Nada en la vida ocurre por
casualidad, ni cuando el azar me lanzó cual náufrago a la
orilla de la Ribera, ni cuando nos conocimos siendo
presentados por un impresentable en la víspera de Navidad,
hace dos años de ello (cómo no recordarlo).
Si un día al despertar, encuentras al lado de tu cama un
bonito paquete envuelto con esmero, probablemente lo
abrirías, aún antes de lavarte la cara, curiosa de ver lo
que hay dentro…
Son sólo recuerdos. De tus sonrisas al alba, de tus guiños a
la hora dorada del crepúsculo. De la tierra, y el eco de las
pisadas juguetonas corriendo tras la ladera. Del mar, y el
sonido de las olas que justificaban el murmullo ahogado de
un romance breve pero apasionado.
El amor levanta el vuelo. Es su hora. Vive tu presente
diablilla, que si bien la vida no viene envuelta con un
lazo, sigue siendo un regalo. Ama todo lo que puedas porque
es lo que verdaderamente importa al final de esta vida. Pero
ama y con pasión desenfrenada, si el corazón te lo pide.
Sé bondadosa, y perdónales a todos sus pecados, por los
muchos y malos ratos que te hicieron pasar. Lo que otras
personas piensen de ti, no te incumbe ahora. Estoy de
acuerdo, si una relación tiene que ser secreta, mejor no
tenerla. El secreto, la traición. Las últimas caricias.
Dolor de amor. Juventud y madurez.
Sueña a la primavera, que te da la bienvenida. Haz las paces
con tu pasado para que no arruine tu presente. Que la vida
es demasiado corta como para perder el tiempo odiando a
alguien.
Sé tu misma, no compares tu vida con el resto; no te puedes
hacer idea de cómo es la de otras personas. Llora con
alguien de confianza, pero procura aliviar más que llorar.
Ríe con tu amor, pero cuídate de cultivar que no sea la
última risa de alegría.
Tu cabeza es como la azotea donde se da el espacio abierto
intermedio entre tu ser y el mundo, entre la intimidad y el
horizonte, entre el pasado y el presente, siempre
agradeciendo lo vivido.
Piensa que he admirado tu belleza física, tu optimismo ante
la vida que no te era favorable por muchas y difíciles
cuestiones, que no voy a chismorrear aquí.
Si un árbol puede que crezca en el lugar imposible -en el
pico de una roca, por ejemplo-, por qué tu corazón no puede
crecer junto al hombre al que quieres, al que has prometido
fidelidad y amor a raudales. Que así sea.
Dejemos que el pasado sea pasado, aunque permíteme una
última voluntad que deseo respetes, aunque no lo entiendas.
Quiero llevar mi alma al cielo, para desde allí guíar tus
pasos por el buen camino y poder así recibir tu recompensa:
un beso de cuando en cuando para que mejore mi estado de
ánimo. Que vaga chungo.
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