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OPINIÓN - DOMINGO, 19 DE FEBRERO DE 2012

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES 13.

Tras mi caminata a prima mañana, noto que mi organismo flaquea, que su comportamiento no es el de costumbre, y decido quedarme en casa, en vista de que no cesan mis escalofríos. Así que me pongo a escribir la columna, cuanto antes, no vaya a ser que la posible indisposición vaya a más y tenga que irme derechito a la cama. Terminé la columna y hasta soporté mi malestar con una hora de lectura relacionada con la vida de Bertrolt Brecht: corazón de hielo. Sobrenombre que lo dice todo acerca de un intelectual que se fue convirtiendo rápidamente en la figura más influyente del teatro mundial. Y vuelvo a recrearme en ese pasaje en el cual se habla de su astucia, puesta al servicio de un servilismo interesado del que hizo culto y obtuvo grandes beneficios. Una de las primeras frases que se le atribuyen es: “No se debe olvidar que el arte es una estafa. La misma vida es una estafa”. Para sobrevivir, uno también debe estafar, cautelosamente y con éxito. En su obra abundan los consejos de este tipo. En ‘Tambores en la noche’, Kragler, el soldado cobarde, se jacta: “Soy un puerco… y el puerco vuelve a casa (de la guerra)”. Galileo, su héroe, inclinándose ante los Médici, dice: “¿Mi carta le parece demasiado obsequiosa?... Un hombre como yo puede lograr una posición moderadamente digna sólo arrastrándose. Y ya saben que desprecio a las personas cuyos cerebros no les pueden llenar el estomágo”. Brecht reiteró esta doctrina también fuera del escenario. Le dijo a su hijo Stefan, de quince años, que la pobreza debe evitarse a toda costa, porque la pobreza imposibilita la generosidad. Dijo que para sobrevivir hay que ser egoísta. El mandamiento más importante era: “sé bueno contigo mismo”. Brecht, como ustedes pueden comprobar, aceptó la triste lógica del servilismo; es decir, se inclinó ante los fuertes, tiranizó a los débiles. No cabe la menor duda de que ha hecho escuela. Ah, debo decirles que mis escalofríos me mandaron a la piltra.

Martes. 14

Me llama el amigo que me echa de menos en los lugares donde solemos vernos dos o tres días a la semana. Y le digo que sigo recuperándome de la indisposición que tuve el lunes. Que estoy para sopitas. Y el tío, que tiene un memorión de aquí te espero, va y me dice que he vuelto a ponerme pachucho en la misma fecha que el año pasado. Es decir, en la primera quincena de febrero. Así que hago mis averiguaciones en la alacena de mi memoria y me encuentro con que mi amigo está en lo cierto. Febrero, además de ser motejado como febrerillo el loco, es un mes duro donde los haya. De hecho, sus alternativas, sobre ser molestas, quebrantan la salud y cuestan a muchos la vida. O sea, que es un mes para encomendarse a todos los santos. Y encomendado estoy a todos los santos para que me permitan salir cuanto antes a la calle para poder darle vida a esta miscelánea semanal.

Miércoles. 15

En vista de que he dado en la manía de tomarle prestadas a Antonio Burgos -periodista y escritor, cuya ironía fina, tranquila, con toques de andalucismo, siempre me ha hecho tilín- las expresiones de Tontos con balcón a la calle y también la de Tontos de patio interior, no pocos lectores suelen preguntarme qué diferencia existe entre el tonto con balcón a la calle y el de patio interior. Y, claro, voy directamente a ‘Un millón de gracias’, título de uno de los libros escritos por el maestro sevillano, para copiar literalmente la diferencia entre ambas frases hechas. “Sí, hay tontos que dan a un patio interior, y se les nota bastante menos porque van disimulando y a veces se mueren sin que nos podamos dar cuenta de lo que son. Tú pones a un tonto en un puestecito de poca relevancia, aunque tenga mucha responsabilidad, bien sea en la política, bien sea en la empresa, y el tontito tiene allí un honesto pasar. Hay tontos de éstos que dan a patios interiores que al final de su carrera, cuando los jubilan, hasta les dan la Gran Cruz de Carlos III y todo, porque al tontito suele gustarle una condecoración más que a un chino un pai-pai. La diferencia de estos tontos con los de balcones a la calle radica en lo siguiente: Que los segundos son tontos con pretensiones, que no tienen conciencia de su estulticia, y que se prestan a cualquier cosa con tal de figurar y aparentar. Y cuantos más balcones a la calle tengan, más cuenta se da la gente de lo tontos que son”. Me imagino que la explicación me obliga a poner algunos ejemplos locales. Pero me abstengo. No hace falta hacer sangre…

