El vicepresidente segundo y portavoz de la Ciudad Autónoma,
Daniel Conesa, defendió ayer la postura “prudente” que está
adoptando el Gobierno local en cuanto a la elaboración de
los Presupuestos de 2012, que no se llevarán a cabo hasta
que no se hagan públicos los Presupuestos Generales del
Estado (PGE) de este año. Éstos a su vez están a la espera
de que la Unión Europea decida los parámetros del cuadro
macroeconómico, aunque el Gobierno central ya ha anunciado
que los hará públicos el próximo 30 de marzo.
Muchas son las voces críticas que se han levantado contra el
Gobierno de Rajoy por demorar la presentación de los
Presupuestos de este año al considerar que no quiere
hacerlos públicos antes de que se celebren las elecciones
autonómicas andaluzas, convocadas el 25 de marzo, para no
perjudicar la candidatura del PP encabezada por Javier
Arenas.
Sin embargo, Conesa consideró que el retraso de los
Presupuestos no tiene nada que ver con las elecciones
andaluzas por varias razones. Primero, porque el PP “no
tiene la culpa” de que la Junta de Andalucía, gobernada por
el PSOE, no adelantara las elecciones de esa comunidad para
celebrarlas conjuntamente con las generales el pasado 20 de
noviembre, como ha venido ocurriendo en convocatorias
anteriores para ahorrar costes. De todos modos, aunque
hubiera sido así, Conesa se mostró seguro de que los
Presupuestos no se habrían publicado tampoco antes del 30 de
marzo, como va a ocurrir.
El portavoz del Gobierno local recordó además que la
elaboración y aprobación de un ejercicio presupuestario
conlleva un largo trámite administrativo. No en vano,
explicó que habitualmente el recorrido empieza en junio, el
debate parlamentario arranca en septiembre y no se aprueban
hasta diciembre. Conesa hizo hincapié en que el Gobierno de
Rajoy acaba de cumplir dos meses desde que llegó a La
Moncloa y ya el mes que viene va a presentar públicamente
los presupuestos. Es decir, que “sólo ha tardado seis meses,
la mitad de tiempo que necesita un Gobierno en situaciones
normales”.
A todo ello unió el hecho de que Zapatero no hiciera caso de
las peticiones del PP para que adelantara las elecciones
generales mucho antes, lo que habría permitido disolver
antes las Cortes, celebrar antes las elecciones y, en
consecuencia, elaborar los Presupuestos en las fechas
habituales.
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