Las noches de Rabat son frescas,
pero el domingo la temperatura era cálida y primaveral y si
el sol brilló todo el día en lo alto, la policía brilló por
su ausencia. Al final, entiendo que ni unos ni otros querían
problemas. Aquí paz y luego gloria. Amén.
Les matizo la columna del pasado domingo, pues los actos son
aquí un tanto imprevisibles, con cambios tácticos a última
hora y desde luego los tiempos bien medidos, comentándoles
de paso que a pie de obra ni en Casa ni en Rabat hubo el
menor incidente. Es difícil encauzar a un movimiento
alternativo como el del 20 de Febrero, pero los cerca de dos
mil ciudadanos asistentes, jóvenes y no tanto, que entre las
16 y las 18.30 se manifestaron festiva y pacíficamente por
el centro de Rabat, renunciaron al final como es habitual
(¿quizás ya estaba pactado?) a concentrarse frente al
Parlamento. ¿Un guiño al PJD, que en buena medida debe la
luz verde de acceder al gobierno a las presiones del 20 de
febrero…? Eso sí, el ubicuo y tapado Mustafa Alí Himma no se
escapó de salir retratado junto a otros dos “colegas” en un
gran cartel, debajo de un gran interrogante que apunta…
donde apunta. Y si a eso de las diez de la mañana, la
veintena de “baltajíes” (los alevines de Tontons Macoutes
del régimen) que se agrupaban en las terrazas del hotel
Balima no presagiaban nada bueno, a media tarde… humo, ni
rondaban por las inmediaciones. Hombre, al fin y al cabo
esto es Marruecos, el bello y colorista país del Mago de Oz
en el que casi nada es lo que parece. Todo el mundo y
escribo “todo”, aun las nuevas generaciones, recuerdan aquí
los duros y tétricos “Años del Plomo” y nadie quiere ni por
asomo volver a nada parecido. Por lo demás la manifestación
fue animada y festiva, cerrada al final por un grupo de
salafistas que iban a lo suyo. Me parece instructivo que
campeen por ahí viendo que, a diferencia de ellos y su
ideología cerrada, radical y exclusivista, los ciudadanos
con otros parámetros ideológicos respetan su derecho a la
existencia, que tomen nota.
¿Podemos dar por finiquitado al movimiento contestatario del
20 de Febrero…? En absoluto, craso error de quien piense así
pues estos jóvenes, como la leal infantería, solo dan media
vuelta para luego avanzar mejor. Lo que posiblemente hayamos
asistido es al cierre de un ciclo… y a la apertura de otro.
Por un lado, insisto en afirmar que los cambios acontecidos
(nueva Carta Magna, aun con sus limitaciones) son fruto de
la presión de la calle y en absoluto de la domesticada clase
política marroquí, en líneas generales tan cutre, casposa y
corrupta como otra que yo me sé omnipresente en el ruedo
ibérico. Quizás lo más novedoso y pese a la presión del
dogal de la censura alrededor de la figura oficialmente
incuestionada del rey, es que los marroquíes en conjunto
empiezan a saborear la libertad, atreviéndose a decir lo que
piensan. De hecho, el sábado y hasta la madrugada los
locales de la Unión Marroquí de Trabajadores (UMT), petados
de personal, vibraron con el Festival Alternativo y de la
Resistencia, que acabó con una jocosa y atrevida pieza de
teatro un tanto irreverente tanto para la propia monarquía
como para el sesgo islamista del actual gobierno de
Abdelilah Benkirán y que, todavía hace ahora un año, su
celebración hubiera sido impensable como reconocían los
asistentes y le confirmaban a este escribano dos jóvenes y
activos coordinadores, Intissar Hakech y Hamza Nahfondi. Y
para ayer lunes a las seis de la tarde está prevista la
proyección de la irónica película “Mi Majzén y yo”, del
joven cineasta marroquí Nadir Bouchmouch, afincado en
California y que a buen seguro dará que hablar. Ya les
contaré a mi vuelta. ¡Y viva el feliz aniversario del 20-F!.
Visto.
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