Si algo no hay que recortar, ni austerizar y menos aún
restringir, son las luces ornamentales que iluminan las
diferentes festividades. Ahí no se admite “remendar de
viejo” porque son gastos en bombillas que a todos alumbran,
todos disfrutamos de su belleza y a todos llenan de
contento, en plan “crisol de culturas” sin importar razas,
religiones, orígenes ni procedencias. Las luces ornamentales
son un factor de igualdad y deberían potenciarse y no tener
el infinito pésimo gusto de tratar de alardear “que se
ahorra en iluminación” porque esa rácana postura es un guiño
a la oscuridad y bastantes años oscuros hemos tenido con
“los de antes” (excepción hecha de Carracao que defendió
como un jabato la estrella del Monte Hacho y se preocupó
porque los Reyes no llegaran con los juguetes a Ceuta por
falta de factor de referencia). Por lo demás todos los
ciudadanos, preocupados por la falta de empleo, agobiados
por los bancos y apretados por el aumento de impuestos,
sentimos una necesidad, más física que psíquica, de
tratarnos con “luminoterapia” que es lo que hacen en las
escuelas nórdicas con los alumnos y en Occidente entero con
los depresivos estacionales.
Así pues, como gesto de esperanza se requieren multitud de
guirnaldas y hacer como en París donde aprovechan la menor
ocasión para enfajar de bombillas los centenares de árboles
del centro de la ciudad. Y, por favor, que nuestros
gobernantes se ahorren las “excusas absolutorias” no es
necesario justificar la ornamentación luminosa alegando que
“incentiva el consumo” porque es dar un toque mercantil a la
belleza y poner precio en término dinerario a una ocasión de
satisfacción estética y de alegría que está de por sí sola
justificada. Precisamente es “ahora” cuando crecen los
problemas, el momento en el que más necesitamos de ocasión
de celebraciones, de excusa para ponernos “fiesteros” y
buscar la diversión en el meollo de nuestras tradiciones,
murgas, comparsas y chirigotas, que contraten a los de los
tambores para que atruenen las calles con su
“chumba-chumba”. ¿Y qué mejor que el carnaval para poner a
caldo a los Poderosos? ¡Habrá que oír este año a los
gaditanos con el Urdangarín! Y eso que todos los imputados
no son iguales o si no que se lo digan a las esposas y a las
hijas de los imputados en las “macrooperaciones
rubalcabianas” ¿A cuantas mujeres detuvieron, esposaron,
pasearon ante las cámaras llorando a moco tendido y
encalabozaron en la operación Ballena Blanca? Luego fueron
“todas” absueltas, pero el carnaval de Rubalcaba fue muy
entretenido y el público disfrutó mucho viendo a los
detenidos en los telediarios, les digo que alguna chirigota
saldrá hablando de calabozos y del “paseíllo” televisado.
Hasta ahora, cuando tenemos que informarnos de si somos
presuntos imputados “iguales o desiguales” y de si, caso de
tener problemas, nos van a abrir expresamente un Juzgado en
sábado para que haya poco público y no ser molestados. A eso
se le llama el respeto a machamartillo de la Presunción de
Inocencia que parece que a partir de ahora hasta se va a
respetar y no se trata de una cancioncilla de una comparsa,
sino que parece verdad de la buena.
¿O es que estamos de carnaval y todo va de coña? Cualquiera
sabe y quien lo sabe cierra el pico y “mejor no meneallo”
dejr a las comparsas la sagrada labor de despellejar al son
de los pitos y agitando las pelucas y encima sin que pueda
llegar “la Autoridad” a poner multas por irrespetuosos,
porque en estos días “todo vale” y quien no sepa aguantar
una broma que se vaya de España.
Lo importante es que Ceuta se llenará de luces por esta
ocasión y esperemos que por “todas” las ocasiones porque la
llegada de la primavera es también una buena razón para
llenarlo todo de guirnaldas y luego la Semana Santa y más
tarde el verano y la feria. Llenar las calles y las avenidas
de belleza no requiere excusas o si se quiere una única
excusa: hacer feliz al personal.
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