La primera de las dos sesiones en las que se celebrará el
juicio por homicidio imprudente contra dos médicos del
Ingesa se cerró ayer después de más de cinco horas de vista,
en la que pasaron ante la juez del Penal número uno los dos
imputados y siete testigos. El caso se remonta a noviembre
de 2006, cuando fallecieron dos neonatos en el Hospital de
la Cruz Roja. En la segunda jornada, fijada para el próximo
5 de marzo, testificarán los padres de los menores
fallecidos y varios testigos más. Fiscalía y acusación
particular solicitan ocho años de prisión para los médicos,
que aún ejercen en el Hospital Universitario de Ceuta.
Los pasillos de los juzgados del Ceuta Center se llenaron
ayer de testigos, peritos, denunciantes y denunciados por el
caso de los dos neonatos que fallecieron el 30 de noviembre
de 2006 en el antiguo Hospital de la Cruz Roja. Más de cinco
años después de los hechos, los dos médicos imputados por un
delito de homicidio imprudente (J.J.Q.G. y S.O.A.) se
sentaron en el banquillo para dar su versión de los hechos y
no faltaron aquellos que acudieron a los juzgados para
escucharlos.
El primer facultativo que declaró fue quien se hizo cargo de
los niños y atendió el parto. Sin embargo, la especialidad
de este médico es la de Medicina General y no Pediatría, un
flanco que atacó la defensa y que él defendió argumentando
que había atendido más partos de neonatos. Este, sin
embargo, presentaba muchas complicaciones.
Sobre las tres de la mañana ingresó en Urgencias la madre,
María del Valle, quien dijo sentir un fuerte dolor. En ese
momento la atendió la ginecóloga de guardia que determinó un
parto “inminente” y que la gestación era de 24 semanas,
según la ecografía que le practicó. Después, el médico habló
con el padre, Francisco José, para informarle sobre la
“probable inviabilidad” de los fetos ya que sólo tenían 24
semanas, según explicó el imputado a la juez del Penal
número uno.
Protocolo de Neonatología
A continuación, el médico se puso en contacto telefónico con
el pediatra -cuya titulación aún no está homologada en
España- y que se encontraba de guardia localizada en su
casa, pendiente de urgencias. Ambos hablan ya en esta
primera ocasión de la posibilidad de que los niños no sean
viables. Y es que, el protocolo de 2006 de la Sociedad
Española de Neonatología (SEN) establece las 23 semanas de
gestación y los 400 gramos como el límite para proceder a
una reanimación de los bebés. Si el feto no alcanza estos
límites, la SEN no recomienda aplicar un tratamiento activo
para evitar caer en el “ensañamiento terapéutico”. Al nacer,
los neonatos se encontraban justo en el límite de viabilidad
ya que la niña pesaba 490 gramos y el niño 475 gramos. Por
eso, este protocolo fue la piedra de toque de un juicio en
el que se intentó aclarar si bajo el precepto de las
recomendaciones del SEN se tendría que haber tratado a los
niños, o si se produjo negligencia. Los médicos decidieron
no aplicar tratamiento y según aseguraron, los padres dieron
su consentimiento para ello.
El tiempo de gestación, el peso de los neonatos y el estado
clínico en el que nacieron, fueron los tres parámetros en
torno a los que giraron los interrogatorios para aclarar si
los médicos debían aplicar tratamiento o si cometieron un
negligencia, tal y como sostuvieron las dos peritos
forenses, que aseguraron que se debería haber “iniciado el
tratamiento” y ver la evolución para después consensuar con
los padres si mantenerlo.
Las doctoras pusieron en duda el periodo de gestación de los
neonatos, dado que al ser gemelos explicaron que es habitual
que se produzca un “crecimiento retrasado”. Por tanto, las
forenses afirmaron que la gestación al menos podría ser de
25 semanas. Sin embargo, la ecografía que se le realizó en
el Hospital y la que el médico privado le había realizado a
la madre en octubre, coincidían en que a 30 de noviembre, la
mujer estaría embarazada de 24 semanas.
Para determinar el estado clínico, los facultativos hicieron
referencia al ‘test de apgar’ que con una puntuación de 0 a
10 determina la viabilidad del neonato. En el caso de los
gemelos, la niña alcanzó los cinco puntos mientras que el
niño se quedó en tres. Un dato fundamental para la
neonatóloga del Hospital ‘La Paz’ que ayer declaró como
testigo. La doctora fue muy tajante afirmar que el atgar
cinco es muy bueno para grandes prematuros. “Creo que estos
eran unos niños para reanimar y lo demostraron porque
siguieron muchas horas con vida”, dijo. La testigó explicó
que era “evidente” que los niños no iban a responder por si
solos y que por ello se les tenía que haber tratamiento
básico y en función de la respuesta proseguir o no.
Los facultativos y los tres letrados de la defensa -que
representaban a los imputados, el Ingesa y la aseguradora de
los médicos- alegaron que el de Ceuta no era un Hospital
preparado para atender este tipo de caso, por carecer de
neonatólogo y una UCI para neonatos. Además, el médico de
guardia alegó que los criterios científicos y médicos
aconsejaban no “alargar el sufrimiento”. Un criterio que
apoyó el pediatra de guardia, que fue cuestionado por no
asistir al parto. Él explicó que no lo consideraron
necesario porque los protocolos “eran muy claros”.
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“Los niños no hubieran llegado con vida al Hospital de
Cádiz”
Durante la primera sesión de este
juicio, que continuará el próximo 5 de marzo, los letrados
hicieron hincapié en por qué no se decidió evacuar a los
bebés al Hospital Puertas del Mar, que cuenta con una Unidad
de Neonatología. Sin embargo, el propio director de esta
unidad, que acudió ayer como testigo a la vista, aseguró que
los neonatos no hubieran llegado con vida al centro de
Cádiz. Para este especialista, cualquier sanitario
“adiestrado en reanimación cardiopulmonar de neonatos” puede
atender este tipo de partos, según el mencionado protocolo
de la SEN y por tanto el facultativo estaba “cualificado”.
La defensa quiso demostrar que la madre, que dos días antes
había estado ingresada en Sevilla por un cólico nefrítico,
tenía que haber sido ingresada allí ante el “riesgo” de que
se adelantara el parto.
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