Y con ello, por fin, se puede
mostrar mucho del personal, tal y como es, ya que en estos
días, aunque parezca lo contrario, hay quien se quita la
careta o se pone la verdadera, a tono con lo que es y que
está disfrazándolo el resto del año.
He visto multitud de fotos, especialmente de niños y ahí sí
la careta va superpuesta a lo que son los chiquillos, a lo
largo del año, cada uno con una personalidad, un genio o un
tipo al que le gustaría parecerse.
Eso son los niños, los mayores ya es otro cantar y por no
irnos demasiado lejos no hay más que ver, como
voluntariamente, hay quien sale a escena, sin que nadie se
lo pida para ser elegida o elegido como reyes de estas
fiestas.
Y hemos vuelto a hablar de fiestas, unas más, aunque en
estas no creo que sean los comercios o comerciantes los que
las promovieran, y eso que, también, de rebote, algo se
llevan los comerciantes con este tipo de fiestas.
Y, en esta ocasión, parece que no hubo tanta guerra, como en
años precedentes para lograr una localidad, puesto que al
estar a tono el edificio del Revellín, ahora ya hay sitio
para todos. Eso que hemos salido ganando con este edificio
del Revellín, que ya va dando su utilidad, tras los gastos
multimillonarios que costó, y tras haber hecho “medio ricos”
a más de uno, de los que no han vuelto a aparecer por aquí.
Y como una fiesta de este tipo ha traído unas consecuencias
nada agradables, en años precedentes y no muy lejanos, el
Boletín Oficial de la Ciudad Autónoma de Ceuta publicó en la
edición del pasado viernes, un poco tarde me parece, la
normativa de regulación de los concursos del carnaval de
este año, entre ellos el Concurso Oficial de Agrupaciones de
Carnaval que se iba a celebrar en la noche del sábado, en el
Teatro Auditorio del Revellín.
Digo que me parece un poco tarde, porque este tipo de
críticas por parte de alguna de las agrupaciones ha traído,
no hace muchos años, una serie de enfrentamientos a las
claras y a tono con los enfrentamientos, aunque a veces
queden enmascarados, que en más de una ocasión, también se
dan en la vida normal. El Carnaval, en aquellos casos, no
aportaba nada, lo único que hizo fue decir, en voz alta, lo
que otros piensan y se callan a diario.
Entre las novedades del texto se muestran las que se
consideran como faltas muy graves y que significarían la
expulsión del concurso para quienes incurrieran en una de
ellas.
Menos mal a que es “expulsión del concurso” que si no ...,
disminución de la población, a la vista, tendríamos aquí y
en mi pueblo, porque eso afecta a casi todos por igual.
Y hablando de falta muy grave, ésta sería “cualquier
desconsideración de alguno de los componentes con el
público, jurado, medios de comunicación, organización y
cualquier otra que pudiera entenderse como injuriosa para la
salvaguarda de las libertades públicas y derechos
fundamentales, tales como apología del terrorismo, maltrato,
o la ofensa oral o literal contra la libertad de culto y
sexo”.
Es curioso, al leer estas recomendaciones, como al final,
incluso en Carnaval, aparece la censura de nuestros días, y
es que se nos está diciendo que uno es mejor que piense a
que hable o escriba, por ejemplo. Queda claro la máscara no
aparece sólo en carnaval, se lleva a diario.
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