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OPINIÓN - VIERNES, 24 DE FEBRERO DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

Auditorio del Revellín: un año de éxito y glamour

Por Nuria de Madariaga


La inauguración del Auditorium (prefiero el término al de auditorio) del Revellín no estuvo exenta de polémica. La imperiosa necesidad de un espacio cultural de relevancia que diera categoría a la ciudad aparecía infravalorada ante quienes de forma cutre, apuntaban al gasto que esta obra maestra de la arquitectura made in Alvaro Siza, suponía y lanzaban los peores augurios y más nefastas premoniciones sobre que sería un fracaso desde el punto de vista económico y de asistencia.

El tiempo ha venido a quitarles la razón a los catastrofistas profesionales y desde el mismo día de aquella inauguración que convirtiera Ceuta en una “pasarela de glamour” cada uno de los espectáculos, actos y actividades convocados han supuesto un éxito de público. Cierto es que en un escenario adecuado y con unas instalaciones en condiciones cualquier convocatoria tiene perspectivas de ser exitosa, sobre todo cuando se pasa de los grandes conciertos al ballet y del ballet al teatro y del teatro a importantes actos institucionales, de los actos a los espectáculos lúdicos y de estos a actuaciones tan atractivas como la que subió al escenario a tres músicos dispuestos a embelesar con los arpegios del piano y del violín y los sones del acordeón y todo ello ante una cuidada decoración de reminiscencias renacentistas.

La cifra de veintinueve mil asistentes en un año y una recaudación de cien mil euros en la venta de entradas hace que este auditorium pueda ser considerado como uno de los más rentables de toda nuestra geografía. Máxime cuando en la Península los rigores de la crisis han venido repercutiendo con especial dureza en los Ayuntamientos al momento de realizar contrataciones y convocatorias y en el público que ha descendido a la hora de asistir a espectáculos culturales. Tal vez por ello, las aves de mal agüero pronosticaban con infinita mala leche, que la construcción de este emblemático edificio y el mismo proyecto de llevar a cabo un ambicioso espacio para satisfacer las necesidades culturales de la ciudad y formar parte de un circuito nacional de auditoriums, estaba llamado al más estrepitoso fracaso. Pero la realidad ha venido a joder sus lúgubres profecías y ha resultado exactamente lo contrario.

Y lo que no puede amortizarse porque su valor es incalculable es el privilegiado nivel de amor al arte y a la cultura que supuso el reto de dotar a Ceuta de un lugar de encuentro artístico y cultural que es en sí mismo un monumento arquitectónico y una obra maestra del diseño con proyección internacional. ¿Se ha lucido el arquitecto portugués Alvaro Siza? ¿Comprendemos todos el sentido rigurosamente minimalista y geométrico de los volúmenes con los que juega? En realidad estamos quienes preferimos algo más preciosista como el Liceo de Barcelona, con profusión de bombo, platillos, oropeles, escayolas, arañas con lágrimas de cristal y cortinajes de pesado terciopelo granate, pero el Guggenheim existe en Bilbao y unos dicen que parece una nave espacial despanzurrada y por otra parte le conceden premios internacionales de arquitectura.

En la labor del ladrillo y del cemento en la que se empeñan maestros albañiles con cinco años de estudios universitarios, licenciaturas y doctorados, todo resulta infinitamente más relativo que en cualquier otra expresión artística y cultural. El nuevo diseño arquitectónico que es un prodigio de técnica pura y de conocimientos aritméticos y geométricos, no es más que la evolución del oficio de aquellos maestros canteros, genios innegables, que sin haber aprobado docenas de difíciles asignaturas, levantaron la catedral de Santiago y fueron sembrando toda Europa de joyas maravillosas del románico y del gótico (ahí me paro, el resto me parece “demasiado” moderno). Y del gótico al esenio Gaudí, punto y aparte, porque no utilizaba cemento, sino muros de nubes para materializar el aire, Gaudí es un arquitecto de Dios y por lo tanto no entra en parámetros ni definiciones.

Norman Foster, Siza, los genios asiáticos, esos maman de la misma teta rigurosa y semiclasicista de los volúmenes cúbicos de Braque o de Picasso. ¿Y puede considerarse el Auditorium del Revellín un sueño picassiano? Sin lugar a dudas, son las líneas y los espacios diáfanos, es el irracional número “pi” 3, 14... Es la cerámica de Vallorie explicada por la experta Carmina Maceín desde su Shangri-la tangerino de aromas atlánticas. ¿Se reencarnaría el genial malagueño en los delirios del portugués Siza a la hora de parir los rasgos definitorios de este edificio?

Pero sin entrar en terrenos esotéricos ni exotéricos, ese Auditorium hubiera complacido a Pablo Ruiz Picasso, al igual que complace a quienes se zambullen en la gruta o anfiteatro del patio de butacas buscando arte en el mismo corazón del arte. Un inmenso proyecto reciclado en enorme privilegio para Ceuta, que lo merece.
 

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