Los médicos han montado su
particular 2 de mayo, porque la defensa del Sistema de
Sanidad es fundamental si quieren cumplirse unos parámetros
mínimos del estado de bienestar. Aunque tal acepción suena
hoy en día, tras la catástrofe económica del socialismo, a
broma macabra o a entelequia de infinito mal gusto. Pero
hemos vivido en una especie de “ZPAlicia en el país de las
maravillas” derrochando millones de euros en el nebuloso
pozo sin fondo de la llamada “cooperación internacional”
mientras los más prodigiosos jóvenes cerebros médicos y
científicos de España han tenido que emigrar para poder
comer, sumando al paro y al déficit, la miseria intelectual
de un país del que tienen que emigrar las mejores mentes.
¡Qué vergüenza!.
Lógicas y coherentes las peticiones de los médicos, aunque
les sobre en su comunicado la coletilla grimosa y buenista
de que los recortes en la financiación tienen efectos que
recaen en “los más pobres, débiles, ancianos, desfavorecidos
e indefensos” ¡Cuan caritativos y sectarios con el
discursillo onegetista! Mejor que se hubieran referido a los
autónomos que se quitan de comer para pagar su seguridad
social y de todos los contribuyentes que, con su sudor,
mantienen el sistema a flote ¿O es que ellos tienen menos
derechos que los “desfavorecidos”? A no ser que por “pobres
y desfavorecidos” se entiendan los mileuristas, también
llamados “los nuevos pobres”.
¿Y quienes son los “indefensos” en España? Para mí que las
Fuerzas de Seguridad del Estado funcionan y nuestras Fuerzas
Armadas también funcionan y ambos cuerpos nos defienden, así
que el ciudadano español no está indefenso más que ante la
Banca, por el momento y hasta que las nuevas leyes abran
nuevos horizontes.
Pero por lo general el Comunicado de las batas blancas es
oportuno, aunque parecen ignorar genéricamente que el copago
es una realidad en toda Europa porque la Sanidad Universal
mantenida con el sudor de los contribuyentes es imposible de
sostener. Así que el llamamiento médico al buen uso de los
servicios es la respuesta a largos años de lo que podrían
considerarse “abusos” con servicios de urgencia colapsados
por simples procesos catarrales y un derroche total en
medicamentos durante lustros.
No a los recortes. Y sí a más médicos y mejor pagados,
porque resulta sangrante que, teniendo las mejores y más
duras Facultades de Medicina de Europa, nuestros
profesionales tengan que emigrar y sus plazas ser suplidas
por facultativos extranjeros con los títulos convalidados,
algo que no complace a todos los usuarios que desean
médicos, sin importar la nacionalidad ni los orígenes, pero
con la carrera realizada íntegramente en España. De hecho
los mejores pagados en una sociedad civilizada han de ser
los médicos y científicos, los profesores y maestros y los
Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, seguidos por el
personal de Justicia, porque ellos son quienes hacen
funcionar en condiciones un país. Pero aquí no es el caso,
la Seguridad Social presenta fallos y los ciudadanos
remiendan de viejo para contratar seguros privados y no
tener que verse en ambulatorios atestados.
¿Han comprobado ustedes el incremento de asociados a las
aseguradoras médicas? Esa deserción es el resultado de la
fuga de mentes brillantes a EEUU, de la llegada de
profesionales extranjeros que a veces tienen algunas
dificultades de comunicación con los pacientes que no se
fían porque piensan que llegan de terceros países en los
que, tal vez, la formación no sea tan exigente como en
nuestras facultades y también eligen los seguros médicos
privados quienes han llegado a considerar la sanidad pública
cómo incómoda y a asociarla con apresuradas visitas de unos
minutos por parte de médicos mal pagados y sobrecargados de
trabajo.
¿Y ustedes se figuran el salto cualitativo que podría haber
dado nuestra sanidad y nuestra medicina si los dineros
despilfarrados en regalárselos a terceros países hubieran
sido bien invertidos en incentivar a los médicos y a los
investigadores? Cuando me refiero a esto siempre recuerdo la
época próspera de Aznar, cuando le regaló a Arafat un
aeropuerto para que el tipo aterrizara y despegara con su
avión, muchos millones de pesetas, esta vez sin quitarle el
pan de la boca a los españoles hambrientos porque éramos
ricos, pero ¿Cuanto le duró el aeropuerto al Arafat? No me
crean si recuerdo que en las primeras 24 horas llegaron los
cojones aeronáuticos de la Tzahal israelí y cuando los
hebreos se dieron la vuelta ya no había más aeropuerto ¡Cuan
fabulosa inversión! ¿Y para cuando una investigación sobre
los dineros del sudor de los españoles destrozados en
caridades internacionales para que el politicastro de turno
se ponga la medalla de “Caritativo Mayor del Invento”?
¿Tendrán razón los conspiranoicos que hablan directamente de
malversación de caudales públicos cuando los dineros se
gastan en absurdos? Para muchos que sí la tienen y por ese
agujero se van los euros y por los aeropuertos salen los
mejores cerebros, el futuro de España, el orgullo
intelectual de la Nación y los profesionales mejor
cualificados.
¿Y por qué no piden quienes se oponen a los recortes en
sanidad que la Agencia Tributaria o el Tribunal de Cuentas
comience a echar las “idem” de las subvenciones, los dineros
de las oenegés y la cooperación al desarrollo? Porque ahí
hay unos millones, muchos millones, muy jugosos y que van
impregnados de mucho trabajo y sacrificio que todos queremos
que nos devuelvan y que tenemos derecho a recuperar.
Recortes sí, pero en sanidad no. Y recortes sí, pero
recuperar el dinero de los españoles también.
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