, de entre 19 y 25 años, tienen un
mínimo de minusvalía. La veterinaria Pilar Leiva, una de las
profesoras junto a Dolores Carmona, explica en ese sentido
que la experiencia de impartir clases a chavales con
minusvalía está siendo “muy gratificante” porque son jóvenes
“muy agradecidos”. “Son muy trabajadores y, sobre todo,
tienen un gran afán de superación; se nota que tienen ganas
de formarse”, explica la veterinaria, quien añade que son
chicos “muy respetuosos y muy cumplidores”.
Mientras la veterinaria se encarga de enseñar aspectos
relacionados con la ganadería, Carmona se centra en la
jardinería. Así, han aprendido, según explican a EL PUEBLO
los propios alumnos, a limpiar yerbas o a distinguir los
diferentes tipos de tierra, pero también a saber qué
alimentación o qué cuidados necesita cada animal, entre
otras enseñanzas. También saben, explican los chicos, qué
síntomas pueden reflejar que un animal está enfermo.
De hecho, cada uno de los alumnos se encarga en exclusiva de
cuidar a un animal. En ese sentido han aprendido que la
higiene del animal y del espacio que este habita es una de
las claves fundamentales para que se mantenga sano. “Al
responsabilizar a cada alumno -explica la profesora-,
aumentan su implicación y autonomía”.
Caballos, ocas, cisnes, pavos reales, vacas o conejos son
algunos de los animales que residen en el centro. El único
problemas es, a veces, la falta de materiales y herramientas
para desarrollar el trabajo adecuadamente. En esos casos,
suplen con entusiasmo esas carencias.
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