El encendido, ayer, de las luces
de Carnaval fue el pistoletazo de salida de una festividad
que a muchos mantiene ilusionados durante todo el año.
Muchos son de hecho los que, durante meses, preparan con
ahínco sus letras y músicas, las piezas con las que lucharán
por alzarse con un premio en el Concurso de Agrupaciones.
Pero más aún en los tiempos que corren, la esencia del
Carnaval se mantiene viva. El carnaval es la festividad
popular por excelencia, la fiesta del pueblo, irreverente,
la de la ironía; las Carnestolendas representan la
posibilidad de reírse, de hacer crítica sana y arrancar
sonrisas incluso de lo aparentemente más serio. Los ceutíes
aficionados al Carnaval tienen por delante muchos días de
disfrute que habrán de aprovechar y apurar.
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