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OPINIÓN - MARTES, 21 DE FEBRERO DE 2012

 
OPINIÓN / COLABORACION

¡Cuán gritan esos malditos!

Por Ángel Díez


Era domingo y además, era 19 de febrero, día de San Agatón (que creo que nadie sabe quien fue), cuando oí fuera en la calle mucho ruido y pocas nueces. Eran los sindicalistas protestando por la reforma laboral. Y todos ellos con trabajo o simplemente liberados (no nos engañemos ser liberado no es una modalidad de trabajo, pero también protestan), cuando recuerdo que pensé para mí. ¡Cuan gritan esos malditos, pero mal rayo me parta si acabando esta carta no les demuestro lo absurdo de sus gritos! Y seguí escribiendo mi carta.

Porque ese día de San Agatón (prometo que cuando sepa quien es, voy y lo cuento), estaba yo solo y en mi casa escribiendo una carta. Era una carta de auxilio a mis familiares. En ella decía que me echasen una mano, que estaba en paro, que la hipoteca me vencía y que no había dinero para ello. Que en mi casa hacia tiempo que no entraba ningún dinero. Que además todos los días comíamos. Que estaba desesperado, que ya no podía más…Y fue entonces que sus gritos alteraron mis depresiones.

Porque, lo que oía eran los gritos de los sindicalistas, que exigían que se retirase la reforma laboral…Que se mantuvieran íntegros todos los derechos de despido de los que todavía trabajaban en nuestro país. Eran por tanto gritos de defensa de los derechos y en contra del terrible empresario que como siempre, malo él por naturaleza, explota y aniquila al pobre trabajador por cuenta ajena.

Con ello mi corazón se oprimía y mi calma se perdía. Y recuerdo que pensé… ¿Y yo que hago en casa, que no me uno a sus gritos? Pero, luego al instante también pensé…¿Para qué? Si yo ya estoy desempleado ¿Qué derecho tengo?. Porque no sé si lo saben, sin trabajo no hay derechos y sobretodo no hay dinero para sobrevivir. Luego…¿Qué más se me daba si los todavía afortunados clamaban por sus derechos? Si yo no tengo trabajo ni quien me lo ofrezca. Entonces…¿Por qué me voy a sumar entonces a sus gritos, si nada tengo que defender?. Y además era el día de San Agatón según el calendario, y que sigo sin saber nada de él.

Luego…mas tranquilo recapacite. ¿Pero no había sido yo un empresario pequeño con dos empleados a sueldo?. Dos empleados de más de 10 años conmigo, casi de la familia. La empresa fue muy mal y no quedó más remedio que proceder a su despido. Las perdidas económicas arrastradas, sumadas a la indemnización para ellos, me obligo a cerrar la pequeña empresa y afrontar nuevas deudas que por su indemnización había contraído para pagarles su despido. ¡Adiós a mi empresa y a mis trabajadores, nunca más la recuperaré!

¡Nada que hacer, empresa, empresario y empleados fuera! Ellos mejor que yo, porque a mí solo me quedo pagar todo. ¿Y ahora, además, soy el malo de la película?. ¡Me gustaría que alguien me explicase la diferencia de poder o de las armas diferentes que tiene el pequeño autónomo con sus propios empleados!

Más de cinco millones de desempleados y todavía los sindicatos luchando por unos derechos imposibles de mantener. Pero ¿Alguien les ha explicado que sin fuentes no hay río alguno que no se seque?. Pero...¿Alguien les ha dicho que el primer derecho del trabajador es el agua del empleo del que bebe todos los días y que la fuente es el empresario al que hay que mantener en las mejores condiciones para que siga manando agua?.

Y yo estoy desempleado y sin derechos laborales. ¿Luego, de que me defienden estos sindicalistas? Del penoso mantenimiento de una condiciones laborales optimas en nuestro país para cada vez menos pocos…¿O que todos podamos tener la opción de tener algún sitio donde trabajar como sea?

Por eso, creo que sin duda, el mejor derecho que se puede defender es el de tener trabajo, y favorecer la contratación aun a costa de abaratar el despido…¡Que mantener un despido caro es pan para hoy y hambre para mañana!. Porque luego, cuando lleguemos a trabajar todos, será el momento de luchar por mejores condiciones. Pero no ahora, que sin agua casi seis millones de españoles nos estamos muriendo de…¡Hambre y desesperación!.

Por ello, yo digo ¡SI! A cualquier reforma que apoyando al pequeño y mediano empresario permita la contratación fácil y sencilla de los españoles en paro, sin preocuparse por el coste del despido. ¡Comamos todos los días y luego filosofemos!.

Y es por esto…¡Solo por esto, que no me uniré jamás a sus estridentes gritos sindicalistas!. Y de verdad que si me entero de quien fue el santo Agatón, voy…¡Después os lo cuento!.
 

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