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OPINIÓN - DOMINGO, 12 DE FEBRERO DE 2012

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES 6.


Mientras está visitando la ciudad Rodrigo Rato, el gran hombre de Bankia, y es agasajado como si hubiera llegado a Ceuta un redivivo doctor Fleming, inventor de la penicilina, yo me encuentro charlando en una tertulia mañanera que se ha formado por casualidad. Por delante los cafés humeantes. Y las primeras palabras son para renegar del frío que estamos padeciendo. Entre los tertulianos hay uno, llamado Ricardo, que ocupa un cargo importante en la ciudad, con quien nunca antes había tenido la oportunidad de cruzar palabra alguna. Aunque él dijo cuando nos presentaron conocerme por ser lector de este periódico. Comenzada la charla, Ricardo me preguntó si yo había pasado hambre durante mi niñez. Y le dije que los míos fueron mejorando su pobreza de posguerra a medida que yo crecía. De modo que, cuando cumplí siete años, recuerdo que nunca más se comió en mi casa trigo hervido. Aunque tampoco es menos cierto que la sobriedad de la mesa atentaba contra mi crecimiento. Ricardo es gaditano, como yo, y no dudó en decirme que me nota a veces, cuando me lee, un espíritu revolucionario. Y no dudé en responderle con lo que pensaba un tipo, de cuyo nombre no me acuerdo, con respecto a la revolución. Cita con la que estoy de acuerdo. “La única revolución es intentar mejorar uno mismo esperando que los demás también lo hagan”. Pero al paso que vamos, es decir, teniendo a hombres como a Rato, ganando dos millones de euros al año, habrá que pensar en otra clase de movimiento.

Martes. 7


Se me acerca un ciudadano a quien conozco de vista y me hace entrega de un sobre cuyo contenido, según él, es una nota con varias preguntas hechas expresamente para mí, por si tengo a bien publicarlas. Las leo, en cuanto llego a mi casa, y accedo a la pretensión del ciudadano. ¿Por qué la grúa tan activa con coches que no molestan, no acude ni a tiros cuando un coche verdaderamente impide la circulación? ¿Por qué ese apresuramiento en poner multas al coche estacionado que se pasa algo de la hora y hacer caso omiso de los temerarios del volante? ¿Por qué un señor detrás de una ventanilla o mostrador, al que pagamos entre todos, se cree más importante que Mariano Barbacid, investigador del cáncer? ¿Por qué no se hacen cosas más decorativas, como el Senado? ¿Por qué los presupuestos generales del Estado no se le encargan a un ama de casa? Y, para finalizar, la siguiente: ¿Usted cree que a Rodrigo Rato, recibido en Ceuta, ayer, como si fuera el inventor de algo grandioso, le van a rebajar el sueldo de dos millones y medio de euros al año, que ha venido cobrando, a seiscientos mil de ala? Y el autor de la nota, responde a su propia pregunta: “NO”.

Miércoles. 8

Tomo el aperitivo en Casa Pedr’os con Manolo González Bolorino y Ángel Díez Nieto. Tras coincidir allí con ellos. La conversación es fluida y variada. Se habla de política, de fútbol, y de cuando yo estuve trabajando en aquella primera televisión de Manolo. Una televisión primaria que yo disfruté de lo lindo. Aunque es bien cierto que en el aspecto económico me resultó poco rentable. Nada rentable. Pero no se trata de hablar de ello, sino de decir que, durante la charla, salió a relucir el nombre de una periodista que yo conozco y a la que no tengo más remedio que destacar. Se trata de Susana Hevia; una asturiana con la que tuve la suerte de compartir trabajo en El ‘Pueblo de Ceuta’. Susana, periodista de raza y mujer con una personalidad acusada, merece que yo la destaque en esta miscelánea. Ojalá que mi reconocimiento sea compartido por sus compañeros de trabajo en la actualidad. Aunque mucho me temo que Susana, siempre dispuesta a defender su identidad, ganada a pulso, sea más propensa a ganarse más enemigos que amigos. De cualquier manera, Susana, que sepas que te sigo teniendo ley.

Jueves. 9


Me fue imposible asistir al acto de presentación del libro de cuentos escrito por Javier Ángel Díez Nieto. Y bien que lo sentí. Ya que Díez Nieto es persona afable y muy dada a tomarse la vida con humor, tratando en sus conversaciones de que la burla fina participe. Escribir cuentos es tarea complicada. Ya que el cuento es independiente, autónomo en sí mismo. El cuento se puede comparar con una fotografía, como dice Cortázar, “una buena fotografía donde lo que está, lo que vemos, debe llevarnos a lo que no está y se sugiere”. El cuento es género editorial de poco rendimiento, a pesar, insisto, de las dificultades literarias que exige. En fin, que me alegro muchísimo de que Díez Nieto haya disfrutado dándole vida a su libro de cuentos, al que ha titulado “Cosas de Campanas, Cocineros, Diablos y Niños”. Enhorabuena a su autor.

Viernes. 10

Yo suelo hablar todos los días con familiares y amigos andaluces que me ponen al tanto de lo que piensan tras treinta años de ser gobernados por socialistas. Y no cesan de decirme que están deseando que llegue marzo para votar a los populares. Que la situación es insufrible. Que los parados son legión. La última gran empresa que cerró hace meses, llamada Videón, ha conseguido sus propósitos y se va a ir casi de rositas, después de haberles comido el coco a los delegados de unos sindicatos que hoy han celebrado con una comida el éxito en las negociaciones que ellos se adjudican. Lo malo del asunto es que las ilusiones de quienes están convencidos de que un triunfo del Partido Popular podría ser motivo más que suficiente para volver a la senda de una vida laboral, como Dios manda, se están viniendo abajo a pasos agigantados. Tras ver de qué manera viene actuando el Gobierno de la nación. Y, claro, muchos andaluces principian ya a no ver con buenos ojos lo de votar a Javier Arenas. Para que éste gane, al fin, unas elecciones en su vida. Por lo tanto, y por más que las encuestas auguren ruina socialista en la urnas, no sería descabellado pensar que el entusiasmo inicial está cediendo y que aún puede ceder mucho más de aquí a marzo. A mí se me ocurre recordarles a mis amigos que los políticos suelen esgrimir la moral cuando están en la oposición, y la política cuando están el poder. Y el poder, llegado su momento, se alía con los de siempre. O sea…

Sábado. 11


Doy mi garbeo por la calle Jáudenes. Un garbeo que se ha convertido ya en una costumbre sabatina. Y a fe que me siento satisfecho de hacerlo. Pues se me presenta la oportunidad de hablar con lectores de este periódico en el cual llevo escribiendo ya muchos años. Uno de ellos, es decir, de los lectores fieles de ‘El Pueblo de Ceuta’ es Martín Cabellos, Francisco Javier él. Y, como siempre que nos encontramos, nos ponemos a darle a la sinhueso. Javier es un conversador ameno y culto y nunca rehúsa pegar la hebra como está mandado. Eso sí, hablar con él exige estar al tanto de cuanto acontece; de lo contrario, uno se expone a no poder intercambiar impresión alguna. Hoy, además de recordar a Luis Parrilla, nuestro común amigo, hemos charlado de asuntos diversos. Todos de actualidad. Y hemos acabado opinando sobre los estimulantes que toman los deportistas de todos los países. Y a mí se me ha ocurrido contarle algunas historias al respecto. Cualquier día escribiré de un asunto nunca agradable.
 

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