Lo de pertenecer a un Consejo de
administración de cualquier organismo y llevarse una pasta
gansa, aun no asistiendo a las reuniones, es prebenda
antigua; tan antigua como que durante el franquismo era algo
que se daba con frecuencia. Eran vividores de tomo y lomo.
Amparados por su condición probada de lealtad al Régimen.
En Ceuta, cuando sale tal asunto a relucir en cualquier
corrillo, siempre hay alguien que menciona el nombre de una
persona que se comportaba de semejante manera. Evito
mencionar su nombre porque, en los tiempos que corren, es
contraproducente hacerlo. Amén de que sería de mal gusto
poner en la picota a alguien por el mero hecho de haberse
aprovechado de los beneficios disfrutados por los ganadores
de aquella cruenta guerra incivil. Fueron tantos.
Lo contado se me ha venido a la memoria, debido a que sigo
leyendo las muchas opiniones que se están vertiendo acerca
del secretario general de UGT de Madrid, José Ricardo
Martínez, cuya presencia en el Consejo de administración
de Bankia le hace ganar mogollón de dinero. Tanto dinero
como para que el tal Martínez tenga fachada de marqués y,
sin embargo, largue como si fuera un descamisado.
El daño que el tal Martínez le ha causado al sindicalismo es
enorme. Por más que haya salido Cándido Méndez, otro
menda mendaz, diciendo que los dineros que se lleva su
compañero van a parar a las arcas del sindicato. Por cierto,
no deberíamos extrañarnos si la nariz de CM crece de forma
tan desproporcionada como su barba, a partir de ahora.
Sabemos que estamos viviendo momentos donde un gobierno
conservador donde los haya está dispuesto a desprestigiar
aún más a unos sindicatos que llevan ya muchos años sin que
sus dirigentes tomen medidas para cortar la sangría del
descrédito que se han venido ganando sin solución de
continuidad.
Tampoco es menos cierto que los sindicatos son necesarios.
Siempre y cuando decidan, cuanto antes, regenerarse. Ponerse
al día. Y acabar, de una vez por todas, con el disfrute de
tantos privilegios. Y, naturalmente, están obligados sus
dirigentes a entender que los trabajadores forman sindicatos
para tener una voz y para mejorar sus salarios y condiciones
laborales, y no para dar a los grupos minoritarios la
oportunidad de alcanzar sus fantasías políticas. Sí, ya sé
que vuelvo a redoblar el tambor, por supuesto; pero es que
en esta ciudad tenemos un ejemplo palmario.
El caso de José Ricardo Martínez, sindicalista ugetista de
Madrid, ha evidenciado que no son incompatibles en los
Consejos de administración, en este caso de Bankia, como
podría ser en el de cualquier otra institución, personas
conservadoras como Rodrigo Rato, Mercedes de la Merced,
Romero de Tejada, junto a un sindicalista, percibiendo
sueldos astronómicos, mientras innumerables españolitos no
tienen donde caerse muertos.
Por consiguiente, quienes adulan a Rodrigo Rato,
verbigracia, por lo que representa su cargo, deberían
abstenerse de arremeter contra el susodicho José Ricardo
Martínez. Un tipo, además, cuya forma de expresarse es
manifiestamente reprobable. Ahora bien, él no hace ni más
menos que los otros. Llevárselo calentito. Y que hablen…
Porque, como suele decir el sindicalista, hablaron hasta de
Dios… ¡Vaya tropa!
|