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OPINIÓN - VIERNES, 24 DE FEBRERO DE 2012

 

OPINIÓN / ANALISIS

Incertindumbre o desconexión
 


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

En las últimas fechas de ha venido teniendo noticias de una serie de actuaciones policiales, fue detenido el presunto secuestrador de un marroquí, que quedó en libertad, el presunto autor de incendios, imputado tan solo por sustracción de piezas y también en libertad, los dueños de los desguaces supuestamente libres. Y ello provoca una gran incertidumbre porque se ignora si la Policía se retrasa a nivel de Gabinete de Prensa a la hora de anunciar las operaciones (se simultanean la noticia de la detención con la puesta en libertad por el Juzgado) o si el criterio judicial a la hora de considerar unos hechos que provocan grave alarma son excesivamente liberales.

Para la crítica furibunda e improductiva siempre hay alguien con la lengua suelta o el dedo que da a la tecla cargado de resquemor. Se zahiere a veces sin atender a razones ni a razonamientos, pero luego, cuando el esfuerzo policial comienza a dar sus frutos, se actúa sobre una serie de desguaces descontrolados, van dilucidándose tesis e hipótesis sobre oscuros y ahumados intereses que laten tras la quema de vehículos, las cábalas se convierten de indicios en pruebas al contrastar la teoría con la realidad y la tarea parece exitosa, todos callados como las putas. Tal vez porque la noticia no tiene continuación.

¿Desconexión entre poderes u oscuras rencillas en base al pecado capital nº1 de los españoles, que es la envidia ?. Ya lo decía y advertía el inolvidable Fernando Díaz-Plaja, conocedor como nadie de las tripas que gastamos los celtíberos ¿Recuerdan el éxito que tuvo “El español y los 7 pecados capitales”?

Pero... “El hombre propone y Dios dispone” de nada sirve que se haya cazado a un presunto pirómano, ni que en los desguaces se acumulen piezas de incierta procedencia si la Policía mete a los detenidos por una puerta y la Justicia los saca por la otra.

Si el criterio de la Fiscalía y de los Instructores se endurece sobre todo en atención a una “auténtica” alarma social, el efecto-rebote de los ingresos en el Hotel la Reja es que los delincuentes se lo piensan dos veces. Sean mayores o se escuden aún teniendo los huevos negros, en el engendro de la Ley del Menor. Prisión o Centro de Internamiento, más plantearse el riesgo de reiteración delictiva y asumir que causan más temor unos criminales sueltos como los que arrojaron aguarrás en la cara a una señora para robarle, con el riesgo de dejarla ciega, que un delito contra la salud pública con muchas escuchas y muchos seguimientos de por medio. Todos los actos delictivos son reprochables y exigen una punición, pero aterra más el que te ataquen en medio de la calle y te apaleen para robarte, apedreen un autobús lleno de pasajeros o entren en una casa a atracar, que ese otro tipo de hechos punibles a cuyos autores no se les pasaría jamás por la cabeza robarle a una señora o cometer actos violentos contra los moradores de una casa, por no hablar de los incendios de vehículos que ponen en riesgo las vidas humanas. Lo que implica violencia contra las personas o agresiones de cualquier tipo tienen una repercusión directa en el grado subjetivo de valoración de inseguridad o seguridad ciudadana.

Las grandes operaciones con repercusión mediática y en titulares son golosas y bastante deseables, pero el peligro que representan veinte ladronzuelos violentos sueltos por la ciudad es mil veces superior al de quienes puedan ser imputados por un espectacularísimo “blanqueo” o por ir pilotando en lo alto de una goma llevando a bordo lo que no se debe llevar. Resulta casi patético decirlo pero un tipo al que aprehenden con una tableta de hachís tratando de embarcar no es probablemente un perfil de criminal agresivo capaz de golpear con saña a un viandante para robarle 20 euros y el reloj.

¿Y quien asusta más? La detención de individuos por robo con violencia o con fuerza y agresiones siempre hace experimentar una sensación de alivio, porque hace presumir que hay “uno menos en la calle”, es el tipo de delitos que a todos afecta por igual (menos a los privilegiados que van con escolta) y que representa un auténtico peligro.

Pero lo que resulta desolador es que la nota informativa policial llegue prácticamente el mismo día de la noticia de la libertad del o de los tipos, con los riesgos de reincidencia que conlleva. La sociedad exige y merece seguridad y si la seguridad pasa por meter entre rejas a varios miles de indeseables que transforman nuestras ciudades en lugares siniestros y peligrosos, ya están tardando. No interesan tanto el anuncio de las macro-operaciones con grandes delitos fiscales de por medio (el delincuente económico ni viola ni mata para robar) sino un reguero de prisiones incondicionales para el delincuente de a pie de calle, bajo perfil, casi indigno de aparecer en las noticias pero potencialmente explosivo porque es el que puede atacar a una jubilada cuando viene de sacar del banco el dinero de su pensión.

Ni los delitos económicos ni los alijos entran en las casas para apalear a los moradores y robar, ni rondan por las zonas de copas con la navaja camuflada para armar gresca. Y es que las leyes van por un lado y el sentimiento subjetivo de inseguridad por otro. Eso es evidente, y la evidencia motiva el que sea deseable una mayor coherencia entre poderes Ejecutivo y Judicial, tanto a la hora de actuar como a la hora de informar.
 

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