Cuando llega febrero, mes que
tiene las ideas de un miúra, comienzan mis debilidades y
alifafes, así que me veo obligado a enclaustrarme en la casa
varios días y, a veces, hasta necesito guardar cama. Y en la
cama estaba, como otros años, soportando mi clásica distonía
neurovegetativa del crudo invierno, cuando en una radio
hablaron del Premio María de Eza. No falla, dije para
mí: siempre coinciden mis arrechuchos con una charla sobre
el Premio a la Mujer Ceutí del Año o bien oigo el nombre de
una de las candidatas presentadas por un partido político.
En esta ocasión, fue Mohamed Alí, dirigente de la
coalición Caballas, quien anunció que su partido había
decidido hacer pública la candidatura de Estrella Heredia
para que pudiera optar al reseñado premio. Y la presentaba
así: “Es una mujer pequeña de estatura pero de una talla
moral y humanitaria que presenta méritos más que suficientes
para obtener el galardón para el que se la propone”.
En cuanto oí el nombre de Estrella Heredia, y su vinculación
con el sindicato de CCOO, caí en la cuenta de que la mujer
propuesta por Caballas es mi vecina. Bueno, vive en mi
barrio, a cincuenta metros de mi vivienda, y casi todas las
mañanas nos cruzamos cuando ella sale de su casa, muy
temprano, dispuesta a hacer sus compras, y yo voy ya de
marcha con mi perro.
A EH, desde que fue en una lista electoral del PSPC, si mal
no recuerdo, vengo yo pensando en abordarla un día para
pedirle por favor que me conceda una entrevista. Por
parecerme que esa mujer con la que me encuentro muchas
mañanas tiene una vitalidad enorme y, sobre todo, tengo
asumido que muchas veces se habrá dicho ella: Lo que importa
no es ser la más fuerte de las mujeres, sino una
superviviente.
Una superviviente entregada a la tarea de ayudar a los más
necesitados con una gran ventaja por su parte: sabe quién
es, cómo es, y lo que ha vivido. Y aun así, se acepta en
todos los sentidos. Bagaje más que suficiente para salir a
la calle y decirle a quien se encarte: lamentándote,
llorando o desesperándote, sólo conseguirás aburrir a los
demás y hundirte en la miseria. ¡Anda, pues!
Pensando de esa manera, como dicen que piensa Estrella
Heredia, comprenderán ustedes que no haya tenido el menor
inconveniente en convertirse en miembro del Comité de
Empresa de la ONCE. Incluso soportando las presiones de
quienes no entendieron, en su momento, que su aparente
fragilidad esconde una fuerza inusitada.
La que necesita una mujer cuya capacidad física -la que es,
porque ella no la eligió- le exige estar por encima de
tonterías y complejos de tres al cuarto. Máxime cuando
Estrella ya llevaba aprendida la lección desde pequeña: si
quiero vivir, debo hacerlo con la vista al frente y firme el
ademán (cabe aquí, créanme, lo de firme el ademán).
En fin, que la coalición Caballas ha presentado una
candidata que acumula méritos suficientes para obtener el
Premio María de Eza, correspondiente al 2012. Y lo ha hecho
proponiendo a una mujer cuya labor no debe quedar en
silencio. Labor muy importante. Y la ha comenzado
queriéndose ella. Tarea nada fácil. Pero sí la mejor manera
para poder querer a los demás. De Estrella Heredia hablan y
no acaban cuantos la conocen. ¡A qué esperan los del jurado!
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