Comparecencia de los representantes+el “alma mater” de la
Fundación Chocrón-Macías ante los medios de comunicación
para presentar públicamente sus objetivos fundacionales y
enumerar los proyectos artísticos,ecológicos, culturales y
de contenido social que, bien se encuentran en proceso de
ejecución, bien presentan aún la forma de boceto en plan
anticipativo de la obra maestra que serán en su día.
Genéricamente todos los objetivos enumerados por Carlos
Chocrón tienen un fuerte componente mágico, porque mágico y
telúrico es el arte del oficio de orfebre que andan
impartiendo en su Escuela, cuna de diseñadores, laboratorio
de ideas de futuros joyeros que es lo mismo que decir de
futuros artistas, rescate de las tradiciones más arraigadas
y aromas lejanas de aquella Escuela de Toledo que hiciera
singulares revueltos de razas, religiones y culturas, con
resultados prodigiosos, según refiere la Historia. ¿Y es el
arte, sabiduría? Lo es, porque el diseñador de joyas lleva
su patria en la punta de su lapicero y de ahí surgen los
conocimientos adquiridos en la Escuela-Taller, la
experiencia acumulada desde el manejo de los metales más
simples en funciones de aprendiz, hasta irrumpir con fuerza
en la magia fría de la plata o en el oro esotérico. ¿Y dos
años bastan para formar a un joyero? No, en absoluto, bastan
para enseñarle a manejar las alas, luego, la pericia del
vuelo a lo Juan Salvador Gaviota ha de adquirirse con
voluntad, esfuerzo, disciplina y experiencia. ¿Y cómo pueden
ser los alumnos que se empeñan en crear belleza a partir de
metales y de gemas? Pues especiales. Por eso resultaba
chocante oír a un individuo preguntar por los porcentajes de
“inserción laboral” de los aprendices de magos, de los
alquimistas en busca de la piedra filosofal, de los seres
especialmente sensibles y capaces de diseñar y ejecutar una
joya con forma de mariposa y las alas articuladas.
Advierto que una Escuela de Arte no es la Escuela de
Construcción, ni un buen módulo superior de experto en
energías alternativas. Es otra cosa. Ni mejor ni peor, tan
solo diferente y el alumnado sea cual sea su raza y su
origen presenta el factor de identidad de la imaginación
materializada en creatividad, son artistas y su raza es ese
arte que les imprime carácter y les hace funcionar con
distintos parámetros. ¿Ejemplo vivo del intento de definir a
un artista? El propio joyero y creador Carlos Chocrón que va
pariendo ideas a cual más bella, algo normal en un hombre
cuyo oficio es crear belleza a partir de metales nobles y
caprichos de diamantes, de ahí que sueñe con una especie de
Shangri-lá o jardín botánico para Ceuta ¿Del tipo del
malagueño jardín de la Concepción o del Parque que atesora
especies vegetales de medio planeta? Por ahí, por ahí, pero
con diseño, nada de la gelidez de los jardines afrancesados
con su geométrica vegetación domesticada, más van los tiros
por rescatar, replantar y hacer crecer especies de este
continente africano del que formamos parte y que cuenta en
la zona del trópico con ejemplares arbóreos del Paraíso
Perdido, pero con nuestras raíces meridionales, tirando para
el Generalife, para la música de las fuentes, para los setos
de arrayanes que alumbran flores blancas con forma de
estrellas, para los serenos cipreses centenarios ¿
Y el limonero de la infancia del poeta en el patio de
Sevilla? Sí, pero limoneros y naranjos traídos de las faldas
rocosas de la Alhambra, allá por el Paseo de los Tristes a
la vera del Darro.
¡Buena cosa ha hecho el joyero Carlos Chocrón abriendo una
esquina de la caja de Pandora de los sueños y anunciando
jardines museísticos donde las obras de arte las diseñan la
Naturaleza y el buen Dios! Allí en la rueda de prensa y en
el abundante ágape posterior digno de Pantagruel y Gargantúa
(casi todos los periodistas se marcharon porque en esta
ciudad de Santa María de África la costumbre es no tener
jamás la elegancia social del piscolabis, como mucho un
botellín de agua viudo, así que “ninguno” se esperaba
semejante detalle gastronómico VIPS) menos esta escribidora
y su compañera más otro par que conocemos las artes de
Chocrón y sus andanzas con la jet, lo que presume el saber
ser anfitrión.El caso es que “todo el mundo” quería detalles
del jardín y cada cual aportaba nuevas ideas porque “se
supone” que un jardín botánico como Dios manda tiene que
tener un parque de mariposas para que los más pequeños
tengan su primer acercamiento a la belleza absoluta. Y un
rincón de Saint-Exupery con el baobab que aparece en “El
Principito”
y el propio Principito en bronce aposentado a su vera y el
zorro que en francés se llama “renard” y que quería ser
amigo del niño para “crear lazos”. De hecho si no hay
compromiso de baobab, Principito, renard, mariposas y varios
guacamayos de alas bien coloreadas que dejen de contar
conmigo para el proyecto. ¡Habrase visto! Y que vayan los
alumnos de la Escuela de Orfebrería para robar ideas de la
Madre Naturaleza y lanzarse a crear joyas modernistas
decimonónicas, tipo Gaudí, aunque el genial arquitecto
esenio esculpía el aire y Lluis Masriera el oro y las
piedras preciosas. ¿Y por qué no va a ser la Escuela de
Ceuta la del Renacimiento del Neomodernismo y del Neoart-Nouveau
siglo XXI y se lanzan a los maravillosos esmaltes y a la
escultura-joya ornamental? Veo a Carlos Chocron a la caza
del lápiz para crear una joya flor de arrayán con prendido
de azahares y alas miniadas de mariposas. ¿La tertulia
durante el ágape? Presencia del jurista Guillermo Martínez,
padre de nuestro Pitagorín reciclado en político y la idea
común de que resulta perentorio un idílico jardín botánico
con una romántica pérgola para celebrar bodas y mucho
paisajismo floral primoroso para que los novios se hagan
fotos y disfruten ese día de lo que es “como Dios manda”
será que todos sabemos que Dios manda en lo que es bueno y
bello del Universo. Y en el joyero Chocrón. Y en el baobab.
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