Era domingo y además, era 19 de febrero, día de San Agatón
(que creo que nadie sabe quien fue), cuando oí fuera en la
calle mucho ruido y pocas nueces. Eran los sindicalistas
protestando por la reforma laboral. Y todos ellos con
trabajo o simplemente liberados (no nos engañemos ser
liberado no es una modalidad de trabajo, pero también
protestan), cuando recuerdo que pensé para mí. ¡Cuan gritan
esos malditos, pero mal rayo me parta si acabando esta carta
no les demuestro lo absurdo de sus gritos! Y seguí
escribiendo mi carta.
Porque ese día de San Agatón (prometo que cuando sepa quien
es, voy y lo cuento), estaba yo solo y en mi casa
escribiendo una carta. Era una carta de auxilio a mis
familiares. En ella decía que me echasen una mano, que
estaba en paro, que la hipoteca me vencía y que no había
dinero para ello. Que en mi casa hacia tiempo que no entraba
ningún dinero. Que además todos los días comíamos. Que
estaba desesperado, que ya no podía más…Y fue entonces que
sus gritos alteraron mis depresiones.
Porque, lo que oía eran los gritos de los sindicalistas, que
exigían que se retirase la reforma laboral…Que se
mantuvieran íntegros todos los derechos de despido de los
que todavía trabajaban en nuestro país. Eran por tanto
gritos de defensa de los derechos y en contra del terrible
empresario que como siempre, malo él por naturaleza, explota
y aniquila al pobre trabajador por cuenta ajena.
Con ello mi corazón se oprimía y mi calma se perdía. Y
recuerdo que pensé… ¿Y yo que hago en casa, que no me uno a
sus gritos? Pero, luego al instante también pensé…¿Para qué?
Si yo ya estoy desempleado ¿Qué derecho tengo?. Porque no sé
si lo saben, sin trabajo no hay derechos y sobretodo no hay
dinero para sobrevivir. Luego…¿Qué más se me daba si los
todavía afortunados clamaban por sus derechos? Si yo no
tengo trabajo ni quien me lo ofrezca. Entonces…¿Por qué me
voy a sumar entonces a sus gritos, si nada tengo que
defender?. Y además era el día de San Agatón según el
calendario, y que sigo sin saber nada de él.
Luego…mas tranquilo recapacite. ¿Pero no había sido yo un
empresario pequeño con dos empleados a sueldo?. Dos
empleados de más de 10 años conmigo, casi de la familia. La
empresa fue muy mal y no quedó más remedio que proceder a su
despido. Las perdidas económicas arrastradas, sumadas a la
indemnización para ellos, me obligo a cerrar la pequeña
empresa y afrontar nuevas deudas que por su indemnización
había contraído para pagarles su despido. ¡Adiós a mi
empresa y a mis trabajadores, nunca más la recuperaré!
¡Nada que hacer, empresa, empresario y empleados fuera!
Ellos mejor que yo, porque a mí solo me quedo pagar todo. ¿Y
ahora, además, soy el malo de la película?. ¡Me gustaría que
alguien me explicase la diferencia de poder o de las armas
diferentes que tiene el pequeño autónomo con sus propios
empleados!
Más de cinco millones de desempleados y todavía los
sindicatos luchando por unos derechos imposibles de
mantener. Pero ¿Alguien les ha explicado que sin fuentes no
hay río alguno que no se seque?. Pero...¿Alguien les ha
dicho que el primer derecho del trabajador es el agua del
empleo del que bebe todos los días y que la fuente es el
empresario al que hay que mantener en las mejores
condiciones para que siga manando agua?.
Y yo estoy desempleado y sin derechos laborales. ¿Luego, de
que me defienden estos sindicalistas? Del penoso
mantenimiento de una condiciones laborales optimas en
nuestro país para cada vez menos pocos…¿O que todos podamos
tener la opción de tener algún sitio donde trabajar como
sea?
Por eso, creo que sin duda, el mejor derecho que se puede
defender es el de tener trabajo, y favorecer la contratación
aun a costa de abaratar el despido…¡Que mantener un despido
caro es pan para hoy y hambre para mañana!. Porque luego,
cuando lleguemos a trabajar todos, será el momento de luchar
por mejores condiciones. Pero no ahora, que sin agua casi
seis millones de españoles nos estamos muriendo de…¡Hambre y
desesperación!.
Por ello, yo digo ¡SI! A cualquier reforma que apoyando al
pequeño y mediano empresario permita la contratación fácil y
sencilla de los españoles en paro, sin preocuparse por el
coste del despido. ¡Comamos todos los días y luego
filosofemos!.
Y es por esto…¡Solo por esto, que no me uniré jamás a sus
estridentes gritos sindicalistas!. Y de verdad que si me
entero de quien fue el santo Agatón, voy…¡Después os lo
cuento!.
|