Jueves. 16

Decido salir de mi enclaustramiento, tras mi indisposición, debido a que me urge ver a Ángel Muñoz, gerente de este medio, para charlar un rato con él y evitar que me envíe un mensaje tachándome de visitarle nada más que por intereses particulares. Pero las tres veces que llamo a la puerta de su despacho me encuentro con que mi estimado gerente no está. Así que decido tomarme un aquArius en ‘El Mentidero’, ya que mi estómago no está aún para ningún trote vinatero, después de la más que posible gastroenteritis padecida. Y, como siempre, participo en la tertulia que tiene allí su sede casi todos los días. Reunión compuesta por empresarios de la pequeña y mediana empresa, profesores, constructores, y otras profesiones. Y al cabo de una hora y media de estar pegando la hebra, me percato de que no se ha hablado ni del Barcelona, ni del Madrid, ni de Mourinho ni de Guardiola ni, mucho menos, de Juan Vivas y compañía. La hora y media se nos ha ido en menos que canta un gallo hablando de la crisis. Y hasta me he podido enterar de que la plana mayor del Ejército, mediante una decisión en el apartado de compras, va a dejar desamparado a varios empresarios ceutíes. Vamos de mal en peor. Y no es ningún tópico.

Viernes. 17

Decir que los ayuntamientos están arruinados es algo que uno conoce sobradamente. Porque durante un tiempo fue noticia diaria. Lo que uno no sabía es que la situación de ahogo económico a que están sometidos los municipios ha hecho posible que un alcalde esté dispuesto a ponerse en huelga de hambre porque la Junta del lugar no le paga la deuda que tiene contraída con el Ayuntamiento. Se trata del alcalde de Villahermosa (Ciudad Real), Isidro Villamayor, que así se llama nuestro hombre, quien ha decido no abrir la boca si no es para tomar bebidas isotónicas. A ver si de esa manera consigue impresionar a la presidenta de la Junta de Castilla-La Mancha y ésta le afloja el millón y medio de euros que se le adeuda al Ayuntamiento de Villahermosa. El alcalde, además, parece ser que está pasando también por una depresión. Causada, lógicamente, por el problema que le esta acarreando tener las arcas municipales arrasadas por las telarañas. Lo que no sabe el alcalde, siendo manchego como la presidenta de la Junta, que ya puede irse encomendando a la Virgen de Magaceda o al Santísimo Cristo de la Viga, imágenes de las que son tan devotos en su pueblo, si quiere salir ileso del envite de la huelga de hambre. Pues mucho me temo que a Dolores de Cospedal, dura como el pedernal y mujer que presume de tenerlos bien puestos, le va a importar una higa el alarde del alcalde de Villahermosa. Y hasta puede que si Isidro Villamayor acaba su gesto de bizarría con secuelas graves, por negarse a llenar la botarga, la presidenta de la Junta decida culpar de semejante desatino a los socialistas. Que siguen siendo, para estas ocasiones, elementos que ni pintiparados para achacarles cuanto de malo viene sucediendo en esta España en la cual unos se mueren de hambre por necesidad mientras otros se ponen a dieta por motivos variados

Sábado. 18

Visito, como casi todos los sábados, la cafetería del hotel Tryp. Y, como casi todos los sábados, allí hallo a Carlos Chocrón con Alicia, su mujer. Y cuando coincido con ambos el tiempo se me pasa volando. Ya que hablamos de todo un poco. Lo primero que hago es decirle a Carlos que esta semana ha tenido todos los medios a su disposición. Tanto para propalar cómo marcha su Escuela de joyería como para hablar de su nuevo proyecto: la creación de un jardín botánico en la ciudad. Y, cuando andábamos metidos en conversación, se acercó a saludar a mis amigos el director de la sucursal de Caja Madrid, que tiene su sede en Hadú. Se llama Sergio Laserna. Y pronto dijo ser lector de este periódico. Y, naturalmente, no tuvo el menor inconveniente en confesar que me lee todas las mañanas. Inmediatamente, como no podía ser de otra manera, le dije al maître de turno que se pusiera a disposición del director. Que tenía barra libre. La verdad es que nos reímos un rato. Luego, Alicia, Carlos y yo nos pasamos por Casa Pedr’os. Y allí estuvimos degustando sus tapas. Delicias.
 

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