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OPINIÓN - MARTES, 14 DE FEBRERO DE 2012

 

OPINIÓN / ANALISIS

El aspecto disuasorio de un escarmiento ejemplar
 


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Los ataques no han sido en la barriada del Príncipe cuyos vecinos tienen que estar hasta los mismísimos cojones de que les estigmaticen sin razón, sino en dos tranquilas zonas de Ceuta, con nocturnidad y con premeditación y alevosía.

A pedradas con los autobuses, ventanas rotas, pasajeros aterrados y el riesgo de que, por los impactos, el conductor pierda el control del vehículo y haya una tragedia. Y no se trata de “cosa de gamberros” habida cuenta de la fuerza de los impactos los delincuentes han de ser talludos ¡Ojalá que menores de edad para que los padres tengan que hacerse cargo de la reparación de los autobuses! O mayores pero al menos con una moto o una videoconsola a su nombre que se pueda embargar. Cuando al vándalo le tocan el bolsillo y le escuecen las mantas de los calabozos (esa especie de parques temáticos de gérmenes, virus, microbios y bacterias que tanto empeño tengo en conseguir “de favor” para remitírsela al Ministro del Interior, por si en el caso Noos se pone la cosa peliaguda y hay detenciones, para que las criaturas tengan una buena manta microbiana con la que abrigarse).

Todos los delincuentes no son iguales, los hay que se arriesgan a provocar males mayores, como estos mierdas que apedrean de noche los autobuses y luego seguramente alardean ante los colegas. Y si hay algún colega inteligente lo mismo pacta una gratificación y los chorizos acaban chupando manta insalubre en los calabozos, porque esos colegas tienen tal vez hermanas, madres o abuelas que van en autobús y una de esas piedras puede alcanzarlas al atravesar la ventana y descalabrarlas. Lógico que los delitos ligth de daños y esos actos vandálicos vayan a disfrutar en el nuevo Código Penal de la categoría de “terrorismo urbano” y con el terrorismo no se bromea a la hora de que el fiscal haga el escrito de acusación, máxime cuando los Ayuntamientos tendrán ocasión de personarse como acusación particular ya que ese tipo de actos atenta contra toda la comunidad, son auténticos delitos “de riesgo” y causan una gran alarma social.

¿Y cómo se puede atenuar esa alarma? Utilizando la herramienta de la pena de destierro que me parece que en esta ciudad, que a veces es algo cainita, tan sólo se ha utilizado en una ocasión y con chivatos de por medio. ¡Y miren lo útiles que son los chivatos históricos locales! Ni informan de los pirados-pirómanos que queman coches, ni tampoco de los mamarrachos en modalidad delictiva que pone en peligro la integridad física de los usuarios del transporte público.

La ilusión es cuando enganchen a algún apedreador y se pongan en funcionamiento las normas votadas de Tolerancia 0, se le aplique la pena máxima y sus colegas, al comprobarlo, recapaciten y se dediquen a otras tareas criminales más discretas. Cualquier autobús atacado puede llevar a una madre, a una novia o a una hermana, de hecho, los usuarios tienen familia y cuando un ciudadano resulta dañado es una marea de personas que son perjudicadas directa o indirectamente.

¿Ustedes se figuran la que les podría caer en Marruecos a unos vándalos que atacaran autobuses? ¿Resultan disuasorias para los criminales las leyes del país vecino? Pues el que no se copia y aprende es que es tonto de baba y que no me digan que en Marruecos “no hay garantías” porque eso es mentira, Marruecos es un país democrático y el más cercano a Europa, lo único que pasa es que su Policía entiende muy bien a los criminales y por eso precisamente hay tan pocos criminales.

Nada se consigue si no existe un sólido respaldo de la Fiscalía y todos los poderes actúan conjuntamente para no permitir que ningún delincuente quiebre la sensación subjetiva de seguridad, porque si esa sensación se fragmenta, es muy difícil de recomponer.
 

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